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Actualizado: 17/05/2024 12:58

Libros y Autores

Un poeta decadente

Mientras Martí fue cronista de Nueva York, a Casal le tocó narrar aquella isla donde el propio Martí declaraba que no podía vivir.


El baúl repleto de libros franceses que, luego de una larga estancia en Madrid, llevó a Cuba Aniceto Valdivia, el Conde Kostia, tendría una enorme influencia sobre nuestra poesía. Cuenta Ramón Meza en su estudio sobre Casal que fueron aquellos autores modernos los que alejaron al poeta de los románticos españoles y franceses: "Los versos nuevos del Parnaso de Teófilo Gautier, Carlos Baudelaire, Teodoro de Banville y Leconte de Lisle, señalaron otra tendencia en el poeta y sin duda que grabaron profunda huella con sus poesías sucesivas".

El ideal de aquella escuela de poesía impersonal, descriptiva o narrativa, se resumía en una palabra: arte. Casal señala que los "modernistas" —es decir, aquellos que hayan asimilado verdaderamente las enseñanzas de los novísimos franceses— "pedirán un poco más de arte, a cambio de menos espontaneidad".

Este "arte", reclamado por los discípulos parnasianos de Gautier y Baudelaire, se convierte en el motivo fundamental de la poesía de Casal. Ya en su primer libro, Hojas al viento, publicado en 1890, poemas como "El arte" y "Mis amores" son declaraciones de amor a lo artificial, manifiestos de l'art pour l'art. "Tengo el impuro amor de las ciudades / y a la luz que ilumina las edades / prefiero yo del gas las claridades", dice Casal en sus Rimas. Y el título del otro poemario, Nieve, ya lo dice todo.

Un poeta decadente en Cuba tenía que sustraerse a la celebración de la Isla como objeto poético. La Isla era lo natural, lo dado, lo cercano; ¿cómo podía ser poético? La Isla, en Casal, es por vez primera prosa. Desde Colón, Cuba había sido cantada. Primero se cantaba a la terra, a la dadora, que vale sobre todo por lo útil y se ofrece como cuerpo de placer; su símbolo es la piña y las frutas de los "neoclásicos".

Luego, con Heredia, irrumpe una poesía civil que canta a la patria, representada por la palma. La patria, a diferencia de la terra, se goza. San Agustín señala una diferencia fundamental: "Gozar es, en efecto, apegarse a una cosa por amor a ella misma. Usar, por el contrario, es convertir el objeto del cual se hace uso en objeto que se ama, en caso de que sea digno de ser amado".

Si el emblema de la terra es la cornucopia frutal —olor y sabor—, el de la patria es la palma, que más que fungible es mirabilia, objeto bello, "espiritual". La patria es espíritu; su cuerpo ahora no es lo que se ofrece, sino el objeto del deseo: la república. Para gozarla —"ara y no pedestal"— se invierte la ofrenda: ahora es el poeta quien debe ofrecerse. La vida de Martí es esta ofrenda ejemplar.

Incurable nostalgia romántica

Desde las páginas de La Habana Elegante, un tal F. Sánchez de Fuentes, después de leer "Nihilismo", le recomendaba a Casal: "Fija tus ojos / En el límpido azul del firmamento / Donde el nombre de Dios graban brillantes / Miríadas de estrellas en las noches / De este bendito Edén, de nuestra Cuba". Por su parte, Nicolás Heredia le aconsejaba dejar a un lado "ese decadentismo malsano, que tiene su lugar en otros climas, para tomar el oxígeno de los campos de su tierra". A esos paisajes naturales, Casal opone paisajes de cultura, recorridos urbanos y figuras del interior: el biombo, el kimono japonés, el traje negro y desteñido, la foto de Gustave Moreau.

Mientras Martí fue cronista de Nueva York, a Casal le tocó a su pesar narrar aquella isla donde el propio Martí declaraba que no podía vivir, porque se ahogaba. En estas crónicas habaneras, la consciencia de la propia marginalidad, típicamente modernista, irrumpe a cada paso. La Habana es la provincia mezquina contraria al arte: un lugar donde no llegan los libros de Huysmans, que el poeta conoce sólo de referencia; donde las obras de teatro pierden su encanto al ser representadas; donde el artista tiene que venderse en el mercado del periodismo para poder sobrevivir. Es calor, aburrimiento, fealdad. Casal la representa a partir del modelo del Infierno cristiano, circular y eterno, reino de la monotonía y de la fatalidad.

Heredia había hablado de "las bellezas del físico mundo" y de "los horrores del mundo moral"; Casal ve más bien analogía donde el cantor del Niágara veía contraste.

"Las noches habaneras, ya sean cortas, ya sean largas, según el estado de nuestro ánimo (…) son siempre insoportables. No hay una distinta de otra. Ningún acontecimiento viene a turbar alegremente la monotonía de las horas nocturnas (…) Siempre vemos el mismo cielo, tachonado de los mismos astros; aspiramos el mismo ambiente, impregnado de los mismos olores; recorremos las mismas calles, alumbradas por los mismos mecheros de gas; penetramos en los mismos cafés, invadidos por las mismas gentes, acudimos a los mismos teatros, ocupados por los mismos actores; y cenamos en los mismos gabinetes, en compañía de los mismos amigos. Vivimos condenados a girar perpetuamente, en el mismo círculo, sin poder escaparnos de él".

Así, en la poesía y la prosa periodística, en sus semblanzas y en algunos contes parisiens imitados de sus maestros franceses, Casal va conformando una escritura atravesada por la escisión entre la provincia en la que vive y escribe y el "mundo civilizado" con el que el poeta quiere conectarse, un mundo cuyo centro es, desde luego, París.

Fray Candil le reprochaba a Casal ser un "decadentista traducido". En realidad, Casal incorpora al imaginario decadente —esencialmente dual, maniqueo— la escisión misma que hace posible y necesaria la "traducción": el abismo entre la provincia dependiente y el centro donde se produce la cultura. A las escisiones de Des Esseintes —naturaleza y artificio, realidad e ilusión, prosa y poesía, campo y ciudad—, el Des Esseintes provinciano incorpora esa otra que da cuenta de una dimensión esencial de su escritura: "La magnífica Francia" / "la infortunada Cuba".

El decadentismo de Casal es asco de la naturaleza, arquetipo del mal, según Baudelaire, pero a la vez es rechazo de la naturaleza cubana, del verde del campo, del sol y del calor de la Isla. Su nostalgia es incurable nostalgia romántica por "el lugar en que no se está", pero a la vez nostalgia concreta por Francia y por Europa, lugares idealizados como más propicios al arte. Su rechazo es el de Des Esseintes por todo lo que hay en este mundo, pero a la vez una reacción contra la circunstancia opresiva de la provincia donde es imposible leer los libros de Huysmans y contemplar los originales de las pinturas de Moreau.

Sus poses y sus trajes son los del dandy frente a una sociedad mezquina, y a la vez una defensa de la dignidad de la poesía contra la sórdida situación colonial. Su tedio es el vago spleen, una de las formas del mal du siècle, pero a la vez es un sentimiento causado por la monotonía del paisaje y del clima cubano, por la poca animación de las noches habaneras, por la mediocridad del ambiente que el cronista tiene que narrar.

Cien años después de la muerte del Casal —muerte de risa, tan legendaria como la de Martí, algo de esto experimentaban los jóvenes poetas cubanos que reivindicaron su legado en una Habana mucho menos elegante que aquella de La acera del Louvre y el hotel Trocha.

© cubaencuentro

7 Comentarios


7 by camilo loret de mola (Usuario no autenticado) 11/03/2008 21:21

Morirme de risa, como el, despedirme feliz del mundo que no alcance a conocer, me gusta mas la ciudad luz de su mente que la de hierros y plazas. yo tambien tengo una postal de geisha escondida bajo la almohada y en mi viaje a paris me baje en la escala de Miami. Con el recorro mis dolores siempre que la violencia cotidiana me lo permite, es materia pendiente para mis hijas, es cubano sin importar sus suennos europeos. Querer desacreditar a Casals es como jugar a ser Pavon y parametrar el infinito.

6 by Efory Atocha (Usuario no autenticado) 19/02/2008 9:40

Voz inefable que a mi estancia llega En medio de las sombras de la noche, Por arrastrarme hacia la vida brega Con las dulces cadencias del reproche. Yo la escucho vibrar en mis oídos, Como al pie de olorosa enredadera Los gorjeos que salen de los nidos Indiferente escucha herida fiera. ¿A qué llamarme al campo del combate Con la promesa de terrenos bienes, Si ya mi corazón por nada late Ni oigo la idea martillar mis sienes? Reservad los laureles de la fama Para aquellos que fueron mis hermanos: Yo, cual fruto caído de la rama, Aguardo los famélicos gusanos. Nadie extrañe mis ásperas querellas: Mi vida, atormentada de rigores, Es un cielo que nunca tuvo estrellas, Es un árbol que nunca tuvo flores. De todo lo que he amado en este mundo Guardo, como perenne recompensa, Dentro del corazón, tedio profundo, Dentro del pensamiento, sombra densa. Amor, patria,familia, gloria, rango, Sueños de calurosa fantasía, Cual nelumbios abiertos entre el fango Sólo vivisteis en mi alma un día. Hacia país desconocido abordo Por el embozo del desdén cubierto: Para todo gemido estoy ya sordo, Para toda sonrisa estoy ya muerto. Siempre el destino mi labor humilla O en males deja mi ambición trocada: Donde arroja mi mano una semilla Brota luego una flor emponzoñada. Ni en retornar la vista hacia el pasado Goce encuentra mi espíritu abatido: Yo no quiero gozar como he gozado, Yo no quiero sufrir como he sufrido. Nada del porvenir a mi alma asombra Y nada del presente juzgo bueno; Si miro al horizonte, todo es sombra, Si me inclino a la tierra, todo es cieno. Y nunca alcanzaré en mi desventura Lo que un día mi alma ansiosa quiso: Después de atravesar la selva oscura Beatriz no ha de mostrarme el paraíso. Ansias de aniquilarme sólo siento O de vivir en mi eternal pobreza Con mi fiel compañero, el descontento, Y mi pálida novia, la tristeza. ¡Cuidao con mí tío! ¡Genialmente decadente! En cualquier caso, lo realmente interesante, también, es que sigue siendo un poeta "oculto". "Misterioso". Alguien con una corta, pero muy interesante vida y que realizó la obra poética más "inquieta", importante. Más poética. Saludos. Ch.

5 by Carlton Solomon (Usuario no autenticado) 19/02/2008 9:40

No es cierto que Casal fue totalmente apolitico. Admiraba a Antonio Maceo y he leido que algunas de sus cronicas fueron prohibidas por satirizar a los representantes de la corona espanola.

4 by Rodolfo Monteblanco (Usuario no autenticado) 18/02/2008 21:20

Aunque Duanel Diaz no se atreve a retar la calidad poetica de Casal, lo cual seria un suicidio critico, se hace eco de una corriente que en los contemporaneos del poeta siempre tendio a descalificar sus tendencias literarias cuando no pudieron hacerlo con el resultado de su obra. Proyectar hacia nuestros dias esa intolerancia artistica y aun justificarla veladamente me parece un ejercicio vano. Y ciertamente despide un tufillo sesentista cuando incluso se trataba de demostrar un inexistente marxismo en Marti y toda figura de nuestro escenario cultural debia haber empuñado un arma para recibir credito de los modernos censores.

3 by Tinajón del Patio (Usuario no autenticado) 18/02/2008 17:00

¿Y que hace Duanel Díaz por Princeton, disintiendo o de becario de alguna beféfica institución de las izquierdas anglo?

2 by Justo (Usuario no autenticado) 18/02/2008 15:40

Es un articulo muy malo. Ya no pierdo mas el tiempo leyendo al autor.

1 by Alkae Iruretagoyena 18/02/2008 9:00

Leyendo este artículo me cabe la duda si el autor al comparar a Martí con Casal desea predisponernos contra el último. Veo este artículo muy tendencioso, pleno de manipulaciones pseudopoliticas ajenas al arte y a la crítica. Es cierto que la vida de Julián del Casal fue muy diferente a la de José Martí, ambos son dos grandes de nuestra literatura y siempre que se hable del modernismo en la poesía hay que mencionarlos, incluso el propio Martí tiene un crítica justa y honesta hacia Casal y todos sabemos lo agudo que fue Martí al criticar. Leo en este artículo que el autor sigue las instrucciones que le inculcaron en la isla los fieles profesores guiados por Makarenko y los castristas que siempre acusaron a Casal de no haber dicho ni una palabra sobre la situación política de la isla. Casal fue más consecuente al encerrarse en sí mismo y sus fantasías niponas y europeistas, nunca le interesó la política. En cambio Martí se suicidó como poeta y escritor al poner su pluma al servicio de la política, tanto Martí como Casal hicieron lo mismo, uno se enajenó y el otro se suicidó como poeta al cambiar la pluma por una pistola (el resultado se vio el mismo día que salió a la batalla). Opto porque se les considere poetas grandes, se les respete por su arte y por ubicar el nombre de Cuba en el más alto lugar cuando se hable de modernismo. Lo que hizo Casal con su vida no le afecta a su arte sino que lo engrandece, lo eleva gracias a él tenemos su poemas, sus traducciones y sus deliciosas crónicas de La Habana. Cuando yo duerma, solo y olvidado, dentro de oscura fosa, por haber en tu lecho malgastado mi vida vigorosa; cuando en mi corazón, que tuyo ha sido, se muevan los gusanos lo mismo que en un tiempo se han movido los afectos humanos; cuando sienta filtrarse por mis huesos gotas de lluvia helada, y no me puedan reanimar tus besos ni tu ardiente mirada; una noche, cansada de estar sola en tu alcoba elegante, saldrás, con tu belleza de española, a buscar otro amante. Al verte mis amigos licenciosos tan bella todavía, te aclamarán, con himnos estruendosos, la diosa de la orgía. Quizá alguno, ¡oh, bella pecadora!, mirando tus encantos, te repita, con voz arrulladora, mis armoniosos cantos; aquellos en que yo celebré un día tus amores livianos, tu dulce voz, tu femenil falsía, tus ojos africanos. Otro tal vez, dolido de mi suerte y con mortal pavura, recuerde que causaste tú mi muerte, mi muerte prematura. Recordará mi vida siempre inquieta, mis ansias eternales, mis sueños imposibles de poeta, mis pasiones brutales. Y, en nuevo amor tu corazón ardiendo, caerás en otros brazos, mientras se esté mi cuerpo deshaciendo en hediondos pedazos. Pero yo, resignado a tu falsía, soportaré el martirio. ¿Quién pretende que dure más de un día el aroma de un lirio? No señor, Casal es uno de los mejores con kimono o encuero en pelotas!!!!!

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