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Actualizado: 02/05/2024 23:14

Pestano, Béisbol

Ariel Pestano o la decepción

“Aquel muchacho que hace tanto tiempo viera conectar tan tremendo jonrón, anuncia que se retira del béisbol”

Hace casi 20 años, calculo, yo estaba en el estadio “Augusto Cesar Sandino”, de Santa Clara, con mi hijo Luis, sentado justamente en las gradas de la línea derecha, un poco más allá de la posición del primera base. Digo donde estaba sentado porque desde ahí, creo, fue posible, con mejor ángulo apreciar la línea de jonrón entre el jardín izquierdo y central que conectó un muchacho que era el segundo receptor del equipo Villa Clara. Fue una línea terrible, “de la altura de un perro”, exclamó Machadito, uno de los socios que se sentaba en la zona que he dicho. “Ese muchacho no duerme esta noche”, le dije a mi hijo. Entonces en el área cercana a mí en el graderío alguien dijo que el muchacho, Ariel Pestano —que luego, tantas veces, debería aclarar que era así, “Pestano”, no “Pestana”— había nacido en Caibarién (norte de Villa Clara) y que “desde chamaco es un fenómeno”.

Pocas veces, luego, lo vi jugar en vivo. Pero ya en México, donde estoy hace 17 años, 7 meses y 17 días, pude ver que se refrendaba lo que dijo aquel aficionado: “un fenómeno”. Quedó comprobada aquella observación no solo por las noticias que llegaban acerca del béisbol en la Isla, sino además por las veces que vi a Pestano, por televisión, jugar en eventos internacionales, donde además de su calidad a la defensa y la ofensiva, resaltaba por su galanura, por el coraje que derrochaba en el terreno, el constante ánimo con que contagiaba a sus compañeros. En ese transcurso, varios especialistas en la materia lo consideraban el seguidor del gran receptor cubano de la pelota castrista, Lázaro Pérez. Asimismo, de acuerdo con los expertos, Ariel Pestano se había destacado por su capacidad para observar al contrario —al bateador contrario— y aprovechar las deficiencias de este, entre otras virtudes que lo llevaron a recibir, en 2004, el título de Mejor Atleta en Deporte Colectivo y a ser incluido, en 2006, entre los mejores 10 deportistas de la Isla.

En 21 Series Nacionales bateó para un promedio de 289 en 5993 comparecencias al plato, conectó 1485 hits y 147 jonrones. Todo en un total de 1526 juegos. Su promedio a la defensiva fue sobresaliente: 991. Considerado entre los mejores receptores del béisbol cubano de las últimas décadas, participo en 13 eventos internacionales vistiendo el uniforme del equipo Cuba: los Juegos Olímpicos de Sidney 2000, el Campeonato Mundial de 2005 y en los Panamericanos de Río de Janeiro en el 2007, entre otros. Asimismo, en 2003, Pestano conectó un jonrón y un doblete que le daría la victoria a Cuba sobre Estados Unidos en los Juegos Panamericanos de Santo Domingo.

Si hasta ahora he escrito en pasado en porque hoy me ha llegado la noticia de que aquel muchacho que hace tanto tiempo viera conectar tan tremendo jonrón, anuncia que se retira del béisbol. Me llega la noticia mediante una entrevista que Pestano concediera al periódico villaclareño Vanguardia. La causa de su retiro, dice, es estar decepcionado por no haber sido elegido para el equipo Cuba que representará a la Isla en el próximo Campeonato Mundial. Expresa el emblemático receptor en una de sus respuestas que se siente “mal, decepcionado, triste”. En otra respuesta da a conocer su inconformidad con la decisión de dejarlo fuera de la selección: “el rendimiento mío está a la par de todos los que están incluidos, pero ya ven, son decisiones que toman ellos en un momento determinado. Hay cosas inexplicables, un equipo se forma de muchas maneras y desde muchos puntos de vista”.

Bueno, especulaciones aparte, lo cierto es que Pestano nació en 1974, de modo que este año cumple 39 años. Es una edad en que ya el rendimiento baja.

Ahora, lo que a mí preocupa, como amante del béisbol y como cubano, es que esta estrella de la receptoría no vaya a parar próximamente en urgente cuentapropista de segunda, o quizás peor: en uno de esos tricicleros que arrean a seis personas de una vez, bajo el sol tropical, echando el bofe, para ganarse un sustento magro.

© cubaencuentro

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