Actualizado: 28/03/2024 20:07
cubaencuentro.com cuba encuentro
| Cuba

Política

¿Izquierda o derecha en Cuba? (Hipótesis para un mapa político)

La distinción izquierda/derecha es aplicable a Cuba, es decir a todo el espectro político que distingue a la isla y a su diáspora

Comentarios Enviar Imprimir

La política se clasifica usualmente, y así desde la Revolución Francesa, en izquierda y derecha. Cuando en los 90 los malos agoreros comenzaron a pronosticar el final de todo —de la historia, de las fronteras, de la geografía y de la política— también pronosticaron el final de esta distinción. Pero nada indica que esta distinción haya desaparecido, ni siquiera cuando el “centro se expande”: solo han cambiado los escenarios y a una velocidad que supera nuestra capacidad de percepción. Creo que así seguirá siendo por largo tiempo, al menos en este mundo occidental.

Quizás una manera de acercarnos al asunto sea regresar a Bobbio cuando identificaba a la izquierda como aquella propuesta política que presentaba un paradigma caracterizado por dos condiciones: igualdad sustancial y participación; y en consecuencia suponía la superación tanto del mercado como de la democracia representativa. Al primero oponía la planificación y la acción del Estado o de las comunidades. A la segunda oponía la democracia directa que tuvo en el consejismo su mejor elaboración. En cambio, identificaba a la derecha como un campo político que fijaba su atención en la desigualdad como motor del desarrollo económico (y por consiguiente también de bienestar social) y de la democracia representativa. Vista de esta manera, la derecha priorizaba al mercado como mecanismo de asignación de recursos sobre el Estado y las comunidades. Al mismo tiempo que limitaba la participación a aquello que Schumpeter definía como un arreglo institucional y un método basado justamente en las leyes del mercado aplicadas a la política.

Por supuesto que son identificaciones tendenciales, es decir que más que una posición, indican una gradación a través de la cual se mueven los actores políticos, y siempre sujeta a desviaciones. En el mundo real, por ejemplo, la izquierda ha incorporado a su propuesta el uso de la representación y el parlamentarismo de la misma manera que la derecha ha incluido diferentes modalidades de democracia directa. Pero la distinción sigue siendo válida si nos referimos a lo que cada tendencia considera el principio primigenio de constitución de la política.

La distinción izquierda/derecha es aplicable a Cuba, es decir, a todo el espectro político que distingue a la Isla y a su diáspora. Solo que en el espacio político cubano (repito, insular y diaspórico) existe una interferencia polarizadora muy fuerte proveniente de la actitud de estos actores hacia la élite política y el Gobierno cubanos. Y como contrapartida también respecto a la más difusa maquinaria política de los cubanos exiliados de línea dura que fija normas “políticamente correctas” en los corrillos del exilio. En lo fundamental se remite a cómo estos actores reconocen (o no) en el Gobierno cubano niveles de legitimidad, pertinencia y funcionalidad para producir cambios deseados en la realidad insular. Es decir, que no basta con ver la existencia de una izquierda y una derecha, sino que es vital reconocer cómo estas posiciones se organizan respecto al sistema cubano. La confusión de estos dos ejes puede conllevar a identificar como izquierdista a quien realmente no lo es, sencillamente porque tienda a reconocer virtudes en actos que ejecuta el Gobierno cubano, o lo opuesto, identificar como derechista a quien mantenga distancia de ese gobierno que se autotitula socialista, aun cuando mantenga posiciones izquierdistas.

Otra particularidad es que debido a la peculiar incidencia que Estados Unidos tiene en todo esto y el peso del nacionalismo en la cultura política nacional postrevolucionaria, la distinción izquierda y derecha se mezcla con otro dilema que tiene que ver con la manera como es percibido el rol probable de Estados Unidos y en particular de la política de bloqueo/embargo. Aunque también de otros actores internacionales tales como Venezuela, la Unión Europea, etc.

Imaginemos un eje de coordenadas en que la línea vertical corresponda al binomio derecha/izquierda (X) y el eje horizontal al binomio pro y antigubernamental (Y). Estos ejes generan cuatro campos que se identificarían de la siguiente manera:


Veamos qué significa cada campo.

Campo A: contiene sectores que tienden a identificarse con los valores de la izquierda y consideran al Gobierno cubano y a la clase política como representantes legítimos (y por excelencia) de la sociedad insular, les conceden un rol protagónico en el futuro de la Isla y, por consiguiente, le interpelan como interlocutor privilegiado. De igual manera, el discurso prevaleciente valora al sistema político cubano como perfectible, aun cuando la perfectibilidad puede remitirse a cuestiones cardinales o de detalles. Pero aun cuando creen que requiere cambios sustanciales (y por tanto sostienen niveles críticos de alta intensidad) parten de la consideración de que existen en ese sistema signos promisorios suficientes para remontar desde él una alternativa izquierdista superior. Otro lugar común del discurso en este campo es ver a Estados Unidos como un actor espurio que debe ser excluido totalmente de la política interna cubana. Por razones fácilmente entendibles, este es el campo de mayor concurrencia de actores que viven en la Isla. Y también el que se beneficia, con mayores o menores tensiones, de la magra tolerancia política del Gobierno cubano.

Campo B: Se trata de sectores que tienden a identificarse con los valores de la izquierda pero disienten fundamentalmente del Gobierno cubano desde posiciones críticas disímiles, así como de cualquier injerencia norteamericana desde una perspectiva antiimperialista. No consideran al Gobierno cubano como un interlocutor privilegiado, sino que centran su atención en otros actores ubicados dentro de lo que se denomina “el pueblo”. Es un campo poco concurrido pero en crecimiento debido al incremento del número de personas que discrepan tanto del autoritarismo del Gobierno cubano, como de las reformas pro-mercado que promueve.

Campo C: Aquí se ubican sectores que tienden a identificarse con los valores de la derecha pero valoran al Gobierno y la clase política cubanos como un factor idóneo e imprescindible para una transición ordenada. Sostienen posiciones a favor de las reformas de mercado en Cuba y de la formalización demoliberal del sistema político cuando las reformas económicas hayan fructificado. Desde sus perspectivas la intensificación de las relaciones de mercado producirá una activación de actores autónomos y un fortalecimiento de la sociedad civil en beneficio de la democracia. Admiten la necesidad de una mejoría de relaciones con Estados Unidos, pero mediante negociaciones entre iguales.

Campo D: Abarca sectores que tienden a identificarse con los valores de la derecha y disienten fundamentalmente con el Gobierno cubano, al que no consideran un interlocutor legítimo, o solamente si este se aprestara a una apertura política y por consiguiente a su propia negación como clase política reinante. Este es el campo más concurrido en el exilio, y en particular en su ciudad capital: Miami.

En este punto vale recordar dos consideraciones:

- La primera es que estos campos nunca pueden considerarse como un grupo de opinión. En cada uno de estos campos proliferan posiciones específicas que incluyen softliners y hardliners; dialogueros y comandos de los Everglades; socialcristianos y socialdemócratas; anarquistas y liberales/sociales. Según el actor o persona sea más duro o más abierto en cada tema, su ubicación se irá desplazando a lo largo de los ejes. Pero en cada campo existe una serie de núcleos duros discursivos que moldean los posicionamientos frente a los temas mencionados.

- En general las personas cubanas que se expresan públicamente (prensa, arte, academia, etc.) y que son de las que aquí tratamos, tienden a agruparse en el campo A y D, si bien con gradaciones diversas. Ello es el resultado de la polarización por medio siglo del escenario político nacional, de la existencia de mecanismos de socialización política que refuerzan permanentemente esta polarización y de la existencia tanto en Miami como en La Habana de normas de lo “políticamente correcto”, coactivas de las conductas. Aunque obviamente ello se haga de maneras muy diferentes en el exilio y en La Habana. Debo siempre recalcar que hablo de las personas que se expresan y como se expresan. Si alguna de ellas tiene una agenda oculta que destapará algún día para “bien-de-la-patria”, eso no puede entrar en mis cálculos. Las agendas ocultas pueden ser muy efectivas en política, pero no hacen opinión pública hasta que no se destapan.

Pero es predecible que si se produjera una distensión debido a factores como algún nivel de apertura política en la Isla o una mejoría en las relaciones con Estados Unidos, estos campos se redistribuirían, engrosando los contingentes de personas que desde la derecha apoyan al Gobierno cubano, o desde la izquierda le hacen la oposición.

De hecho esto ya se produce. Desde que Raúl Castro asumió el poder y comenzó a mover parcialmente la agenda económica —con los cambios políticos imprescindibles para que los cambios económicos le funcionen— es visible un mayor entusiasmo de cubanos que no pueden ser considerados de izquierda y que a lo sumo se ubicarían en la franja liberal social —la frontera izquierdista de los liberales— así como de rechazo de críticos izquierdistas, tanto en el país como en el exilio. Ello va a conducir inevitablemente al enflaquecimiento de los campos A y D, y a la generación de un escenario más propicio a los diálogos y las concertaciones.

Un buen ejercicio pudiera ser dibujar un eje de coordenadas tal y como lo describí y colocar en él a diez cubanos conocidos que se expresan públicamente. Y luego imagine cómo se moverían si no existiesen mecanismos coactivos (policiacos, políticos, ideológicos o económicos) de ese movimiento. El escenario sería totalmente diferente.

Y con seguridad, mucho mejor para imaginar la República del futuro sin exclusiones.


Los comentarios son responsabilidad de quienes los envían. Con el fin de garantizar la calidad de los debates, Cubaencuentro se reserva el derecho a rechazar o eliminar la publicación de comentarios:

  • Que contengan llamados a la violencia.
  • Difamatorios, irrespetuosos, insultantes u obscenos.
  • Referentes a la vida privada de las personas.
  • Discriminatorios hacia cualquier creencia religiosa, raza u orientación sexual.
  • Excesivamente largos.
  • Ajenos al tema de discusión.
  • Que impliquen un intento de suplantación de identidad.
  • Que contengan material escrito por terceros sin el consentimiento de éstos.
  • Que contengan publicidad.

Cubaencuentro no puede mantener correspondencia sobre comentarios rechazados o eliminados debido a lo limitado de su personal.

Los comentarios de usuarios que validen su cuenta de Disqus o que usen una cuenta de Facebook, Twitter o Google para autenticarse, no serán pre-moderados.

Aquí (https://help.disqus.com/customer/portal/articles/960202-verifying-your-disqus-account) puede ver instrucciones para validar su cuenta de Disqus y aquí (https://disqus.com/forgot/) puede recuperar su cuenta de un registro anterior.