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Actualizado: 09/05/2024 0:28

Cine, Cine cubano, Arte 7

Mujer en tiempos equivocados

En esta película sus realizadores caen en la trampa de juzgar una época con los ojos de otra

Hay personajes realmente míticos cuya existencia desafía toda credibilidad. Se encuentran tan por encima de las fronteras de lo plausible, que al hacerlos personajes de ficción hay a veces que eliminar hechos reales y transformarlos en una ficción más potable. Enrique (Enriqueta) Faber es uno de ellos.

Nacida en Lausana, Suiza, en 1791, desde joven quedó a cargo de un tío quien era coronel del ejército napoleónico. Se casó con un oficial del ejército de su tío y tras perder un hijo, su marido murió en el campo de batalla en Alemania. A los dieciocho años se disfrazó de hombre y bajo el nombre de Enrique Faber, cursó estudios de medicina en París. Se dice que, tras graduarse, fungió como médico en la residencia de la emperatriz Josefina. Se unió a las tropas napoleónicas que trataban de conquistar Rusia y allí se rencontró con su tío, quien murió poco después. Enrique fue a España y fue hecho prisionero en Miranda, logrando escapar sin que nadie conociera su verdadero sexo.

A finales de 1818 llega a la isla de Guadalupe, huyendo de Europa y en busca de su tía, la baronesa Margarita, pero al enterarse de que esta había partido hacia Santiago de Cuba para invertir en plantaciones de café, Enrique continúa su viaje y llega a esa ciudad en enero de 1819. Tampoco allí encontró a su tía y poco después decide trasladarse a Baracoa, donde pensaba iba a pasar desapercibida. Comienza a ejercer la medicina sin permiso, pero es bien recibida tanto por las autoridades como por los habitantes del pueblo, dado sus buenos oficios, por los que apenas cobra. Allí conoció a Juana de León y ambas contrajeron matrimonio en el verano de ese mismo año. Enrique viaja a La Habana y en 1820 se le reconocen legalmente todos sus títulos se le autoriza a ejercer a profesión de médico.

Enrique regresa a Baracoa y en 1823 Juana la denuncia alegando que Enrique es una mujer disfrazada de hombre. Ya como Enriqueta es juzgada y condenada a diez años de reclusión, pero solo sirve una fracción de su condena y es enviada a Nueva Orleans, donde tiene parientes. Se cuenta que allá se hizo monja y que también asistió a los enfermos en un convento de la ciudad mejicana de Veracruz. Aquí las fuentes del resto de su historia se vuelven poco confiables y solamente se sabe con bastante seguridad que murió en 1845, en Nueva Orleans. De Juana de León se sabe mucho menos. Se le ha presentado tanto como de “pobre huérfana”, de “guajira desamparada” y hasta de “vividora que se aprovechó de Enrique.

Esto es, a grandes rasgos y posiblemente con algunas inexactitudes históricas, la síntesis de la vida del personaje central y la trama de la película cubana Insumisas, escrita y dirigida por Fernando Pérez y Laura Cazador.

Mucho se ha especulado sobre la relación entre Faber y Juana, cuánto hubo de engaño, cuánto de relación lésbica y hasta cuánto de relación asexuada. Varios libros se han escrito, dos novelas en el siglo diecinueve y más recientemente, la novela Mujer en traje de batalla de Antonio Benítez Rojo, que es una obra excelente, publicada en 2001, el trabajo investigativo de James J. Pancrazio titulado Enriqueta Faber: travestismo, documentos e historia, publicado en 2008, y más recientemente Por andar vestida de hombre, una recopilación de los expedientes del caso, contado a ritmo de novela, del profesor Julio César González Pagés, aparecido en 2011.

Excepto por el mesurado y serio trabajo de Pancrazio, los otros (así como los novelistas e investigadores anteriores), han marcado su sesgo con opiniones de la época, ideologizadas o politizadas. Fernando Pérez y Laura Cazador, dan también su versión de los hechos con su bies personal.

La figura de Fernando Pérez es para mi un caso interesante. Cuando vi su mediometraje Madagascar (1995), me pareció un director muy original, a pesar de que sus dos filmes anteriores, Clandestinos (1987) y Hello Hemingway (1990) me parecieron muy menores y anodinos. Pero luego comenzó a hacer filmes en los cuales la narrativa se perdía en la meditación y la introspección, repletos de frases altisonantes lanzadas por los personajes como monsergas quejumbrosas que resultaban ridículas y vacías. Con este tipo de películas entre las cuales incluyo La vida es silbar (1998) y Madrigal (2007), así como por su inclasificable e insoportable Suite Habana (2003), fue ungido como el heredero de Tomás Gutiérrez Alea.

Sin embargo, en su anterior filme Últimos días en La Habana (2016) descubrí un Fernando Pérez que se desenvolvía muy bien como narrador lineal y convencional. Me pareció su mejor película. Quizá se había liberado de sus propias restricciones y sin mucho tormento hizo una transición de artista a artesano que le quedó muy bien.

Al inicio de Insumisas parece haber regresado el Fernando Pérez de su cine anterior. Tropieza con su propio discurso, confunde y cae en largos planos meditabundos. Pero de repente todo cambia y se pone a narrar la historia sin muchas pretensiones. Lo cual le sale bastante bien. Esta vez cae en la trampa de juzgar una época con los ojos de otra y entonces la caracterización de los personajes se vuelve maniquea demasiado a tono con la ideología de la izquierda de hoy, lo cual les resta humanidad a los protagonistas. Se salva el personaje de Enriqueta, que es el mejor escrito. Hay también, a veces, una intención didáctica que molesta y vuelve la trama demasiado explicativa.

No sé cuánta influencia en el desarrollo del filme tiene la codirectora Laura Cazador. Solo sé de ella que es de origen suizo, estudió cine en La Habana y quedó fascinada con Fernando Pérez, que fue su profesor, que vive o vivió en Cuba y que en 2013 dirigió el filme Lucía 21 un mediometraje de apenas treinta y cinco minutos de duración que nunca he visto.

La selección de la actriz francesa Sylvie Testud (The Captive, Murderous Maids, Lourdes) para el rol de Enrique/Enriqueta, es acertada. Asume su papel con gran fuerza dramática y con una comedida expresividad que convence. Mario Guerra está muy bien en su papel limitado como el traficante de esclavos. Es posiblemente uno de los mejores, pero peor utilizados actores cubanos del momento. Yeni Soria resulta irregular en su interpretación de Juana de León, a veces demasiado intensa, en otros momentos con un dramatismo de telenovela.

La fotografía de Raúl Pérez Ureta se ajusta bien a las diferentes transiciones del tono dramático del filme y le saca buen partido a la belleza del paisaje de Baracoa, convirtiéndole en una presencia a veces discretamente ominosa. Pérez y Cazador son responsables del guion, que marcha sin mucho tropiezo cuando narra, pero como he dicho, caen en el error de juzgar a sus personajes.

Insumisas (Cuba/Suiza, 2018). Dirección y guion: Fernando Pérez y Laura Cazador. Director de fotografía: Raúl Pérez Ureta. Con: Sylvie Testud, Mario Guerra, Yeni Soria, Héctor Noas y Antonio Buíl. Anda de recorrido por el circuito festivalero.

© cubaencuentro

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