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Emigración, Centroamérica, Nicaragua

Descubren a cubanos escondidos en una pipa en Nicaragua

Tras Ecuador comenzar a pedir visa, Guyana se ha convertido en el punto de partida en Sudamérica para los cubanos que intentan llegar a Estados Unidos

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Veintiséis emigrantes cubanos y asiáticos fueron descubiertos en Nicaragua mientras trataban de atravesar el país dentro de una pipa colocada sobre un camión.

Entre sábado y domingo, cuatro traficantes fueron capturados en plena faena tratando de pasar emigrantes por el puente de Ochomogo y en un punto ciego de la frontera de Peñas Blancas., informa el diario La Prensa de Nicaragua.

El caso más ingenioso fue descubierto por la policía del puesto de control de Ochomogo a las 12:20 de la medianoche del domingo, cuando un camión placa M 243536, conducido por Rigoberto José Navarrete Gutiérrez de 24 años, y originario de San Rafael del Sur, llevaba una pipa en el camastro y dentro iban ocultos 26 emigrantes.

De acuerdo con el capitán Elio Martínez, vocero de la policía de Rivas, cuando los agentes policiales descubrieron que dentro de la pipa iban los indocumentados (22 varones y cuatro mujeres), procedieron a detener al conductor Navarrete Gutiérrez y a su acompañante Jorge David Pérez Ortiz, de 24 años y del mismo municipio.

Los 33 indocumentados, descubiertos en dos operativos diferentes, fueron entregados a Migración y Extranjería para los trámites de deportación o devolución a territorio costarricense.

Los otros dos detenidos, capturados en un punto ciego de la frontera de Peñas Blancas, son Nelson Gutiérrez Guevara, originario de El Caserío, en el municipio de Tola, y Gabino Marcelo Álvarez Chávez, de 52, de La Calera, municipio de Cárdenas.

Fueron capturados por soldados del Ejército de Nicaragua a las 8:00 de la noche del sábado, por el sector de la finca Santa Isabel, de La Pimienta, municipio de Cárdenas, cuando trataban de cruzar a territorio nacional a siete africanos originarios de El Congo, Angola y Costa de Marfil.

Los dos traficantes junto con los siete africanos fueron entregados por el ejército a la policía nacional.

Mientras tanto, un total 3.500 cubanos esperan en territorio panameño para seguir viaje a Estados Unidos, informa la BBC.

En el abandonado hotel de Paso Canoas, los cubanos no pierden la esperanza.

Pero el ambiente lúgubre de los pasillos a oscuras y el aplastante calor los deja expuestos al tedio y a merced de una sola y poco fiable conexión de Internet para cientos de celulares como vía de entretenimiento y escape.

Donde solían dormir dos, ahora se apiñan 10 y la recepción está atendida por soldados. Ya no quedan rastros de que alguna vez fue un hotel.

Su odisea por las Américas los ha llevado desde la Isla a Ecuador, hasta que en diciembre se les comenzó a exigir visa, y ahora es Guyana el punto de partida en Sudamérica. Desde allí atraviesan Venezuela y desde Colombia pasan a Panamá.

Ese periplo lo han hecho familias enteras, abuelos, nietos, suegros, nueras, primos, hombres solos, embarazadas.

Una de ellas es Sucel Palacio, que en tres meses dará a luz.

Junto a su pareja Yoandry Cautin y sus dos hijos salieron de Cuba un día después de Navidad.

Volaron a Guyana, viajaron por mar hacia Venezuela, cruzaron a Colombia y llevan casi cuatro meses en Paso Canoas.

“He estado aquí prácticamente sin atención médica, recién hace dos semanas me hicieron un ultrasonido, unos análisis, y tenía infección en los riñones e infección urinaria, por toda la travesía, los montes y las selvas que atravesamos, y el agua que tomamos del río”, le cuenta Palacio, de 29 años, a BBC Mundo.

Se estima que unos 40.000 cubanos llegaron a EEUU por vía terrestre el último año, un incremento cercano al 80 % con respecto al año previo, de acuerdo a cifras oficiales.

“Ha sido muy duro, llevamos meses acá varados”, agrega Palacio sentada sobre su cama en el hotel, “sin respuesta de nada, sin saber qué va a pasar con nosotros”.

Lo más difícil de hacer este viaje, dice, es arriesgar la vida de sus hijos pero lo hace para darles “una vida mejor, un futuro mejor porque en Cuba no tenemos eso, nos reventamos trabajando y no vemos el trabajo”.

Casi a diario sueña, literalmente, con el momento de atravesar la frontera de Estados Unidos. Se imagina lanzándose al piso, besando la tierra, llorando por él.

Casi 75.000 cubanos entraron a EEUU desde octubre de 2014 beneficiados por la Ley de Ajuste Cubano, de 1966, que les otorga la residencia permanente al año de haber llegado al país.

En ese mismo período, casi 132.000 centroamericanos han sido detenidos en la frontera entre México y EEUU. La mayoría terminan compareciendo en tribunales y son deportados.

El presidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, aseguró días atrás que le pidió a su par estadounidense, Barack Obama, que derogue las leyes que alientan la migración cubana.

Otro caso es el de Sandra y su marido Jorge, de 55 y 58 años, respectivamente.

“Ya vamos viejos para ese país, ya vamos viejos, y mira en la travesía que nos hemos metido, ya vamos viejos”, le dice a BBC Mundo en su habitación.

Sentada sobre un cajón de plástico azul cuenta cómo conviven 10 personas en el cuarto.

Los colchones se apilan de a dos y se extienden en el piso en la noche, la ropa que a veces lavan en el río cercano se cuelga ahí mismo, la cocinilla que usan para mejorar la comida que les traen dos veces al día, los recipientes de plástico en el baño para poder ducharse porque el agua no llega al tercer piso.

“Las condiciones son decadentes porque no nos pueden ofrecer más. Voy a cumplir tres meses aquí y hay gente que lleva desde noviembre. La desesperación es muy grande”, dice Sandra.

“Lo único que pedimos es que haya una coordinación entre los países centroamericanos, lo que queremos es llegar, no queremos hacerle gastos a Panamá, ni a Costa Rica ni a Nicaragua, que ha sido el promotor de todo este estancamiento”.

Nicaragua, aliado de Cuba, cerró su frontera a los cubanos en noviembre pasado y dejó a unas 8.000 personas varadas en Costa Rica.

Tras un acuerdo regional, entre enero y marzo los cubanos pudieron volar a El Salvador para desde allí tomar autobuses a Guatemala y luego a México.

Después Costa Rica, tras haber abierto casi 30 refugios y asistido a los cubanos durante meses, decidió cerrar su frontera y le tocó entonces el turno a Panamá de acogerlos.

Llegó un momento en que los hoteles en Paso Canoas ya no dieron abasto, y el Gobierno abrió un campamento sobre la Carretera Panamericana, a un kilómetro y medio de distancia de la frontera.

Mil quinientas personas se alojan en carpas en el refugio de San Isidro, cerca de la frontera con Costa Rica.

La salida no está clara. Y no son pocos los que se plantean usar coyotes para cruzar ilegalmente las fronteras restantes.

“Me daría miedo irme con coyote. Si tuviera que hacerlo en un mes, dos meses, si no se resuelve la situación y consigo el dinero, sí me arriesgaría”, afirma Edison, de 30 años.

En el hotel, Jesús —12 años, espigado, la 10 de Messi en la espalda— deambula aburrido por los corredores.

Recostado sobre una pared donde alguien pegó un par de hojas con “los pilares de la democracia”, se lamenta.

“Mis papás no tienen plata para coyotes y tienen miedo por mi hermana así que tenemos que esperar”, dice.

“Esperar y esperar hasta que algo pase”.


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