Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Sociedad

Gran feria de oportunidades

Aunque no suele ser relacionada entre las 'conquistas de la Revolución', la Ley de Ajuste ha reportado enormes beneficios al régimen.

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El movimiento de lanchas rápidas entre Cuba y los cayos de la Florida, trasegando carne fresca (para la libertad, el chasco o la panza de los tiburones, según venga la suerte), continúa en alza creciente, aunque no aparezca entre las últimas noticias del día, quizá porque la costumbre convierte en monotonía la tragedia, o simplemente porque en silencio tiene que ser.

De alternativa para grupos de intrépidos, esta puerta de escape parece haber derivado en obsesión masiva, en centro y fin, únicos por lo general, de una multitud de jóvenes, hombres sobre todo, que arriban a la adultez concentrando sus expectativas de vida en el albur de los pies secos-pies mojados.

Esto reafirma la llamada Ley de Ajuste Cubano no sólo como la más controvertible de las disposiciones decretadas en Estados Unidos a propósito de la Isla, sino también como la más curiosa: paradójica por partida triple.

Aunque no suele ser relacionada entre las "conquistas de la Revolución", dicha medida le ha reportado al régimen enormes beneficios. De algún modo le resulta tan utilitaria como sus dos caballos de lucha política: la educación y la salud pública.

Y no es broma. Algún día los cubanólogos tendrán que sacar cuentas. Entonces va a quedar en limpio, con datos y cifras, hasta qué punto el cacareado enemigo de allá actuó como escudo del de acá, mediante la habilitación y defensa de un sistema que le sirve de achique contra hundimientos, toda vez que le permite "botar lastre" en forma sistemática, barata, eficaz y muy oportuna para la garantía del statu quo.

Calculemos los miles, cientos de miles de personas jóvenes, resueltas, arrojadas, dispuestas a jugársela por cambiar de vida y, claro, contrarias al régimen, de las que éste se libra cada año por la vía de marras. Luego calculemos la bocanada de oxígeno que insuflan con sus remesas los cientos o miles que entre esas personas consiguen finalmente llevarse el gato al agua.

La única actitud compasiva

Para no ser ingratos, habría que reconocer que también la disposición ha beneficiado al pueblo cubano. De hecho, si se descuenta el proverbial "Bombo" (con funcionamiento casi siempre muy irregular), ella es portadora de la única actitud compasiva que en los últimos años manifestaron por nuestra gente los gobiernos estadounidenses y sus acólitos de la rancia politiquería cubanoamericana.

Por ello mismo, es la más paradójica de las medidas que encrespan la ola de las "hostilidades" entre el Norte y la Isla. No solamente consigue favorecer, a un mismo tiempo, al régimen y al pueblo, en forma insólita pero cierta y demostrable, sino además ha hecho coincidir, por lo menos alguna que otra vez, los intereses de ambos (pueblo y régimen) con los de aquellos politiqueros ricachones egoístas e indolentes que se autodenominan los duros del exilio.

La diferencia está en que mientras el pueblo hace uso, lo más callada y frenéticamente que le sea posible, de la modalidad pies secos-pies mojados, a los politiqueros de allá les sirve como campaña para continuar engordando sus barrigas, y al régimen de aquí como cortada para su papel de víctima del imperio.

No en balde la tildan de "ley asesina", una acusación que repiten los recaderos de la izquierda mundial, sin darse cuenta que el mundo puede darse cuenta de que el verdadero asesinato no radica tanto en la ley que propicia desde allá el tráfico de personas, como en la situación y las leyes que desde acá impulsan a los desesperados a pagar un dinero que no tienen por una aventura que muchas veces desemboca en fracaso, y otras en suicidio.

Así las cosas, continúa abierta esta gran feria de oportunidades. Con ganancias que cuentan y suenan (10.000 dólares por cabeza) para los lancheros, que en muchos casos no son sino deleznables bandidos, dicha sea toda la verdad. También continúa activado y en su pleno apogeo un conducto de ilusión (tétrico, pero conducto al fin) para los desesperados. Y a la vez un medio adicional de subsistencia para la fauna hambrienta de nuestros mares.