Actualizado: 28/03/2024 20:07
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Reformas, Cambios

Modelando el postcastrismo

A la vista de todos, aunque algunos no se den cuenta

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La “actualización del modelo” se menciona continuamente por el régimen, y la prensa oficial aburre con el tema, pero el diseño realmente estratégico es la modelación del postcastrismo, la Cuba que los “históricos” pretenden dejar cuando salgan de escena por imperativos de la biología.

La “actualización del modelo” en que está inmerso el gobierno —ni revolucionario ni socialista— de Raúl Castro es un proceso imprescindible para esos fines, pues sin mecanismos funcionales en la economía no podrá lograrse nada, pero no es el objetivo final ni mucho menos, sino solamente el medio para avanzar hacia lo que se pretende.

Los eunucos mentales de la prensa oficialista y muchos desinformados en el exterior se deleitan hablando de cooperativas de ornitología autorizadas a exportar canarios y periquitos, o de los paladares y sus sofisticados menús, como evidencias de la profundidad de las reformas que se llevan a cabo en el país.

Sin embargo, frente a toda la escenografía y medidas superficiales, se avanza a toda velocidad en la culminación del proyecto del puerto de El Mariel, la instrumentación de la Zona de Desarrollo Especial anexa, y el entramado legal que dará sustento al proyecto más importante del régimen en la era de Raúl Castro, megaproyecto que, contrario a la creencia común, no depende de subsidios de Venezuela ni de remesas de cubanos desde el exterior, sino de los intereses del gobierno de Brasil, que desde ahora mismo quiere estar adentro para cuando llegue “el día después”.

Y no se trata de que la culminación del súper-proyecto sea para las calendas griegas o para los tiempos del “futuro luminoso” que nunca llega: ya se dice que la presidenta brasileña Dilma Rousseff visitará Mariel en enero del 2014 —dentro de cuatro meses— para la inauguración oficial de los primeros 700 metros de muelle. Hace tiempo está definida la empresa extranjera que administrará las instalaciones portuarias, y funcionarios cubanos viajan de un extremo a otro del mundo invitando a capitales vietnamitas y chinos a invertir mucho dinero en la Zona de Desarrollo Especial de El Mariel.

Después seguirán invitaciones a capitales rusos, japoneses, hindúes, iraníes, malasios, sauditas, cataríes, europeos, canadienses y latinoamericanos, y continuos guiños a los estadounidenses para que busquen vericuetos para burlar el embargo, con la intención estratégica de convertir la Zona de Desarrollo Especial en un país capitalista calibre reducido, repleto hasta sus últimos rincones de maquiladoras y almacenes, movidos con fuerza de trabajo barata, sin derechos sindicales, y espoleada por las necesidades de sustento para sus familiares.

Los capitales del exilio no están invitados a este aquelarre: ya el régimen ha dicho claramente que no le interesan, entre otras cosas por ser volúmenes irrelevantes de inversión, según criterios del Palacio de la Revolución. Los exiliados tendrán que conformarse con enviar dinero a familiares en Cuba para establecer, como cuentapropistas, nuevos negocios, o mantener y mejorar los ya existentes, con las limitaciones, amenazas y riesgos que la vigente “actualización” supone para los emprendedores cubanos en la Isla, siempre vistos, aunque no se diga abiertamente, como mal necesario y no como verdadero elemento dinamizador de la economía.

Junto a ello, papá-Estado seguirá controlando los grandes negocios: exportación de servicios médicos, turismo, níquel, minería, electricidad, comercio exterior, biotecnología, productos farmacéuticos, azúcar y derivados, industria ligera, tabaco, bebidas, construcciones, asesoría educacional y deportiva, y ramas fundamentales de la genética y ganadería, mientras la producción de alimentos será cada vez más dependiente de productores privados y cooperativas, aunque la propiedad de la tierra se mantendrá como monopolio estatal.

Las llamadas unidades empresariales superiores controlarán los recursos fundamentales para la producción y los servicios en el país, convenientemente dirigidas por “cuadros” empresariales formados en las fuerzas armadas y el Ministerio del Interior, de manera que quienes ocupen cargos de dirección en el partido, ministerios y gobiernos provinciales y municipales solamente tendrían una incidencia limitada en esas unidades empresariales superiores, que acumularán el verdadero poder económico en el país.

Los artesanos, los paladares, la arquitectura colonial, los “almendrones” frente al Capitolio y paseando por el Malecón, y las camisetas con fotos de Che Guevara y otras reliquias de la mitología revolucionaria seguirán siendo parte del folklore cotidiano para turistas extranjeros en todo el país, mientras los cuentapropistas abastecerán en pequeña escala productos y servicios para la subsistencia de los cubanos de a pie.

Sin embargo, se preguntará cualquiera, ¿qué hay sobre los derechos humanos, la libertad de expresión, los derechos de asociación y reunión, la democracia, y todas esas otras “boberías” sobre las que se habla en reuniones de la ONU y otras instituciones internacionales, y entre los opositores a la dictadura dentro de Cuba?

Ya el régimen acaba de dejar perfectamente claro hace pocos días que, sobre todo eso, solamente cumplirá lo que le convenga y cuando le convenga, siempre que no signifique someterse a presiones de los malos de siempre, el decir, del imperialismo, sus lacayos y la mafia de Miami.

Entonces, ¿el modelo del post-castrismo no tiene nada que ver con la democracia y la economía del mercado? ¡Pues claro que no!

El régimen nunca prometió eso. Así que no está engañando a nadie.

Allá los ilusos que se lo creyeron.


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