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Actualizado: 25/04/2024 19:17

Literatura, Narrativa, Poesía

Mario Benedetti, cien años

Benedetti fue una presencia constante en la literatura hispanoamericana

Mario Benedetti (Paso de los Toros, 14 de septiembre de 1920-Montevideo, 17 de mayo de 2009): narrador, poeta, ensayista, dramaturgo y articulista miembro de la Generación del 45 ( Ida Vitale, Idea Vilariño, Juan Carlos Onetti…). Más de ochenta libros publicados de los cuales algunos están traducidos a veinte lenguas (italiano, francés, inglés, alemán…). El autor de Quién de nosotros, hoy 14 de septiembre, “cumple” cien años: sus poemas brotan de las guitarras en forma de tonadas y son vocalizadas por cantores adolescentes, melancólicos juglares, precipitados muchachos jubilosos y enamorados que desdeñan los himnos y las banderas y prefieren besarse en contingencia para arrimarse a la orilla del horizonte.

Desde Esta mañana (1949) hasta Vivir adrede (2008), Benedetti fue una presencia insoslayable en la literatura hispanoamericana. Con La Tregua (1960) —novela traducida a 19 idiomas, adaptada al teatro, radio, televisión y cine— alcanza reconocimiento internacional: melancólica y gozosa historia de amor a través del diario íntimo de un viudo a punto de la jubilación, quien se enamora locamente de una compañera de trabajo 20 años más joven que él.

Hombre de ideas políticas comprometidas, en 1973 se ve obligado a salir de Uruguay por su ideario izquierdista: vive 12 años de exilio entre Argentina, Perú, España y Cuba. Fiel partidario de la dictadura castrista se vincula a la oficialista institución cultural Casa de Las Américas presidida por la heroína del Moncada Haydée Santamaría y recibe varios reconocimientos del Consejo de Estado de Cuba (Orden Felix Valera, Medalla Haydée Santamaría…). Con Primavera con una esquina rota (1982) obtiene el Premio Llama de Oro de Amnistía Internacional, que lo devela como un influyente intelectual de izquierda.

Mario Benedetti —el narrador reconocido con notorios cuadernos de cuentos (Montevideanos, 1959; La muerte y otras sorpresas, 1968…), novelas muy cotizadas (Gracias por el fuego, 1965; El cumpleaños de Juan Ángel, 1971; Las borras del café, 1992…), ensayos bienquistos por la academia (Marcel Proust y otros ensayos, 1951; Crítica cómplice, 1971…), pujante presencia periodística, composición de canciones y popular obra poética (Poemas de oficina, 1956; Poemas de hoy por hoy, 1961; Quemar las naves, 1968; El olvidoestá lleno de Memoria, 1995; Defensa propia, 2004; Testigo de uno mismo, 2008…)— recibe en 1999 el significativo Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana: los lectores incondicionales aplauden la decisión del jurado; otros, consideran que es una cesión inmerecida.

El destacado narrador y poeta español, José Manuel Caballero Bonald, Premio Cervantes, 2012, ha dicho: “Internarse en la poesía de Mario Benedetti equivale a seguirle los pasos a su peripecia humana y, por supuesto, a las circunstancias políticas y sociales que la fundamentan […]. Buena parte de su biografía se encuentra tenaz y correlativamente replanteada en la poesía que ha escrito, tal vez como un procedimiento para conocerse mejor y para conocer también mejor a los demás”.

El Sur también existe (1985), fonograma de Joan Manuel Serrat con poemas del uruguayo (“Pero aquí abajo abajo /cerca de las raíces / es donde la memoria / ningún recuerdo omite / y hay quienes se desmueren / y hay quienes se desviven / y así entre todos logran / lo que era un imposible / que todo el mundo sepa / que el sur también existe). “Hombre preso que mira a su hijo”, versos que Pablo Milanés musicaliza (“Gritamos, berreamos, moqueamos, chillamos, maldecimos / porque es mejor llorar que traicionar / porque es mejor llorar a que traicionarse. /Llorá / pero no olvides”). Nacha Guevara en “Te quiero” (“Si te quiero es porque sos / mi amor mi cómplice y todo / y en la calle codo a codo / somos mucho más que dos”). Y Daniel Viglietti y todos los trovadores hispanos entonando sus coplas y las muchachas con los muchachos bailando el vals-milonga-tango-zamba de sus compases rioplatenses.

El autor de Canciones del que no canta sabía que “Con río / con sangre / con lluvia / o rocío / con semen / con vino / con nieve / con llanto / los poemas /suelen / ser / papel mojado” de vida: pliego humedecido de amor porque “La palabra se engaña en el papel como el oasis en los espejismos / y en vez de los relámpagos del libre / nos encomienda una canción cautiva”.

Mario Vargas Llosa, Premio Nobel de Literatura 2010, suscribe: “Era un escritor que rehuía los ‘grandes temas’ y se acercaba a la gente común y corriente con delicadeza y ternura, a los oficinistas, los taquígrafos, los empleados del montón, las familias sin historia […] con una prosa y unos versos sencillos, claros, directos, impecables. Era una voz nueva y sorprendente, sobre todo en la literatura de la época, porque rehuía el relumbrón y el aspaviento y transmitía sinceridad y limpieza moral”.

© cubaencuentro

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