Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Inmigración, Cambios

Actualización migratoria: un insulto a la inteligencia

Cambiar casi todo para que no cambie casi nada

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Después de más anuncios que si fuera un concierto de una diva de moda en New York, finalmente el Gobierno cubano hizo pública su “actualización migratoria”, que pudiera resumirse en cinco palabras: un insulto a la inteligencia.

Naturalmente, los apologistas del castrismo y algunos infelices que mosquean en estos foros dirán que se trata de la perfección del socialismo y la soberanía nacional; los “emigrantes respetuosos” y los desesperados por solicitar dádivas a la dictadura dentro de sus embajadas dirán que hay determinados aspectos positivos y esperanzadores; los que hablan sin saber comenzaron a hacerlo de inmediato, al parecer sin ni siquiera haberse leído los documentos; y los que han analizado aunque sea rápidamente las nuevas regulaciones y las informaciones del libelo Granma lo que parecen ver es al mismo perro con un collar diferente, porque la esencia del totalitarismo no ha cambiado.

Es inmoral que Granma diga que “la política migratoria de Cuba, a lo largo de todos estos años de Revolución, se ha basado en el reconocimiento del derecho de los ciudadanos a viajar, a emigrar o residir en el extranjero…”. Totalmente falso. ¿Quién inventó los insultos de “gusanos” y “apátridas” para los cubanos que emigraban? ¿Quién les confiscó sus propiedades con la Ley 989 de diciembre de 1961? ¿Quién colocó postas alrededor de las embajadas para impedir la posibilidad de que un cubano pretendiera asilarse? ¿Quién inventó los mítines de repudio? ¿Quién forzó a muchos cubanos a declararse prostitutas y homosexuales para obtener un pasaporte para abandonar el país? ¿Quién castigaba a los “desertores” con la separación familiar? ¿Quién introdujo presidiarios y enfermos psiquiátricos en las flotillas del Mariel en 1980? ¿Quién hundió el remolcador “13 de Marzo” y tantas balsas a las que lanzaban sacos de arena o que tiroteaban los guardafronteras para que naufragaran? Nada de eso lo inventaron ni el imperialismo ni el “capitalismo salvaje”.

Algunos, al ver la noticia de la “actualización migratoria”, comenzaron a decir que el régimen eliminó el permiso de salida. Sí, pero no, que no es lo mismo, pero es igual: eliminó el documento llamado “permiso de salida” o “tarjeta blanca” y el requisito de la carta de invitación, pero estableció la “actualización” del pasaporte. Sin “actualización” la persona no puede salir del país; entonces, de hecho, la “actualización” se convierte en el permiso de salida.

Desde los años sesenta la dictadura decidía si dar o no dar un pasaporte a la persona que lo solicitara: se hizo tan escandalosa la situación, y tan fuerte la presión con los llamados del presidente norteamericano Jimmy Carter al respeto de los derechos humanos en el mundo, que el régimen tuvo que cambiar esa realidad en 1978 (de la misma forma que la Unión Soviética tuvo que cambiar su constitución por las mismas razones). Con la Ley de Migración de septiembre de 1978, La Habana decidió entregar (y además cobrar) el pasaporte a quien lo solicitara, lo cual no serviría de nada, pues para salir del país se necesitaba un permiso de salida, la famosa tarjeta blanca (llamarle “carta blanca” a ese documento es ponerle nombre de una variedad de ron a un documento que siempre será un estigma para la tiranía cubana).

Ahora, la vuelta atrás disfrazada de “actualización”, porque el régimen le tiene alergia a la palabra “reforma”. El pasaporte no se le entregará a cualquiera que lo solicite, sino a los que tienen “derecho”. Y los que ya tienen un pasaporte hasta ahora, pero sin permiso de salida, necesitan “actualizar” su documento, lo que no se hace de oficio ni automáticamente, sino de acuerdo a determinados requisitos. Los únicos que no necesitan actualizar el pasaporte son los que ya tienen el permiso de salida.

Con las nuevas regulaciones migratorias no podrán obtener pasaporte para salir del país las personas que estén sujetas a procesos penales o que tengan pendientes sanciones penales, así como los que tengan obligaciones o responsabilidad civil con el Estado cubano, ni los menores de edad sin autorización de sus padres. Además, maravillas del paraíso proletario, tampoco podrán hacerlo quien se encuentre “sujeto al cumplimiento de las disposiciones sobre la prestación del Servicio Militar” (varones entre los 16 y 27 años de edad, ¿no?), quien carezca de autorizaciones especiales por ser fuerza de trabajo calificada, ni quienes las autoridades consideren que no deban viajar “por otras razones de interés público”. ¿Cuántos cubanos y cubanas se encuentran comprendidos en estas tres últimas limitaciones aquí mencionadas?

Además, necesitarán autorizaciones especiales a nivel de ministros y jefes de organismos, para salir del país con carácter privado, los “cuadros” categorizados como directivos superiores, así como los que se desempeñan en actividades vitales para el desarrollo económico, social y científico-técnico, los graduados de educación superior participantes en programas estratégicos, proyectos de investigación y servicios de salud, técnicos de nivel medio vinculados a la salud pública y actividades científico-técnicas, y atletas de alto rendimiento, técnicos y entrenadores vitales para el movimiento deportivo cubano. Entonces, seguirán existiendo “desertores”.

¿Y los cubanos que residen en el exterior y quieren ir de visita a Cuba? Podría hacerlo, aparentemente, todo el que quiera, obligatoriamente con un pasaporte cubano, independientemente de la nacionalidad que posea. Sin embargo, se exceptúan del derecho a entrar al país personas con antecedentes de terrorismo, tráfico de personas, narcotráfico, lavado de dinero, tráfico de armas, hechos contra la humanidad, la dignidad humana, la salud colectiva y otros delitos perseguibles internacionalmente. No pocos agentes de la inteligencia cubana en el exterior podrían caer en esas categorías.

También resultan INADMISIBLES personas comprometidas con “organizar, estimular, realizar o participar en acciones hostiles contra los fundamentos políticos, económicos y sociales del Estado cubano”. ¿Quién determina lo que son “acciones hostiles” contra el Estado cubano? Adivinaron: el mismo Estado cubano, es decir, la dictadura. Los mismos que declaran quienes son los “emigrantes respetuosos”. En estas condiciones, acciones hostiles pueden ser cualquier cosa que se le ocurra a La Habana: intentar operaciones armadas contra el gobierno; escribir en CUBAENCUENTRO; ayudar económicamente a disidentes expulsados del trabajo precisamente por disentir; hacer declaraciones a una emisora sin censura; pertenecer a un grupo público, legal y pacífico, para denunciar los desmanes de la dictadura; machacar discos con una aplanadora en Miami; publicar una página en Internet o un blog; considerarse anticastrista aunque solo sea de pensamiento y palabra; y quién sabe qué otra cosa.

Entonces, ¿qué es nuevo en la actualización migratoria, además de la clara intención de que más cubanos en el exterior envíen remesas a sus familiares en Cuba? Los aspectos básicos de las novedades son que cubanos residentes en la Isla podrán viajar al extranjero por 24 meses sin que sean declarados “desertores” (hasta ahora eran solamente 11 meses), y sin tener que pagar prórrogas mensuales en esos 2 años. Así, un cubano de visita en Estados Unidos, sin ser declarado “desertor” por la dictadura cubana, podrá solicitar la residencia en Estados Unidos después de un año y un día en el país, y la puede recibir en un plazo de unos 4-6 meses después de solicitarla, y después regresar a la Isla y volver a salir hacia Estados Unidos. Por otra parte, los cubanos residentes en el extranjero pueden permanecer en Cuba hasta por 180 días. Y se crea la categoría de “Residente de Inmobiliaria” para extranjeros y sus familiares propietarios o arrendatarios de vivienda en complejos inmobiliarios en la Isla, visa que tramitará el Ministerio del Turismo. Esto es un llamado a inversionistas del mundo, recordándoles que en Cuba los esperan playa, sol, jineteras y campos de golf: algo así como construir el socialismo con las armas melladas del capitalismo, pero esa es “la dialéctica” del neocastrismo.

Hay otros aspectos que hay que analizar en detalle, como los precios de los pasaportes y las prórrogas, y muchas cosas más, pero ya lo harán los especialistas. Y se dice que se publicarán posteriores ajustes a estas regulaciones. He tocado aquí solamente, y de prisa, algunos aspectos generales de la “actualización migratoria” del Gobierno cubano.

Dice el Granma en su editorial del martes 16 de octubre que la política del imperialismo “ha tenido la clara intención de convertir a los cubanos que desean establecerse en otros países, en supuestos opositores políticos y en un factor de desestabilización interna”.

Sin embargo, resulta todo lo contrario: la política de la dictadura tiene la clara intención de convertir a los casi dos millones de cubanos que se han establecido o desean establecerse en otros países en supuestos emigrantes económicos, y desacreditarlos como personas que repudian tener que vivir bajo una dictadura totalitaria que ya dura más de medio siglo.


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