Cambios, Economía
Dictadura: corta de dinero y de ideas
Adelgazan las arcas del raulismo, sin soluciones inmediatas concretas
Ha disminuido la disponibilidad de dineros de la tiranía. Aunque muchos “expertos” en el tema cubano no se hayan enterado todavía.
El profesor Rolando Castañeda lo ha explicado claramente aquí en CUBAENCUENTRO. La caída de los precios de materias primas como el níquel, o del petróleo que la dictadura reexporta, limita los ingresos del régimen, a pesar del aumento de turistas a la Isla. El régimen recibe más turistas, pero menos ingresos. Y ni hablemos de ganancias netas. Como la agricultura no produce lo que necesita el país, lo que ocurre hace más de medio siglo, porque el Estado no sabe cómo y asfixia a los privados y cooperativas que sí saben, cada vez hay que importar más alimentos. Mucho peor con una brutal sequía. El dinero, sencillamente, no alcanza.
Naturalmente, la camarilla gobernante no sufre con eso. Los familiares del tirano, sean Tony, Alejandro, Alex, Fidelito, Vilma, Mariela, o los demás, ni se enteran mientras pasean en yates por el Mediterráneo, conocen las ruinas griegas, adquieren costosísimas cámaras fotográficas, visitan China o New York exhibiendo ropa de diseñadores y zapatos y carteras de marcas famosas, o vuelan a Sicilia a saludar suegros. ¿Qué importa la insignificante plebe, a veces llamada “proletariado” y a veces “pueblo cubano”, comparada con las alturas existenciales de la corte monárquica castrista, llamada a veces “revolución” y a veces “Cuba”?
Es evidente que el dinero escasea. El petróleo venezolano revendido por Cuba, en crudo o refinado, vale menos en estos tiempos. Los pagos de Caracas por los médicos, enfermeras y profesionales cubanos dependen del precio del petróleo: si baja bajan también los pagos al régimen. Y el petróleo venezolano en el último año descendió de $88 por barril a $45. Casi la mitad. De la misma manera, el precio del níquel que produce Cuba se redujo en el mercado mundial un 50 % desde 2014. Y los ingresos por los médicos ubicados en Brasil se reducirán significativamente más aun al terminar parte de los contratos firmados por el corrupto gobierno brasileño con la dictadura caribeña.
Relaciones con repúblicas como Tatarstán, con una extensión de 68 mil kilómetros cuadrados (aunque la inepta Agencia Cubana de Noticias la redujo a 67,8 Km2), cuyo primer ministro visitó Cuba recientemente, no aportan demasiado a La Habana, ni siquiera votos en organismos internacionales, pues esa republiqueta pertenece a Rusia. Pero en la prensa controlada por el régimen esa noticia da la impresión de un nivel y alcance de las relaciones internacionales de la Isla comparables a la de una gran potencia.
Gran potencia en la que, sin embargo, después de cumplir siete años no se garantiza a las personas tomar leche fresca a precios apropiados para sus ingresos, y la carne de res cuesta muchas veces más cara que los pequeños envases de bebidas alcohólicas de mala calidad, mientras los salarios promedio no alcanzan 560 pesos cubanos mensuales, en un país donde una libra de carne de puerco cuesta 30 pesos, una de tomates 16, y una barra de pan 10. ¿Cómo se pueden alimentar los cubanos de a pie, además de pagar alquiler, electricidad, agua, medicinas, vestuario y transporte? Mientras, la moneda nacional no vale más allá del muro del Malecón, y los cubanos siguen escapando de la Isla como puedan. En esas condiciones, las aspiraciones declaradas de crecer un 4 % este año serían más que dudosas. A esta debacle la prensa castrista le llama “socialismo próspero y sustentable”.
Como ocurre siempre en las tiranías populistas o “revolucionarias”, para enfrentar las crisis se impone más austeridad a la población, sin pedirle su opinión: para los de abajo, apretarse el cinturón. Para los de arriba, reducir el gasto de varios galones de agua en las piscinas de sus casas, o consumir camarones en vez de langostas, para “ahorrar”.
Corta de ideas, la camarilla gobernante es incapaz de dinamizar la economía eliminando trabas y regulaciones absurdas, restando prioridad y recursos que desperdician a las permanentemente ineficientes empresas estatales, cesanteado inspectores corruptos y burócratas inútiles, o dando facilidades a los campesinos privados y cooperativistas para producir alimentos.
Mantienen los mismos conceptos que está comprobado que no funcionan. Mientras la legislación nacional es opaca sobre protección de inversionistas, y la independencia del poder judicial no existe, no son demasiados los inversores deseosos de arriesgar su dinero en la isla con tanta falta de garantías. Las ofertas ahora presentadas por el régimen en la Feria Internacional de La Habana (FIHAV2015) para nuevos proyectos de inversión padecen del mismo limitante de siempre: sin garantías legales, no será fácil que los potenciales inversionistas decidan arriesgar su dinero en la Isla.
De manera que el régimen ha reducido las importaciones de alimentos y otros productos de primera necesidad, e incrementa su propaganda para acusar al “criminal bloqueo imperialista” de las limitaciones y penurias que provoca la mentecatez gubernamental, pregonando que no puede obtener créditos por culpa del embargo, y solicitando a acreedores y suministradores que extiendan los plazos de pago de los habituales 90-180 días a 365: ¡todo un año para pagar lo que compren!
Diplomáticos e inversionistas extranjeros en Cuba recuerdan que en 2008-2009 existió un “corralito” que congeló cuentas bancarias y forzó a acreedores y suministradores a aceptar las condiciones del régimen, parecidas a las de El Padrino.
Sin embargo, consideran que esta vez no se llegará a esos extremos. Que Raúl Castro ha logrado acumular reservas de divisas con sus medidas de austeridad (contra la población), y que el general sin batallas cuida mucho la credibilidad del régimen para poder acabar de insertarse en la comunidad internacional, por lo que utilizaría las reservas acumuladas para cumplir las obligaciones internacionales.
Así que mientras los inversionistas y suministradores terminarían cobrando sus facturas a pesar de los sustos, el régimen mantendría su credibilidad de jinetera virgen.
Los defensores del régimen —abiertos o solapados— hablarán de exageraciones, mentiras, distorsiones, provocaciones, y presentarán números manipulados, declaraciones de personajillos internacionales, o descalificaciones del articulista —¡son tan predecibles!— para convencer a quienes quieran creerles que Cuba es un paraíso, que los poquísimos problemas menores que pudieran existir están en vías de solución, y que peor están en Burundi, Burkina Faso o Sierra Leona.
Y según los simpatizantes de la dictadura, ¿qué pueden hacer los cubanos de a pie?
Leer la prensa castrista o los comentarios de los apologistas del régimen a este artículo, para que vean que todo es una maravilla en el paraíso tropical del proletariado.
© cubaencuentro
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