Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Sindicatos, CTC

El muy democrático movimiento sindical cubano

Ya sabemos quién será “electo” en 2014

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Una de las maravillas de la centralización extrema en el totalitarismo es la abolición de las sorpresas. A pesar del secretismo de la información, podemos saber muchas cosas con simplemente observar algunos detalles, si es que somos capaces de leer la prensa oficial, lo que no resulta nada agradable.

Los idiotas de siempre hablan del respeto del régimen a la voluntad “del pueblo”, pero eso sólo vale para quienes pretendan hacerle el juego a la dictadura o creerse todo lo que le digan, porque el simple uso de un elemental coeficiente de inteligencia demuestra que si algo no le interesa a la dictadura es “el pueblo”, y que la mayor de las estafas se resume en esa frase de Fidel Castro que decía: “el poder del pueblo, ese sí es poder”.

Un perfecto ejemplo de lo señalado en los párrafos anteriores es el movimiento sindical cubano controlado por el partido comunista, que quita y pone “líderes obreros” de acuerdo a la voluntad de la gerontocracia en el poder, y lo que realmente puedan opinar los trabajadores, muchas veces sindicalizados a la cañona, no cuenta para nada.

Días atrás supimos por la prensa oficial que el secretario general del Partido Comunista de Cuba en la provincia de Artemisa, a propuesta del Buró Político, había sido liberado de su cargo, reconociéndosele su trabajo. Lo mismo sucedió con el de la provincia de Matanzas. Los “expertos” de la prensa supuestamente especializada en el tema cubano, de inmediato comenzaron a hablar de “destituciones”, y a punto estuvieron de proclamar el inicio de una nueva cacería de brujas: de eso viven los “expertos” sin experiencia, claro está.

En pocos días llegaron las noticias que explicaban por qué fue que esos dos secretarios provinciales del partido habían sido sacados de sus funciones: el de Matanzas pasó a formar parte del Secretariado del Partido Comunista, la máxima instancia de dirección del aparato partidista. Quienes digan que la máxima instancia es el Buró Político deben observar que hablo de máxima instancia de dirección partidista, no de máxima instancia de dirección del país.

Y el otro supuestamente “destituido” secretario general del Partido Comunista en Artemisa había sido designado “presidente de la comisión organizadora” del XX Congreso de la CTC. Eso significa que ese señor, Ulises Guilarte de Nacimiento, será el próximo Secretario General de la Central de Trabajadores de Cuba, sin que tenga la más mínima importancia o trascendencia lo que puedan considerar los más de cuatro millones de trabajadores sindicalizados en Cuba.

¿Cómo se llevó a cabo este tan democrático proceso?

Meses atrás, la CTC, Central de Trabajadores de Cuba, “liberó” de sus funciones al gris Salvador Valdés Mesa como Secretario General de la CTC, por haber sido “electo” Vicepresidente del Consejo de Estado. Teniendo en cuenta los resultados de su trabajo en la CTC, su “popularidad” y su “carisma”, es de creer que la designación de Valdés como Vicepresidente del Consejo de Estado se basó esencialmente en que es de la raza negra, y era imprescindible mejorar la imagen de composición racial en los aparatos de dirección del régimen.

Era vital “promover” a Valdés Mesa antes de la reunión de chequeo del órgano de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra, donde el gobierno de Cuba debería someterse a examen, y el régimen quería anunciar en ese cónclave que tenía un vicepresidente encargado de velar por los problemas raciales en Cuba, por lo que el paso de Valdés Mesa desde la CTC al Consejo de Estado se realizó a la carrera.

Como sustituta de Salvador Valdés quedó de momento Carmen Rosa López Rodríguez, quien hasta entonces ocupaba el cargo de segunda secretaria de la CTC y es miembro del Consejo de Estado. La propuesta fue aprobada por unanimidad en el Consejo Nacional de la CTC. Evidentemente, ese cargo le quedaba demasiado grande a la señora, teniendo en cuenta que su mayor nivel de dirección anterior había sido el municipal, y su experiencia en el Consejo de Estado se limitaba a levantar la mano cuando se pedía que se aprobara algo, pero su designación era temporal, hasta que el Partido tuviera tiempo de tirar los caracoles de la “democracia sindical”.

Llegado el momento, el Buró Político convocó un pleno del Partido en la provincia de Artemisa, donde el Mediocre Mayor y segundo secretario del Partido, el anciano José Ramón Machado Ventura, propuso la “liberación” del secretario general provincial en Artemisa, Ulises Guilarte de Nacimiento, quien debería asumir nuevas responsabilidades. Al mismo tiempo, se “propuso” un nuevo secretario general del Partido provincial, que hasta entonces ocupaba un cargo en el aparato nacional de esa organización, y no tenía nada que ver con Artemisa. Ambas propuestas fueron aprobadas por unanimidad.

Pocos días después, el Mediocre Mayor presidió un pleno del Consejo Nacional de la CTC, en el que Salvador Valdés Mesa, ahora ya Vicepresidente del Consejo de Estado, “propuso” al Consejo de la CTC que Guilarte de Nacimiento ocupara el cargo de Presidente de la Comisión Organizadora del XX Congreso, y que Carmen Rosa López Rodríguez fuera la Vicepresidenta de esa comisión. Las propuestas fueron aprobadas por unanimidad. La maniobra del partido significa que, menos que ocurra un cataclismo mayor o una invasión de extra-terrestres, Guilarte será “electo” en el congreso del 2014 como secretario general de la CTC, y López como segunda secretaria.

Los dirigentes de la comisión organizadora quedaron encargados de imponer a los trabajadores la discusión del Anteproyecto de Ley de Código de Trabajo, cuyo cronograma se desfasó en parte por la ineptitud de Salvador Valdés Mesa, y del documento base del Congreso, que dice lo que desea el partido para el trabajo sindical.

Sin embargo, al menos en “popularidad” de los dirigentes se avanzó algo, pues Valdés Mesa tenía menos aprobación que Ulises Guilarte: en las “elecciones” de 2013, donde muchos candidatos recibieron más del 90 % de los votos, el ahora Vicepresidente había logrado un 84,5 %, mientras el flamante presidente de la comisión organizadora alcanzó un 85,5 %.

Sin lugar a dudas, en la Cuba de los Castro el carácter absolutamente democrático del movimiento sindical es evidente.


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