Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Hugo Chávez, Venezuela

Nuevos y graves errores de cálculo

Desde julio de 2011, cuando se conoció su enfermedad, el Presidente venezolano ha sido reo de su propio caudillismo

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El impetuoso Hugo Chávez, en la cúspide de su mecenazgo-patronazgo, topó con un obstáculo imponderable, la terrible mala pasada jugada por la fragilidad de cualquier ser humano: una grave enfermedad y la posible muerte.

Desde julio de 2011 el Presidente venezolano fue reo de su propio caudillismo. La reticencia a revelar su dolencia y el secretismo sobre el tipo y la magnitud del cáncer, denotaron gran miedo a enfrentar lo inevitable y un asesoramiento muy desacertado. Pudo deberse al afán por que no se resquebrajara el entramado que venía montando desde hacía 11 años, evitar las posibles conspiraciones palaciegas para sucederlo que de todas formas surgieron, y el descenso de su popularidad debido a los desabastecimientos de productos esenciales, la inflación, la corrupción y la rampante criminalidad, frente al auge de la oposición política preparándose para las elecciones presidenciales de octubre de 2012. En el plano exterior, avanzaba su dadivoso proyecto fraguado en ALBA para apoyar a los homólogos y deslumbrar a los pueblos empobrecidos, junto a la satisfacción de alcanzar titulares mundiales, aunque fuera por sus disparates e insultos.

Al misterioso cáncer operado en Cuba aquel verano, siguieron las fuertes sesiones de quimioterapia, hasta que el Presidente anunció con gran histrionismo que estaba totalmente curado. Con su choteo desparpajado para restar importancia a la enfermedad y mover la compasión de las masas, se mofó de los comentarios provocados por su oscuridad y acusó a la oposición de conspiradores mentirosos. Para infundir patetismo a sus relatos contó como Fidel Castro había estado al borde de su lecho y guiando su tratamiento, hasta que ya estaba tan bien que solo requería una buena dieta, que el Comandante en Jefe le estaba dirigiendo. Muy probablemente también le había recomendado que no aceptara los ofrecimientos de atenderse en el hospital de Brasil, donde Dilma Rousseff, Fernando Lugo y posteriormente Lula da Silva superaron el cáncer. Ahora quizás esté pensando que hay ayudas que matan, y recordando que su consejero estuvo al borde de la muerte por dictaminar como debían proceder los médicos en julio de 2006.

Ya fuera por terror a perder el poder o a un atentado, lamentablemente no hay vuelta atrás. Se demora la información sobre los detalles de la nueva operación y las expectativas de vida, lo que vuelve a nutrir las especulaciones y análisis médicos, políticos, económicos y hasta de los babalaos. Sí es incontestable que su destino pesa sobre el futuro de Venezuela y Cuba, donde por el apego al poder absoluto, un pequeño grupo, ineficiente administrador y productor, concibió la eternidad de la Unión Soviética y sus aliados del este de Europa, que al “desmerengarse” encaminó a los cubanos hacia la indigencia, y el Dorado de Chávez. Fidel Castro tuvo la visión de apadrinar al ambicioso joven teniente coronel, que luego de un frustrado golpe de Estado al presidente electo Carlos Andrés Pérez, tomó la senda de los nuevos tiempos a través de las elecciones. Llegaba justo a tiempo para socorrer con los petrodólares el embrollo del “Período Especial en Tiempos de Paz”, que aún prevalece.

He ahí que Hugo Chávez ha torcido el curso de la historia de Cuba en dos ocasiones. A comienzos de la década de 1990, la crisis económica fue tan intensa que Fidel Castro transigió a permitir una pequeña apertura con los mercados libres campesinos, trabajadores por cuenta propia en limitadas profesiones, cierta descentralización empresarial y del comercio exterior, el turismo, las inversiones extranjeras y las empresas mixtas. Comenzó un auge económico apreciable en comparación con la inmensa escasez, el fin de los apagones de más de 10 horas y, sobre todo, el distanciamiento de las personas respecto al Estado, único empleador. Pero con la subvención del Presidente venezolano, regresó la centralización y la eliminación por diversas vías de la iniciativa privada.

La segunda ocasión está en curso, acuñada en la Primera Conferencia del Partido Comunista, efectuada entre el 28 y el 29 de enero de este año. Raúl Castro había asumido la presidencia provisional el 31 de julio de 2006, heredando la crisis económica, política y social más profunda de la historia cubana. Pasado el susto de recibir súbitamente un poder compartido como determinó el moribundo Fidel Castro, fue logrando espacio y colocando en los puestos claves a los militares que lo arroparon durante sus más de cuarenta años como Ministro de las Fuerzas Armadas. Chávez daba visibilidad al Comandante con conversaciones telefónicas, visitas y fotos. El General no demostraba simpatías hacia el intruso. Memorable resultó el discurso del 26 de julio de 2007, cuando reconoció la necesidad de cambios estructurales y de conceptos, que fue posponiendo.

En sus propósitos de “eliminar prohibiciones absurdas”, en 2008 autorizó la venta de computadoras (sin acceso a Internet) y líneas para teléfonos celulares, el hospedaje de los cubanos en los hoteles para extranjeros, así como en 2010 el inicio de la entrega de tierras ociosas en usufructo para procurar la frugal comida del pueblo con esfuerzos propios en detrimento de la extraordinaria importación de los alimentos, y la autorización de más actividades por cuenta propia. Sin embargo, las limitaciones, los impuestos y la carencia de insumos han frenado su desarrollo, mientras se posponen las modificaciones a pesar de que altas autoridades han reconocido su necesidad. Otro importante descalabro ha sido la imposibilidad de reducir en 1,3 millón los trabajadores de las entidades estatales (un cuarto de la fuerza laboral) en tres años, pasándolo a cinco, ya que es imposible su reubicación en los esfuerzos propios.

Habría que preguntarse por qué el frenazo de Raúl Castro que, luego de ser investido en la presidencia el 24 de febrero de 2008, parecía consolidarse. Al anunciar la Conferencia del PCC denotó el entusiasmo de un dirigente que cimentaría la base de su impronta. La decepción entre los cubanos llegó con la publicación del proyecto de documento para el evento, y la escasa propaganda al acercarse auguraba lo peor. Allí se repitieron los dogmas. “Sin prisa, pero sin pausa” es el nuevo lema del Presidente. Por entonces Fidel castro reapareció en largas reuniones con tertulias seleccionadas, coincidiendo con la recuperación de Hugo Chávez.

En el plano exterior, Raúl Castro comenzó su mandato expresando disposiciones al diálogo con Estados Unidos, pero paulatinamente resurgió la confrontación, signada desde diciembre de 2009 por el encarcelamiento de Alan Gross en La Habana. También el General realizó viajes a China, Rusia, Argelia y Angola, entro otros países, en un evidente esfuerzo por diversificar las relaciones económico-comerciales, lo cual ha resultado muy difícil por la carencia de productos exportables y garantías de pago. Paralelamente se incorporó a los mecanismos de integración hasta la creación de la Comunidad de Estados de América Latina y el Caribe, cuyos integrantes previamente lograron eliminar la suspensión del Gobierno cubano por la Organización de Estados Americanos (OEA), con la evidente anuencia de Estados Unidos. Sin embargo, probablemente el renovado empuje Fidel-Hugo explique las intenciones de minar la VI Cumbre de las Américas, a efectuarse en Colombia en abril próximo.

La recurrencia de la grave enfermedad de Chávez, junto a la incertidumbre sobre el resultado de su reelección y las posibilidades económicas de Venezuela, aconseja el urgente replanteo de la política exterior de Cuba más allá del reciente viaje del vicepresidente Marino Murillo como enviado personal de Raúl Castro a China. En el plano interno ya no sirven las promesas para motivar al pueblo, pues se han desvanecido las esperanzas de cambios sustanciales, al menos económicos inicialmente. Las medidas proyectadas tienen que acelerarse para comenzar a andar con pies propios y afrontar el recrudecimiento de la crisis imperante desde hace años, con la participación de todos los cubanos.


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