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Realidad e ilusión entre los cubanos ante el “deshielo”

Se espera que la flexibilización de las restricciones para que los estadounidenses viajen a la Isla y la ampliación de las remesas tengan un impacto dramático en Cuba

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El júbilo desatado por el anuncio de la distensión en las relaciones entre Estados Unidos y Cuba hace dos meses ha dejado paso a la resignación a medida que muchos cubanos se dan cuenta de que están solo al inicio de un largo proceso que no es probable que vaya a aliviar sus problemas cotidianos en el corto plazo, informa la AP.

Los sueños de ver como productos estadounidenses inundaban las tiendas de La Habana y de tener facilidades para visitar a sus familiares en Florida se han disipado, en parte por una campaña coordinada entre medios estatales cubanos y funcionarios para rebajar las expectativas y recordar a la gente que los principales puntos del embargo que afecta a la Isla desde hace medio siglo siguen vigentes.

Mientras funcionarios cubanos se dirigen a Washington para la segunda ronda de conversaciones que busca restaurar las relaciones diplomáticas, que comenzará el viernes, muchos en la clase obrera isleña dicen que ya no esperan cambios inmediatos en sus vidas a pesar del resultado de las negociaciones.

“La gran expectativa que se levantó con la noticia el primer día ha bajado mucho y ahora la gente en la calle casi no habla del tema”, dijo Magali Delgado, una trabajadora del Ministerio de Comercio Exterior jubilada que subsiste con una pensión de $11 mensuales. “La gente como está tan desesperada lo que quiere y hubiese querido son resultados concretos, inmediatos”.

Esto supone un marcado contraste con respecto a la emoción del pasado 17 de diciembre, cuando los cubanos festejaron en la calle luego de que el presidente estadounidense, Barack Obama, y su homólogo Raúl Castro anunciaron que intercambiarían espías presos, impulsarían la reapertura de embajadas y buscarían normalizar la disfuncional relación que mantienen las dos naciones desde hace décadas.

“Las expectativas se fueron más allá de los anuncios”, dijo Joaquín Borges, un sociólogo y crítico cultural muy leído en el país. “Hay personas que malinterpretaron, a nivel popular sobre todo, a nivel de calle, que ya todo se iba a resolver y que las escaseces que ha tenido Cuba por causa del bloqueo y de la crisis económica se iban a solucionar de la noche a la mañana”.

Gustavo Machín, subdirector del Ministerio de Exteriores cubano para Estados Unidos, dijo que el gobierno comunista sintió la necesidad de dejar claro a su gente y al resto del mundo que una apertura hacia su vecino no significaba que las cosas fuesen a cambiar de la noche a la mañana.

“Creo que no solo los cubanos, sino los norteamericanos y el mundo entero tuvo que aclararse bien de cuál era la realidad que se estaba anunciando y desafortunadamente hubo que bajar las expectativas”, explicó Machín.

Pero el pesimismo está lejos de ser universal.

Se espera que la flexibilización de las restricciones para que los estadounidenses viajen a la Isla y la ampliación, por cuatro, del límite de las remesas aprobada por Obama tengan un impacto dramático en el corto plazo entre los cubanos privilegiados con vínculos a la economía global. Hay también miles de jóvenes motivados y altamente cualificados que esperan aprovechar la apertura con Estado Unidos para aspirar a más prosperidad.

“Yo soy optimista, tengo una visión de un futuro mejor”, dijo José Torres, enfermero, de pie en la esquina de una calle mientras revisaba mensajes en su smartphone. “Mejorar el internet, mejorar en el sentido de viajes para otros países, exportar mercancía cubana, importar mercancía estadounidense (...) poder tener acceso a Facebook, a Google”.

El pesimismo es más fuerte entre los cubanos que carecen de lazos con el turismo, impulsor de la economía nacional, familiares en el extranjero que les envíen dinero o la percepción de que pueden pasar a uno de los sectores que se verá beneficiado por las mejores relaciones con Estados Unidos. Virtualmente, todos los nuevos vínculos económicos propuestos entre las dos naciones implicarían al sector privado isleño, que ya emplea al 40 % de la población, según un estudio de Brookings Institute de 2013.

“Hay una generación nueva que domina el Internet, que domina la computación, que si tiene posibilidades”, dijo Alberto Rodríguez, conductor de un taxi bicicleta, mientras limpia la suciedad de la cadena y los platos de su vehículo en una calle de La Habana Vieja. “Yo soy una persona mayor y no tendría más para competir en este mercado”.

Alexis Ramos, conserje en una clínica médica, dijo con pesimismo: “Espero que los ricos se hagan más ricos y los pobres más pobres”.

Un alto cargo del Departamento de Estado de Estados Unidos, que insistió en el anonimato, dijo el miércoles que funcionarios estadounidenses estarían encantados de reabrir su embajada en La Habana antes de la Cumbre de las Américas, que se celebrará en abril en Panamá y a la que está previsto que acudan tanto Obama como Castro.

Pero los dos países parecen todavía muy distantes en algunos temas clave, en especial la presencia de Cuba en una lista estadounidense de naciones que patrocinan el terrorismo internacional. Aunque Obama dijo que Cuba saldrá de la lista, el funcionario del Departamento de Estado en Washington ve ese proceso como independiente de las conversaciones diplomáticas con la Isla y apunta que cualquier demora vinculada a la lista es “un retraso provocado por ellos mismos”.

Funcionarios en La Habana no comparten esta opinión.

Machín dijo que la retirada de la lista no es una condición formal para el restablecimiento de relaciones, pero que será imposible alcanzar avances sin novedades sobre ese aspecto.

“¿Cómo podríamos explicar al pueblo cubano, a Estados Unidos, a Latinoamérica, a todo el mundo que Cuba y Estados Unidos están restableciendo relaciones diplomáticas y que Cuba aún está en la lista?”


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