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Actualizado: 17/05/2024 12:58

Opinión

Entre realidad y ficción

La batalla dominicana de Zoè Valdés contra 'aliados y mercenarios'… del gobierno de La Habana.

El viejo postulado "la cultura es un arma de combate" volvió ser emblema de un sistema que no deja pasar un argumento para demostrar su apego invariable al totalitarismo más audaz.

Esta vez, de parte de mercenarios y lacayos, agentes de un gobierno extranjero, que en su país, República Dominicana, suelen emborracharse en un parque frente al malecón de Santo Domingo, mientras planean noche a noche, entre tragos de ron, la próxima demostración de su adoración incondicional a La Habana.

Se hacen llamar "Amigos de Cuba", en consonancia con esa preestimación de que Cuba significa Fidel Castro, y se reúnen con sus colegas de pensamiento y actitud, proclives a exigir democracia y libertad en su país (República Dominicana), mientras defienden entre shows y tragos el totalitarismo de medio siglo en la isla vecina.

Preámbulo al repudio

El pasado martes 25 de abril, el diario El Caribe publicó la columna del periodista Miguel Guerrero, quien denunció que se tejía un boicot a la conferencia que Zoè Valdés dictaría esa noche, dentro de la programación de la Feria Internacional del Libro de Santo Domingo 2006, bajo el título Cuba, Ficción o Realidad.

Guerrero decía: "El Gobierno cubano, a través de su embajada en el país y directamente desde el Ministerio de Cultura en La Habana, ejerce una fuerte y sostenida presión para evitar que la novelista exiliada Zoè Valdés participe en los actos de la Feria Internacional del Libro inaugurada anoche". Y más adelante señalaba: "las presiones cubanas alcanzan el rango de chantaje, puesto que un funcionario llegó a ser advertido de que 'los amigos de Cuba' harían el trabajo, si Valdés es admitida en la feria".

En conversaciones con fuentes allegadas, supe que el ministro de Cultura dominicano, Rafael Lantigua, recibió días antes una llamada de su homólogo cubano, Abel Prieto, en la que este le alertaba de que si Zoè Valdés era invitada a la Feria, La Habana suspendería todos los acuerdos de colaboración con República Dominicana".

Lantigua le reclamó a Prieto que el gobierno cubano financiaba opositores políticos al gobierno en República Dominicana, y campañas de pretendidos "candidatos presidenciales".

Según fuentes de crédito, poco después, desde la sede diplomática de Cuba en Santo Domingo, el embajador Omar Córdoba le repitió esa reclamación al ministro Lantigua, y lo alertó de que si Valdés era invitada al evento "los amigos de Cuba se encargarían de hacer el trabajo" (sucio, agrego yo).

El pasado jueves la prensa recogió declaraciones de Alejandro Arvelo, director de la Feria del Libro, quien negó haber recibido presiones por parte de La Habana, pero "sí la visita de la ministra consejera y del agregado cultural de la Embajada de Cuba".

Justo es recordarle a Arvelo que la visita de ambos diplomáticos fue en representación del gobierno cubano.

Cuando Zoè Valdés iba camino a la Sala de Cultura del Teatro Nacional de Santo Domingo para dictar su conferencia, la noche del martes 25 de abril, declaró que tenía la intención de, "por delicadeza", suspender su intervención.

Los hechos

"Tuve la impresión de estar dentro de un acto de repudio en Cuba", me dijo un asistente a la conferencia de la escritora. Y es que todo fue bajo la misma fiereza irracional y el mismo odio que caracteriza a estos mítines.

El periodista Camilo Venegas, un cubano radicado en República Dominicana, hizo la introducción a la conferencia y preguntó: "¿Dónde los narradores de mi país dejan de ser escritores para convertirse en historiadores? ¿Hasta qué punto sus mentiras son verdades? ¿Cuándo debemos leerles y cuándo debemos leerles y además creerles?".

Tras la presentación, Valdés decidió dictar su conferencia, a pesar de que agentes de seguridad que le habían asignado (ante las amenazas que ya conocía la Secretaría de Cultura), así como personas de la Feria que se brindaron para protegerla, contenían en la puerta y en la escalera de la Sala de la Cultura a un grupo de dominicanos y cubanos (parte de la delegación que vino a exhibir algunos libros y muchas fotos de Fidel, el Che y los cinco espías presos en EE UU en el stand de Cuba).

Fuerzas de la policía y agentes de la seguridad controlaron la entrada de estas personas a la sala, mientras ellos vociferaban "libertad para los cinco héroes presos en EE UU", "abajo el terrorismo", "esto es un abuso", "Yo quiero subir", "no vamos a soportar censuras"… No es un chiste.

Un coronel del Ejército y un capitán de la Policía dirigieron la operación, desde dentro de la sala, hasta la salida fuertemente custodiada de Zoè Valdés.

Se supo que los violentos manifestantes dominicanos pertenecían a grupos llamados "Unidad del Pueblo", "Fuerza de la Revolución", "Brigadas de Abril", esos "amigos de Cuba" que con obediencias serviles a los mandatos llegados de La Habana, se ganan su pase a unas vacaciones en Varadero, una universidad gratis para sus hijos, una operación gratis en la clínica Cira García, un trato de compañeros en la sede de la embajada cubana en Santo Domingo, un "regalito" de vez en cuando para mantener sus candidaturas, sus grupos de oposición, sus roncitos en el parque frente al malecón.

Ficción y realidad

El periodista Miguel Guerrero, en su columna de alerta, dijo: "por conocer la integridad de los organizadores, dudo que para evitar una escena que incidente el programa, se capitule frente a tan desconsideradas exigencias pidiendo, con cualquier pretexto, disculpas a tan distinguida novelista por una eventual exclusión del evento".

Tuvo razón. Zoè Valdés dictó su conferencia a pesar de algunos presentes en la sala, que pretendieron boicotearla haciendo largas preguntas, argumentando cosas en busca de agotar el tiempo programado y robar espacio a la escritora, con el coro de fondo de los revoltosos en la escalera de acceso a la sala.

Valdés repitió su sentencia contra la dictadura cubana. Sus criterios, aplaudidos o cuestionados, fueron escuchados por los dominicanos invitados a la feria, diplomáticos acreditados en el país, cubanos que viajaron desde Puerto Rico, y otros cubanos residentes en Dominicana.

La escritora definió esa noche como "trágica"; para los organizadores del evento, fue "penosa". Al otro día de su conferencia, Valdés apresuró su regreso y se fue a España con la experiencia tangible propiciada a los dominicanos de una realidad que muchos creen que es una ficción: la dictadura cubana.

© cubaencuentro

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