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Actualizado: 27/03/2024 22:30

Cine, Musical, Arte 7

Nada nuevo bajo el sol

Me enfrenté a este filme con temor a lo peor, sin embargo, todo es tan trillado y tan visto, que no me molestó mucho

La única razón por la cual escribo sobre este filme animado, es porque tiene como telón de fondo inicial a Cuba y el tema es sobre lo cubano, aunque no necesariamente la trama. Por lo demás, Vivo no me estimula a decir mucho sobre él. No es más que la historia de un amor interrumpido que se intenta recuperar. Nada malo en eso…si estuviera bien narrada.

La película comienza introduciéndonos a Andrés, un músico habanero, ya retirado, que se gana la vida de organillero, tocando para los turistas, junto con Vivo, su micoleón (un animal nativo del área que va desde Veracruz hasta el Mato Grosso, también conocido como martilla y que en inglés se le llama kinkajou). ¿Qué hace un micoleón en Cuba? Ni el propio Vivo lo puede explicar. Andrés y Vivo viven a unas cuadras de “La Plaza” que es algo así como la Plaza de la Catedral en La Habana, con la adición de una fuente en el medio y una palma en una esquina. Andrés se encontró a Vivo y lo adoptó.

Viven una plácida existencia, son todo sonrisas y son conocidos por todos los vecinos. Un día le llega a Andrés una carta desde Miami. Es de Marta Sandoval, una cantante que era famosa en Cuba y a quien él amaba en secreto y que cuando tras escribir una canción para ella y a punto de declararle su amor, llega un empresario americano con un contrato y se la lleva al Miami Cabana. Eso sucedió hace sesenta años y no se han vuelto a ver. Marta lo invita a que vaya a Miami a escuchar su concierto de despedida.

La conmoción emocional es tanta que Andrés muere. Vivo está decidido a hacer que la canción le llegue a Marta. Al funeral de Andrés acuden Rosa, la viuda de su sobrino y Gabi, la hija de ella, una adolescente antisocial que quiere seguir su propio camino, que viven en Key West y de casualidad visitaban La Habana. Sin saberlo, propician el viaje de Vivo a Miami.

El resto del filme se centra en las peripecias de Vivo por hacer llegar la composición a Marta con la ayuda de Gabi. Mientras, son perseguidas por un simpático trío de insoportables Girl Scouts (aquí llamadas Sand Dollars) que representan la corrección política y su intransigencia, aunque van cambiando a medida que enfrentan la realidad. Es el mejor logro de la película, que se burla de esos ecologistas, ingenieros sociales y fanáticos de los extremos que carecen de sentido del humor o de sentido de la realidad.

El problema mayor del filme es que no se decide si es para niños, para adolescentes o para adultos. El tono de la narrativa no satisface a ninguno de los tres grupos. Además, la música es muy mala, lo cual es imperdonable en un musical. Cinco minutos después de verla, no me acordaba de ninguna de las canciones.

Lin-Manuel Miranda es un hombre de gran talento. Compositor, guionista, dramaturgo, actor, director y productor, ha probado su talento con creces y ha sido premiado repetidamente hasta con el Pulitzer. Quizá por sus logros y su origen étnico, nacido en Nueva York, pero de padres puertorriqueños y un abuelo mexicano, se ha (o lo han) convertido en Hispano Significativo, ese ejemplar que logra hacer el cruce cultural de manera triunfal y luego se pone a dar lecciones inspiracionales de éxito, con más condescendencia que un anglosajón (no hay peor cuña que la del mismo palo), y aquí se le fue la mano. Lo cierto es que, a pesar de sus Grammys, Emmys y Tonys, no logra gracia y coherencia en el guion, ni las canciones pasan de mediocres, ni el dramatismo supera el sabor del sirope barato. Él es responsable de la producción, pero ni el guion ni la dirección son suyos.

Por supuesto, está técnicamente bien realizado y emplea bien las voces de figuras como Zoe Saldana, Michael Rooker y la debutante Ynairaly Simo (como Gabi). Miranda le da voz a Vivo.

Emplea a Juan de Marcos González, el cerebro detrás de Buena Vista Social Club, y de Gloria Estefan, para darle voz a Andrés y a Marta.

La película no contextualiza. Se sabe que Marta se fue hace sesenta años, que vive en Miami y no ha vuelto a Cuba, sin explicaciones. Pero esto es un animado y no tiene que ser realista. La visión que da de Cuba es la de postalita para turistas. Despolitiza la situación y la convierte en un agradable paraíso tropical donde reina la música y la ingenuidad. Es la imagen paternalista y perdonavidas que ha ofrecido Hollywood sobre los latinos desde que existe. El buen salvaje, el redimible. Una isla tropical, atractiva como otra cualquiera, porque como los gatos, para el cine americano, todos los latinos son pardos (o mas bien, tienen que ser pardos).

Algunos, como el crítico Alejandro Ríos, en su columna de Cubanet, y el cineasta Juan Carlos Cremata, en su página de Facebook, no sin razón, han reaccionado con indignación ante la presentación que se hace de la imagen de La Habana, Ríos va más allá y casi pide que Miranda se disculpe ante la comunidad cubana exiliada. No creo que sea para tanto, aunque entiendo muy bien la reacción, dado la situación que se vive en Cuba en estos instantes. No es mas que un dibujo animado que se atiene a patrones estereotipados repetidos una y otra vez. Si acaso, mayor insensibilidad muestra Netflix al estrenar la película en este momento.

Es cierto que el filme está repleto de clichés y de arquetipos, abarrotado de folklorismo del peor, de “autenticidad” impostada y de buenismo ridículo (todos los personajes, excepto una serpiente pitón, son buenos). Hace unos guiños a Ibrahim Ferrer, de la forma que viste el personaje de Andrés, al caricaturista Wilson, ya que tanto Marta, como Rosa están dibujadas a la manera de las “criollitas” y a Celia Cruz, Olga Guillot y tantas otras cantantes que se vieron forzadas al exilio, en la figura de Marta Sandoval. Pero esto es solamente para quienes pueden entenderlo.

Me enfrenté al filme con temor a lo peor, sin embargo, todo es tan trillado y tan visto, que no me molestó mucho. De hecho, se pudiera dar una interpretación alternativa. Puede que Vivo sea la metáfora del inmigrante, aquel que tiene que adaptarse a territorio ajeno, aprendiendo a pisar el vacío para sobrevivir y hasta triunfar. La Habana, en las últimas seis décadas, se ha convertido en una ciudad de ambiente pueblerino, de mentalidad provinciana y para disfrute del visitante. Mientras, los habaneros han emigrado a Miami y la han convertido en una hermosa y próspera megalópolis, de arquitectura impresionante, en donde florecen todas las culturas. Así parece, al menos visualmente.

Vivo (EEUU, 2021) Dirección: Kirk De Micco y Brandon Jeffords. Guion: Kirk De Micco, Quiara Alegría y Peter Barsochinni. Producida por: Lin-Manuel Miranda. Música original: Lin-Manuel Miranda. Con las voces de: Lin-Manuel Miranda, Juan de Marcos González, Zoe Saldana, Michael Rooker, Ynairaly Simo y Gloria Estefan. Disponible en Netflix.

© cubaencuentro

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