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Trump y su problema con Cuba, los cubanos y los estadounidenses

“A pesar de lo que argumentan los defensores del embargo, la dureza de este nunca se ha relacionado con mejoras en cuestiones de derechos humanos”

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Christopher Sabatini, profesor de la Escuela de Relaciones Internacionales y Públicas de la Universidad de Columbia y director de Global Americans, publicó un artículo en The New York Times donde a su entender resume algunos de los aspectos básicos sobre la situación cubana, que debieran tener en cuenta tanto el presidente Donald Trump, como la totalidad del Congreso, los empresarios y grupos de interés estadounidenses, así como quienes gobiernan en Cuba.

“A pesar de lo que argumentan los defensores del embargo —escribe Sabatini—, la dureza de este nunca se ha relacionado con mejoras en cuestiones de derechos humanos. Las medidas más severas en la historia moderna de Cuba tuvieron efecto en abril de 2003, cuando el gobierno cubano detuvo a 75 activistas de derechos humanos y periodistas independientes para sentenciarlos a un promedio de 20 años de cárcel. Esto sucedió en el punto más alto del embargo, durante la administración de George W. Bush, cuando incluso los cubanoestadounidenses tenían restricciones en cuanto al número de visitas a sus familias en la Isla o al envío de dinero”.

Los cambios, escribe Sabatini refiriéndose a la política de “deshielo”, también han ayudado a generar trabajos e ingresos para la economía estadounidense. “Desde que el presidente Obama suavizó las restricciones para viajar, el turismo ha prosperado. El año pasado, un estimado de cuatro millones de visitantes fueron a la Isla, entre ellos más de 600.000 desde Estados Unidos: un aumento de 34 por ciento en comparación con 2015. Estos viajes han ayudado a impulsar la industria hotelera en los dos lados de los estrechos de Florida. Delta, American, JetBlue y otras aerolíneas vuelan a diario al menos a seis ciudades cubanas y los cruceros Carnival transportan ciudadanos estadounidenses al puerto de La Habana. Airbnb también tiene una lista de cientos de casas privadas donde se pueden alojar los estadounidenses de mente abierta e interactuar con los lugareños. La semana pasada, la empresa dijo que sus conexiones habían ayudado a poner 40 millones de dólares en los bolsillos de los cubanos dueños de hostales”.

Sin embargo, señala el académico estadounidense, el “Gobierno de Castro obtiene beneficios monetarios gracias al aumento del flujo turístico a la isla, pero se ha resistido a la apertura que viene de la mano de este. Ya no encarcela a la misma cantidad de prisioneros políticos como lo solía hacer. Su nueva táctica consiste en detener temporalmente a los activistas. Sin embargo, la presa se ha roto”.

“Cuando estuve en Cuba el año pasado, y en comparación con la situación que se vivía cuatro años antes, me fue imposible no notar la diferencia en la disposición de las personas para manifestar sus opiniones, la creciente prosperidad de una clase de empresarios independientes y —como también lo informó el Comité para la Protección de los Periodistas— el auge de nuevos espacios en línea para el periodismo independiente y de investigación. Es por ello que los defensores internacionales de derechos humanos apoyan la moderación del embargo”, señala Sabatini.

El profesor indica que: “Antes de ir a Miami, el presidente Trump necesitará sopesar con cuidado sus opciones. No fue elegido por una pequeña parte de la población cubanoestadounidense de Florida, y sus acciones permitirán que el gobierno de La Habana utilice la retirada como una excusa para quedarse atascado en la Guerra Fría”.

“Si Trump revierte drásticamente las iniciativas de Obama, las universidades que han disfrutado de la libertad de intercambio académico, los negocios y sus trabajadores, y los millones de ciudadanos que han viajado a la Isla y se han relacionado con las comunidades cubanas, deberán alzar la voz. Les corresponde exigir que las políticas actuales sirvan a los intereses de Estados Unidos a largo plazo y promuevan los valores de apertura y confianza en la libertad y el cambio, lo cual finalmente también sirve a los derechos humanos”.


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