Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Perfumes, Labiofam, Fraga Castro

Marketing socialista y perfumería revolucionaria

Cursilería, fanatismo, ridículos, y un movimiento útil al MININT

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En Cuba, como en Macondo, sucede cualquier cosa. Que una vaca sea “revolucionaria” o que se reclame rescate por un canadiense preso, como en tiempos de corsarios y piratas.

Por eso a unos genios del marketing socialista se les ocurrió crear perfumes de hombre para el mercado internacional, nombrados “Ernesto” (Guevara) y “Hugo” (Chávez). Según los portentos revolucionarios y científicos que los crearon, las marcas podrían incitar a compradores a relacionarlos con atributos como heroicidad y gallardía.

Además del absurdo de esos nombres para vender perfumes en un mundo donde imperan la economía de mercado y los valores que ambos sediciosos repudiaban, ¿se relaciona con heroicidad el nombre del único combatiente de la guerrilla boliviana capturado vivo? ¿Se relaciona con gallardía el nombre de quien, al dar un golpe de Estado o recibirlo, lo único que hacía era rendirse?

Se supo en el congreso internacional Labiofam 2014, en La Habana, organizado por el Grupo Empresarial de igual nombre, el mayor laboratorio de Cuba que investiga y elabora productos de veterinaria, bioplaguicidas, suplementos dietéticos, alimentos probióticos, medicamentos homeopáticos, artículos de higiene y envases plásticos.

La línea de perfumes —que incluye también los femeninos Amalia y Alba— se basa en esencias obtenidas por Labiofam a partir de productos naturales, y elaboradas por una firma comercial francesa. Labiofam, no casualmente, lo dirige el Dr. José Antonio Fraga Castro, sobrino de Fidel y Raúl Castro e hijo de Ángela, la mayor de los hermanos Castro Ruz, fallecida en 2012. Es decir, Labiofam es asunto “de familia”.

Tan viral fue la información del perfume “revolucionario” que muchos ni se fijaron que Marino Murillo regresó al Ministerio de Economía y Planificación, sin abandonar otros cargos, y Adel Yzquierdo bajado a viceministro primero. Lo que parece confirmar que la “actualización” enfrenta dificultades y sigue empantanada, aunque algunos asegurarán que todo marcha de maravillas y viento en popa (¿hacia Miami?).

Sin embargo, algo salió mal en el aquelarre. Poco más de 24 horas después del anuncio se informó que nadie autorizó la presentación de las fragancias revolucionarias, y el Consejo de Ministros calificó el hecho de “acción irresponsable”, advirtiendo que “por este grave error serán tomadas las medidas disciplinarias que correspondan”.

Se aclaró que los productos estaban aún en fase de desarrollo y no se habían producido comercialmente ni registrado, y que los familiares de Guevara y Chávez nunca aprobaron la utilización de sus nombres para la promoción del perfume, aunque Associated Press, últimamente muy cercana a lo que le gusta al régimen, había informado que uno de los funcionarios que hizo el anuncio manifestó que “las familias de ambos líderes habían sido consultadas y se mostraron satisfechas con el homenaje”.

La nota oficial decía tajantemente que “Iniciativas de esta naturaleza no serán aceptadas jamás por nuestro pueblo [es decir, por el régimen] ni por el Gobierno Revolucionario. Los símbolos ayer, hoy y siempre, son sagrados”. Curioso que no se haya visto así en los casos de las lociones Alejandro, Celia, y Lina, nombradas así por Fidel Castro, Celia Sánchez, y Lina Ruz, la madre de los Castro.

Una posterior declaración oficial del director de Labiofam aseguraba que la noticia había sido tergiversada por una periodista “mal intencionada” de la Associated Press, y acusaba a la agencia de crear “un show mediático” para alimentar la “campaña de desinformación a la que someten a [la] nación y al mundo”. Tesis conveniente con la que la “acusada” Andrea Rodríguez puede enjuagar su imagen de periodista que “denuncia” continuamente acciones “anticubanas” de Estados Unidos y defiende “razones” del régimen. Parecería una acción para mejorar la imagen “imperialista” de la empleada de la Associated Press.

Algo huele mal en Labiofam. El show no termina aquí. El sobrino de los Castro identificó inmediatamente al totí que cargará con la culpa: el anuncio de los perfumes lo lanzó un “especialista con una vasta experiencia profesional, de origen humilde, admirado por sus compañeros…”, algo así como un hombre nuevo, ¿no?, “motivado por sus sentimientos revolucionarios”, pero que afortunadamente ya había “reconocido su injustificable error de haber expresado que los nombres de los dos perfumes fueron consultados con los familiares de ambos líderes”. Estalinismo tropical.

¿Cómo fue posible hacer esos anuncios en un congreso internacional sin la aprobación de “las instancias correspondientes”? ¿Por qué se dijo haber consultado a los familiares de Guevara y Chávez si no era cierto? ¿Hubo realmente manipulación de la AP? ¿Quiénes son los familiares que aprueban esas actividades que ingresan bastante dinero en todo el mundo, explotando la imagen de esos mitos para soñadores, nostálgicos, revolucionarios de caviar y champán, resentidos, comunistas, y guerrilleros y terroristas sin trabajo?

Algún día se sabrá qué sucedió realmente en el “bisne” del perfume revolucionario. Tal vez algunos pretendieron excluir a quienes no podrían ser excluidos. O el reparto de territorios y ganancias entre “familias” no se concibió con los esquemas establecidos. O tal vez un eslabón aislado quiso jugar a cuentapropista y le cortaron las alas. O quizás todo podría haber sido para fortalecer la imagen “imperialista” de la periodista de AP. El tiempo dirá.

Por ahora, está claro que no combinan marketing socialista y perfumería revolucionaria, ni aun con estrategias peculiares en tiempos del cólera y la “actualización”.

Porque con el poder de “la familia” no se juega… ni aunque se perfume el juego.


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