| La otra cara de la moneda |
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| Un fracaso más. Veinte años después de su creación, la inercia y la ineficacia campean por los consultorios del médico de la familia. |
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| por MARíA DE LOS ÁNGELES MENéNDEZ |
Parte 1 / 2 |
En 1982, en un policlínico de Lawton, surge la idea del médico de la familia, que en principio recordaba la labor del médico de cabecera. En esa ocasión doce estudiantes, que habían hecho el sexto año de Medicina como rotatorios, formaron el grupo inicial.
El propósito era que cada uno de ellos atendiera 120 familias y disminuyera así la presión asistencial en los policlínicos y cuerpos de guardia hospitalarios. Tener un médico cercano debía brindar mayor seguridad a la población.
Estos médicos de familia no contaban con un lugar para consultar, por lo que se habilitaron locales y hasta algún vecino brindó su casa. Con posterioridad, se construyeron los consultorios. Al inicio sólo se fabricaba la vivienda del médico, luego serían edificios que incluían la casa de la enfermera y algunos apartamentos para aquellos microbrigradistas que, con una buena cantidad de años prestados en la construcción, tenían posibilidad de optar por una vivienda.
Se cometieron algunos abusos para lograr los terrenos donde serían fabricadas las postas médicas, pero la intención era que tanto el médico como la enfermera estuvieran disponibles a tiempo completo.
Estos galenos tendrían la posibilidad de hacerse especialistas en Medicina General Integral (rotar por medicina interna, pediatría, ginecología y cirugía); conocer, en la práctica, todas las dolencias que pueden aquejar a un grupo poblacional extenso y, además, tras dos años de servicio, optar por una segunda especialidad que ya sí sería verticalizada.
La solución al apremiante problema de la vivienda y la posibilidad de una segunda especialidad deberían constituir estímulos para aquéllos que al terminar la carrera se acojan a ese plan que, sin embargo, no está bien visto por los estudiantes de Medicina.
En el balance del MINSAP (Ministerio de Salud Pública) del año 2000, se reconocieron deficiencias en las labores de estos profesionales. Los cuerpos de guardia y las consultas hospitalarias externas continúan atendiendo una cantidad de pacientes para los que no están diseñados. Los programas de atención primaria no se cumplen en su totalidad y la situación sigue siendo muy parecida a la que existía antes de la creación del plan.
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