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Béisbol: Clásico Mundial

El gran ausente

A Liván Hernández no le fue permitido lanzar con Puerto Rico. ¿Cuánto hubo de legítimo y cuánto de presiones de La Habana en tal decisión?

¿Cometió un error la Federación de Béisbol de Puerto Rico al no incluir al lanzador cubano Liván Hernández entre los peloteros convocados para defender a ese país en el venidero Clásico Mundial de Béisbol? Por ahora, la pregunta no tiene respuesta. Lo que sí parece estar claro es que tal decisión repercutirá en la actuación final de la novena boricua.

En Liván, los puertorriqueños habrían tenido a un abridor sólido, probablemente el lanzador de cabecera del equipo, alguien que habría lanzado en las tres fases del torneo. Si se analiza el desenvolvimiento del cubano tanto en su carrera como en la campaña anterior de las Mayores, está por descontado que habría dado el máximo en el terreno de juego.

Liván es residente en Puerto Rico, tiene casa allá, es dueño de un equipo de voleibol femenino que compite en la liga del país y ha dicho que quiere vestir la franela de la isla. Entregó las planillas de contribución sobre los ingresos. Nunca recibió respuesta a su pedido, y se enteró por la prensa de que no fue seleccionado.

Lo curioso del caso es que Puerto Rico necesita de un lanzador de tales características para redondear su novena. El pitcheo abridor es probablemente el único departamento débil del conjunto. Sin embargo, fueron ellos mismos, junto a la Federación Internacional de Béisbol —no las Grandes Ligas— quienes descartaron al cubano.

Livan se encuentra en el mejor momento de su carrera. Es un lanzador maduro, lanza más de 200 entradas cada temporada y, como ha demostrado en pasadas campañas, puede perfectamente actuar bajo presión, condición, esta última, indispensable en un torneo corto como el que tendrá lugar.

Según las reglas del Clásico Mundial, para tener la oportunidad de jugar por otro país, los jugadores deben mostrar los papeles que avalen allí su residencia. A mediados de noviembre, antes que Cuba hubiera tomado su decisión de participar o no, ya Liván había dicho que quería representar a Puerto Rico.

Liván terminó la campaña pasada con marca de 15 ganados, 10 perdidos, y una efectividad de 3.98 carreras limpias permitidas por cada nueve entradas, con 35 juegos iniciados para los Nacionales de Washington. Sin duda, habría formado la rotación abridora boricua, junto a Javier Vázquez, recientemente contratado por las Medias Blancas de Chicago, y a Joel Piñeiro, de los Marineros de Seattle.

La excusa dada por Israel Roldán, presidente de la Federación de Béisbol del país caribeño, es que el pelotero no nació en Puerto Rico y que en el pasado ha defendido a la selección de Cuba en eventos internacionales.

Una excusa sin sentido, si se analizan las listas de jugadores de los demás conjuntos, donde hay quienes sólo tienen algún lejano ancestro en el país cuyo uniforme van a defender. En muchos casos, ni siquiera conocen el idioma de dichos países.

Días después de que fuera publicada en la prensa la intención de Hernández, el gobierno cubano protestó, alegando que Liván era cubano y que se había hecho pelotero en la mayor de las antillas. La Federación Internacional de Béisbol, con Aldo Notari a la cabeza, le dio la razón a La Habana. A todas luces, estas dos objeciones fueron definitivas para influir en la decisión final.

Hasta el momento, el de Liván Hernández es el único caso de un pelotero importante de las Grandes Ligas que es rechazado para jugar en el Clásico.

Desde un principio, los jerarcas del béisbol en Cuba temieron enfrentarse a Liván Hernández, sencillamente por el efecto político de caer derrotados ante el batallador derecho, además del mensaje político que implicaría el sólo hecho de tenerlo en el terreno de juego junto a sus ex-compañeros.

Ya es tarde. Lamentablemente, Puerto Rico se ha dejado llevar por presiones externas y ha preferido perder la oportunidad de tener en sus filas a uno de los mejores y más confiables abridores del momento en las Mayores. Nunca lo tomó en cuenta y nunca respetó el derecho y el deseo de Liván Hernández de defender los colores de ese país.

© cubaencuentro

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