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Fidel, Raúl, Cambios

¿Qué ha cambiado en Cuba?

La Cuba sin Fidel Castro inmiscuyéndose en cada aspecto de la vida de sus habitantes es distinta, pero también demasiado cercana a cuando este lo decidía todo

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Diez años después de que Fidel Castro se apartara del poder cotidiano en Cuba, los cambios ocurridos en el país constituyen un tema de debate cotidiano. ¿Cuánto ha cambiado y cuánto permanece igual? La respuesta esta pregunta no depende solo de la ideología y la óptica política de quien la responda, sino fundamentalmente de si la mirada se dirige al pasado, presente o futuro.

Los hechos

Luego de que el 31 de julio de 2006 la televisión cubana anunciara que el ahora exgobernante delegaba provisionalmente la jefatura del Estado en su hermano Raúl, tras ser sometido a una complicada intervención, se sucedieron los rumores y especulaciones durante dos años, durante los cuales la salud de Fidel Castro fue “secreto de Estado” —en buena medida continúa siéndolo—, hasta que su hermano Raúl Castro fue nombrado formalmente presidente del Consejo de Estado en febrero de 2008.

Lo que por mucho tiempo se especuló —principalmente desde Miami— de que sería el inicio de un período potencialmente convulso, lleno de interrogantes, con afirmaciones en el exilio de no sería admitida una simple “sucesión”, terminó siendo un relevo suave y sin traumas, que terminó de consolidarse en 2011, con la elección del menor de los Castro como primer secretario del Partido Comunista de Cuba.

Desde su llegada al poder, Raúl emprendió un proceso de “actualización” del sistema económico “socialista”, que en lo político contaba con un precedente importante en el discurso de Fidel Castro el 17 de noviembre de 2005, en el acto por el aniversario 60 de su ingreso en la Universidad de La Habana.

En aquella ocasión, Fidel Castro dijo en la universidad habanera que el proceso iniciado el primero de enero de 1959 estaba en peligro de ser destruido por los mismos que lo sustentaban.

“Este país puede destruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no pueden destruirla hoy son ellos [Estados Unidos]; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y sería culpa nuestra”, afirmó Fidel Castro.

Lo que entonces se vio como un posible inicio de una especie de “revolución cultural” a la cubana nunca llegó a concretarse, entre otras cosas por la mala jugada que la salud le ocasionó al líder del proceso. Sin embargo, su hermano inició una transformación por otras vías, donde la lentitud ha marchado pareja con una coyuntura internacional que hasta hace poco le resultó completamente favorable. Y si bien en la actualidad algunos factores, desde la muerte del mandatario venezolano Hugo Chávez hasta la actual crisis económica venezolana, junto a un cambio en la correlación de las fuerzas partidarias de la izquierda radical en Latinoamérica, han producido un cambio negativo para el Gobierno de La Habana, por la otra el “deshielo” en las relaciones con Estados Unidos ha actuado en sentido contrario, compensando en parte los factores desfavorables.

Reformas económicas

Entre las demasiado lentas reformas económicas introducidas por Raúl Castro hay que señalar los espacios abiertos al sector privado, mayores facilidades a la inversión extranjera, o la eliminación de algunas restricciones que agobiaron a los cubanos por décadas como los viajes al exterior o la compraventa de automóviles y viviendas. Hasta 2014 se registraron compraventas de 80.000 vehículos y de 40.000 viviendas, según las autoridades.

En la Cuba de hoy, alrededor de medio millón de personas son cuentapropistas, una nueva clase de emprendedores, microempresarios y asalariados autónomos que han cambiado el panorama económico del país con miles de pequeños negocios como restaurantes, cafeterías, hostales, gimnasios o salones de belleza, algo que fue impulsado por la reforma de Raúl, que amplió las posibilidades de la iniciativa privada que estableció su hermano. En 2005 la cifra de los llamados cuentapropistas no superaba los 165.000.

El Gobierno ha permitido, aunque restringido y manteniendo la censura a sitios como CUBAENCUENTRO, el acceso a Internet. Hasta junio operaban en el país 125 zonas WiFi, 665 salas de navegación y más de tres millones de líneas celulares.

Con todo, debido a los bajos salarios y las dificultades económicas que todavía atraviesan muchas familias, las reformas no han frenado el éxodo de cubanos a cubanos a EEUU. Todo lo contrario: ha ocurrido un fenómeno a la inversa, en buena medida ante el temor de que se terminen los beneficios migratorios con que cuentan.

Sin embargo, estos cambios económicos no han resultado suficientes.

Valoraciones

En 10 años se “podían haber ejecutado muchos otros cambios estructurales. Los resultados han quedado muy por debajo de las expectativas”, dijo Pavel Vidal, economista cubano que trabaja en la Universidad Javeriana de Colombia, a la Agence France Presse (AFP).

Vidal cita el hasta ahora frustrado desmonte del bimonetarismo implantado hace 12 años (que genera inflación) y la modesta apertura a la inversión extranjera. “No siempre la gradualidad y los cambios parciales son la mejor forma de enfrentar los problemas”, señala.

Por su parte, Arturo López-Levy considera que Raúl Castro ha contribuido a que una parte de los cubanos, especialmente en La Habana, mejore su “estándar de vida”.

“Los más conservadores querían una reforma gradual, controlada y limitada a la economía, pero Raúl Castro ha procurado además algunos cambios políticos”, señaló López-Levy según la AFP.

La reforma migratoria que le permite viajar a los cubanos, la “expansión de libertades religiosas” y la descentralización del aparato de Gobierno son, a juicio de este López-Levy, parte de esas reformas.

Al mismo tiempo, Raúl Castro ha llevado a cabo una política exterior más pragmática y abierta que le ha acercado, entre otros, a la Unión Europea, bloque con el que Cuba rubricó el pasado marzo su primer acuerdo de diálogo político y cooperación.

En este sentido, el cambio más importante bajo el Gobierno de Raúl Castro ha sido el “deshielo” diplomático con Estados Unidos.

En el último año, miles de estadounidenses han visitado Cuba, que en 2015 batió el récord de 3,5 millones de turistas, un boom que está nutriendo la economía de vitales ingresos en divisas pero que también evidencia la endeble infraestructura del país.

Represión

En lo que respecta a la represión, violaciones de derechos humanos y acoso a disidentes y opositores, el historial del Gobierno de Raúl Castro se diferencia en algunos métodos pero conserva la esencia del Estado policial establecido décadas atrás por su hermano Fidel.

Aunque por lo general las largas condenas de cárcel han sido sustituidas por detenciones breves y continuas, la maquinaria de terror continúa vigente. Si bien se ha permitido viajar al exterior y regresar a la mayoría de los disidentes —en ocasiones bajo restricciones, prohibiciones temporales y con la denuncia de acoso y maltratos otras veces—, los mítines de repudio y otras formas de abusos continúan.

El Observatorio Cubano de Derechos Humanos, con sede en Madrid, documentó seis mil 378 detenciones arbitrarias en Cuba durante en el primer semestre de 2016, de acuerdo a Martí Noticias.

Tres mil 188 contra mujeres y tres mil 190 contra hombres. Ciento noventa y dos personas fueron golpeadas brutalmente y 15 activistas de derechos humanos se encuentran en prisión desde hace varios meses y están pendientes de juicio por su activismo político, según la información de Martí Noticias.

Fidel Castro

El revolucionario cubano que desde temprano se identificó con Alejandro Magno, un personaje entre la historia y el mito, al que persiguió con un nombre repetido en documentos e hijos, no es más que eso: un hombre aferrado a la vida. Lo demás ha sido un nombre, apenas un ideal, pero jamás un modelo.

Morir joven nunca entró en los planes de Fidel Castro. Abandonar el poder tampoco. Pero ha sabido adaptarse a cualquier circunstancia, adaptarse a los tiempos, salvar lo que se pueda.

Lo que vale la pena conservar para Fidel Castro se resume en aspectos muy concretos. En primer lugar, la continuidad de un proceso. Contribuir a esa continuidad es su tarea principal en estos momentos. Los cubanos saben que está ahí, en textos que aparecen ocasionalmente, en carteles y fotografías que continúan invadiendo el paisaje de la Isla, en las referencias constantes de su hermano y otros miembros del círculo del poder, en las referencias y artículos, reportajes y textos laudatorios que a diario aparecen en la prensa oficial cubana.

El mandato de Raúl Castro ya puede prescindir de un Fidel Castro que se inmiscuya en todos los aspectos de la vida cotidiana de quienes viven en la isla, pero aún no puede renunciar a su presencia.


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