Jueves, 20 septiembre 2001 Año II. Edición 196 IMAGENES PORTADA
Sociedad
Navegantes clandestinos

Apenas un mínimo porciento de los cubanos de la Isla tiene acceso a Internet. Sin embargo, cada día son más los cibernautas que se conectan ilegalmente.
por IVáN GARCíA  
Internet

La red de redes está presa en Cuba. Aunque el régimen vende el mensaje de que Internet está abierta para todos, no es cierto.

René Castaño, 60, escritor, siempre tuvo la certeza de que la muerte lo sorprendería sin poder navegar por Internet. Había leído toneladas de artículos y le parecía cosa de magia o ciencia ficción.

Cuando a fines del agosto caluroso e insoportable que se vive en Cuba un amigo extranjero lo llevó a surfear por la Web en un hotel habanero por cinco dólares la hora, lloró de emoción. "Toda la información estaba ahí. Parecía un niño pequeño y travieso, saltando de página en página. No podía creer que yo estuviera navegando por la Red".

Como el escritor capitalino hay millones en la Isla que tienen a Internet como algo exótico, sólo visto en filmes. Entre habituales y eventuales se calcula que 428 millones de personas acceden cada día a Internet, pero las cifras cubanas son ridículas. Según fuentes consultadas apenas un mínimo porciento de la población tiene acceso a la telaraña mundial.

Muchos de los que pueden comprobar que la Web realmente existe son funcionarios e intelectuales leales a Castro. Es el precio para poder tener un PC y navegar por el ciberespacio. Incluso, el Gobierno se arroga el derecho de bloquear las páginas consideradas "enemigas".

Desde que Cuba se conectó a la Red, en octubre de 1998, ha creado mecanismos para que las personas que naveguen, además de ser leales al Comandante, no lean la "basura nociva" de sus enemigos. Fue a partir de esa fecha que surgieron los navegantes clandestinos. Algunas personas que, por lo general, trabajan para el Gobierno y están autorizadas a poseer una PC, por 30 dólares mensuales "cuadran" con cualquiera que labore en alguno de los tres servidores nacionales de Internet y a navegar se ha dicho. Libremente.

"Me paso horas frente a la pantalla. Las vacaciones del 2001 me las he pasado navegando y chateando con gente de diferentes países. Ahora me siento más informada", dice Clara Cuesta, 29, arquitecta. En cuanto a posibilidades, Cuba está al nivel de los talibanes de Afganistán o los coreanos del norte: ellos tampoco pueden acceder con libertad a la Web.

En la Isla el teléfono es un lujo. Se calcula que solamente el 15% de la población lo posee. Casi todas las líneas están desfasadas. Es cierto que en muchos centros laborales hay ordenadores, pero no están conectados a la Red. Sólo en la Academia de Ciencias y en algunos hoteles de lujo se puede descubrir el maravilloso mundo de Internet por cinco dólares la hora (la mitad del salario promedio mensual de un empleado). En los clubes de computación, llamados Joven Club, en manos del régimen, se puede navegar gratis pero solamente por los portales gubernamentales.

El libre flujo de información, que supuestamente debiera brindar Internet, está estrictamente controlado en Cuba. Muchos como Juan Rodríguez, 19, estudiante, se preguntan por qué. "Si Fidel nos repite a diario que la verdad está de nuestro lado, no entiendo por qué teme abrir Internet para todos". Si eso sucediera, infinidad de cubanos sabrían de qué lado está la verdad.


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