El timo de la 'revolución energética'
¿Cómo puede un cubano pagar un refrigerador al mismo precio que un europeo?
SE DICE QUE en la Isla muchos maldicen la hora en que al máximo líder se le ocurrió la peregrina idea de la 'revolución energética'.
Los problemas del invento de moda —al estilo de otros anteriores como el cordón de La Habana, la desecación de la Ciénaga de Zapata o la zafra de los diez millones— suman más preocupaciones a la vida cotidiana del cubano de a pie, empezando por la mala calidad de los artículos vendidos —que no 'dados'—, el precio de los mismos y la elevación inmisericorde del recibo de la electricidad.
El mayor escándalo que sacude la 'generosidad' castrista viene dado por los precios. La suma de los efectos electrodomésticos (Olla arrocera, olla multipropósito, hornilla eléctrica, calentador de agua y refrigerador) ronda los 3.592 y 6.592 pesos cubanos. En dólares, entre 143 y 263, aproximadamente, siempre dependiendo del tipo de refrigerador.
El salario medio en Cuba, según cifras oficiales, es de unos 350 pesos (14 dólares, a un cambio de 25 pesos por 1 dólar). Un persona con estas características necesitaría entre 10 y 18 meses de salario íntegro para pagar las bondades de la 'revolución energética'. O endeudarse por varios años para agenciarse cuatro cacharros de cocina.
El asunto adquiere dimensiones de escándalo cuando los precios de los refrigeradores, supuestamente subvencionados por el Estado, son muy similares a los que existen en cualquier país europeo.
¿Cómo puede un cubano, que gana como media 14 dólares al mes, pagar un electrodoméstico al mismo precio que un español cuyo salario promedio es de 500 euros? ¿Está subvencionada la 'revolución energética' o se rige por los mismos precios del mercado internacional?
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