Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Cambios, PCC

Consignas esotéricas y documento dinosaurio (II)

El primer paso de la dirección del partido cubano para demostrar su “nueva mentalidad” es dejar de reprimir a sus militantes. Una nueva agenda es posible y serán los militantes de base los que quiebren el estado fósil de las estructuras partidarias

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El documento base para la discusión, en enero de 2012, de la “Primera Conferencia Nacional Partido Comunista de Cuba”, perdió la oportunidad histórica de ser un documento de una izquierda renovada, “actualizada” y “antiburocrática” que demostrara de forma auténtica “un cambio de mentalidad”. La mayor confirmación de la falacia de las consignas esotéricas de la dirección del partido cubano es el contenido de este documento.

Una muy mala señal para sus militantes es que deben citar las frases esotéricas de moda (que ya son repetidas en los discursos de dirigentes como Machado Ventura en sus periplos provinciales) sabiendo que no varían los métodos, las jerarquías y la concentración de las decisiones en la cúpula dirigente en funciones.

El documento hace un rosario crítico de todo lo que no marcha, pero sin ofrecer una explicación de las causas estructurales —las férreas reglas implícitas y explícitas de actuación que impiden el ejercicio democrático— y que son las que han llevado al desastre actual. Pareciera que el cúmulo de problemas se ha debido a “las veleidades de los seres humanos”, problemas psicológicos de los militantes que necesitarían un diván colectivo y del tamaño de la Isla, con el Buró Político transformado en un grupo de psicoanalistas habilitados para “cambiarles la mentalidad”. Por todo esto es un documento de un antimarxismo rampante.

Cristalizado el principio del centralismo burocrático (ya que democrático nunca fue) y establecidos la centralidad del poder en unos pocos y de manera vitalicia, la suprema autoridad en los órganos ejecutivos y la función de marionetas de la unanimidad para los órganos representativos, el culto a la personalidad del secretario general de turno —que imposibilita contradecir la política aprobada por la cúpula del poder—, los principios sagrados del Partido Comunista Cubano, desde su fundación en 1975, no son otra cosa que los rasgos de las arbitrariedades funcionales, copiadas del partido soviético. Cuarenta años después, y a pesar de la experiencia histórica, la dirección del partido cubano mantiene el “fósil viviente” aunque reduzca el período de mandato a diez años.

Sin embargo, aun sin proponer el pluripartidismo y las elecciones competitivas libres, propios de la democracia liberal y demonizada de manera absoluta en el discurso político cubano, es posible tener “voluntad” democrática desde una óptica de izquierda. A continuación proponemos algunas opciones que estarían potencialmente abiertas a un partido con intenciones renovadoras, propias de 2011 y no de los años 50 del siglo pasado. Demuestran que, incluso manteniéndose fiel a su discurso político, pero mostrando real voluntad “actualizadora”, es posible establecer otra estructura, otros principios de ordenamiento, y otros procedimientos para funcionar.

Siempre creo que es un ejercicio de pensamiento útil aquel que se plantea propuestas para pasar de una situación inmóvil a otra en la cual se generen formas viables de cambio. El primer paso de la dirección del partido para demostrar su “nueva mentalidad” es dejar de reprimir a sus militantes. Una nueva agenda es posible y serán los militantes de base los que quiebren el estado fósil de las estructuras partidarias.

Sugerencias para los militantes cubanos:

1. El documento debe erigir en principio rector del partido la democracia participativa y no el centralismo burocrático.

2. Los órganos representativos del partido tienen que tomar las decisiones, dirigir y controlar a los órganos ejecutivos. Es decir, el Comité Central al Buró político, las Asambleas provinciales y municipales a los Comités provinciales y municipales, y no viceversa.

3. La renovación de todos los cuadros incluyendo al secretario general del partido debe ser al término de 5 años en el ejercicio del puesto. La renovación de los dirigentes del partido debe ser más dinámica que la del Estado.

4. Separar definitivamente el puesto de Secretario General del Partido, del de Presidente de la República (algo que se hizo en la época del deshielo en la Unión Soviética y en lo cual el partido cubano ha quedado por debajo de esta medida tan elemental de desconcentración de poder).

5. Las comisiones del Comité Central deben estar compuestas en un 60 % por militantes de base no especialistas y por un 40 % de los especialistas necesarios a los asuntos técnicos a resolver.

6. Todas las votaciones en todos los niveles del partido tienen que ser por voto directo y secreto —si hay voluntad política de eliminar la unanimidad— y las bases deben votar directamente y por voto secreto por los candidatos posibles al órgano máximo del partido, con comisiones de candidatura compuestas por militantes de base y sin cargos.

7. La relación del partido con las organizaciones de masas debe ser del respeto más irrestricto a su autonomía en los métodos, reglamentos, elección de sus representantes y contenido de sus demandas. Mientras el partido pretenda “exponer en sus intervenciones (en las organizaciones de masas) los temas referidos a los contenidos, prácticas, métodos de trabajo y responsabilidades que le corresponde asumir a cada organización, en atención a las exigencias actuales”, estas seguirán siendo un cascarón vacío y formal de participación ciudadana.

Desde el Llamamiento al IV Congreso del Partido, en 1990, la población pidió la eliminación de los CDR y de la FMC porque no le veían ningún sentido de utilidad y esta demanda, como tantas otras, no fue escuchada. Imagino que estas y otras organizaciones similares deben plantearse, al margen del partido, qué intereses de la población representan, para qué existen y cuál puede ser la agregación de demandas a representar. Son sus bases las que deben determinar la pertinencia de su existencia y el contenido y los intereses a representar; de lo contrario, seguirán siendo estructuras obsoletas y formales decorativas del paisaje nacional, reproductoras de la doble moral, del derroche de recursos, de tiempo y de energía e incluso de una cultura del kitsch expuesta en sus anquilosados mecanismos de propaganda.

No creo que la dirección del partido cubano pueda entender estas propuestas, pero sería bueno sugerirles que cambien la mirada despreciativa que mantienen hacia sus propias bases, tan sacrificadas durante tanto tiempo. Hasta ahora —y lo ratifica el documento actual— han considerado minusválidos mentales a una militancia que forma parte de una de las poblaciones más instruidas del continente y esto solo ha sido posible por contar con todos los mecanismos de censura y represión.


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Vista general de los asistentes al 6to congreso del Partido Comunista de Cuba en La Habana.

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