Cansado de ver cómo se le escapaban los días en la placidez de su hogar, Rey Ordóñez decidió sacar el guante que tenía guardado, calzar los spikes polvorientos y emprender de nuevo el camino de las Grandes Ligas.

Varios equipos parecen interesados en el campocorto cubano, pero si su sueño se le cumple será uno de los defensores de esa posición para los Marlins de la Florida en la próxima temporada.

"Ya se han producido conversaciones entre ellos y mi agente, y parecen atraídos por lo que puedo brindarles", manifestó Ordóñez. "Jugar con los Marlins, cerca de mi casa y mi familia, sería un regalo de la vida, algo que me motiva mucho''.

Ordóñez aguarda una decisión de los Peces en breve, y todo parece girar en torno al futuro rumbo del equipo alrededor del venezolano Alex González, un agente libre, y el novato Robert Andino.

Al parecer, los Marlins parecen haber dejado atrás el capítulo de González, debido a las restricciones monetarias, y utilizarían al novato dominicano Hanley Ramírez, o seguirían adelante con Andino —hijo de padre boricua y madre cubana— y pondrían a su lado al antillano para suavizar su transición hacia la titularidad.

"Yo estoy dispuesto a ayudar a los Marlins, o al equipo que sea, de la mejor manera posible", expresó el tres veces ganador del Guante de Oro con los Mets de Nueva York.

"Sólo quiero jugar. Me siento joven y fuerte. Me queda energía suficiente para demostrar que puedo hacerlo''.

'Una oportunidad es lo único que necesito'

Anteriormente, los Peces habían indagado por sus servicios, pero nunca hubo un pacto en firma sobre la mesa, especialmente luego de una operación de rodilla en 2003 que puso fin a su mejor campaña ofensiva, cuando vestía el uniforme de los Devil Rays de Tampa Bay.

Luego de recibir escaso interés a principios de este año, Ordóñez optó por el retiro, pero la pasión por el juego lo consumía a medida que avanzaba la temporada y se acercaban los play-offs.

Cuando comenzó la Serie Mundial, no esperó más para iniciar un serio y riguroso plan de entrenamientos.

"Yo veía a [Orlando Hernández] El Duque y a [José Ariel] Contreras en la Serie Mundial y eso me llenaba de orgullo, pero a la vez acentuaba mis deseos de regresar a la acción'', afirmó Ordóñez. "He entrenado como nunca antes y veo que mis reflejos siguen siendo los mismos. Quien me tome, no se va a arrepentir".

Por otra parte, no pasaba un día sin que alguien le estimulara a regresar. Quienes le conocieron vistiendo el uniforme de los Industriales y de sus momentos de gloria con los Mets, se negaban a creer que su carrera había llegado a un punto muerto.

Su amigo y también jugador de Grandes Ligas, el matancero Eddy Oropeza, es testigo de primera mano de las contradicciones que vivió Ordóñez entre el retiro provisional y sus ansias de volver al juego.

"No podía dar un paso sin que alguien le recordara lo bueno que es como torpedero'', indicó el zurdo Oropeza. "He tenido la suerte de entrenar con él y puedo afirmar que no ha perdido ninguno de esos instintos que lo situaron en la cima de su posición. Es un prodigio de preparación física".

De todos modos, este tiempo alejado de las Mayores le ha servido de mucho a Ordóñez, quien pudo disfrutar más de su familia y reflexionar sobre lo que ha sido su carrera y lo que desea para el futuro.

Ahora, asegura, su decisión de enfundarse el guante de nuevo no tiene marcha atrás.

"Sería un error de mi parte dejar pasar estos años sin dedicárselos al béisbol'', recalcó Ordóñez, quien llegó en 1993 a Estados Unidos e irrumpió en 1996 en la Gran Carpa con los Mets. "Una oportunidad es lo único que necesito. El resto va por mí''.

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