Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Crónicas

La interrogación de siempre

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Un jubilado refería en una cola el desacuerdo de dos hermanos respecto a la responsabilidad del Señor en una enorme tragedia familiar. Uno de los personajes de la tragedia, A, o era de Santiago de Cuba o de Holguín (no oí bien). Sé que durante años la familia de A intentó por todos los medios permutar para La Habana. Ofrecían su tremenda residencia de allá por una modesta vivienda. Hasta promesas le hicieron a la Virgen de la Caridad, cuyo Santuario en el Cobre visitaron en dos ocasiones. Pero la Virgen, tal vez porque obre de acuerdo con las planificaciones del Señor o por lo que sea, no les concedió la permuta.

Cuando al cabo de treinta años de haber emprendido aquel loco sueño murió el cabeza de familia que lo fundara, todos pensaron que había muerto de decepción. Era un hombre sano pero desgastado por su sueño. Al siguiente año murió su viuda, sana también pero muy desgastadita.

Desgastaditos igualmente estaban el varón A y la hembra B, únicos sobrevivientes de aquella familia de soñadores, B de diecinueve años y A de veintitrés, cuando, casualidad o porque ese fuera el momento, lograron en meses, y sin necesidad de permuta, realizar el sueño de sus padres y de ellos mismos, que nacieron y crecieron en medio de aquellas fantasías domésticas que si por el día eran sueño despierto, palabra, anhelo, velas encendidas a la Virgen, por la noche eran sueño verdadero, que intercambiarían por la mañana tomando el café.

Tenían en Estados Unidos estos huérfanos un tío muy rico que tenía allá un amigo que estuvo con él en la Sierra Maestra y después en Girón. Este amigo tenía en La Habana una hermana ya muy vieja, una mujer de ochenta y tantos años que tenía en Estados Unidos un nieto de mala cabeza que le había prometido a su mujer y a sus cuatro hijos enmendarse (un hombre de poco más de treinta años que en los noventa llegó allá en una balsa con toda la familia). Y esta hermana habanera (seguía el de la cola) era dueña en Nuevo Vedado de una señora casa de dos plantas en la cual vivía sola.

La mujer que por quince años la cuidara, en espera de que la anciana muriera para quedarse con la casa, acababa de rociarse con gasolina y arder, a lo mejor cansada de esperar.

Enseguida el tío rico de A y B y su amigo, el tío abuelo del tipo de mala cabeza, lo tramaron todo. Enviaron a La Habana a un hombre que arregló la boda de la anciana octogenaria con el joven A, de veinticinco. Era un recurso ventajoso para ambas partes. Como en Cuba las ventas de casas entre particulares están prohibidas y para tener derecho a quedarse con una cuando el dueño muera, deberá haberse convivido con éste cinco años si es familia y diez si no lo es, la anciana del cuento, sin tener ahora por su edad quien se arriesgara a cuidarla por la esperanza de la casa, habría tenido que ir a dar con sus achaques a un asilo y dejarle su casa al gobierno.

De casada, en cambio, recibiría en su casa de siempre los cuidados de su joven esposo A (quien la heredaría caso de no prenderse fuego él también), y de su joven cuñada B. Y algo más. A su nieto de USA, el de la mala cabeza, el tío rico de A y B le situaría allá 90.000 dólares para que empezara de nuevo.

En un dos por tres A y B resolvieron, materializaron su sueño, aunque esclavizados por la anciana esposa, que hoy diez años después de la boda sigue viva, orinándose y defecándose lo mismo en la cama que en su silla de inválida. En cuanto al nieto de mala cabeza, tan pronto entró en posesión de los 90.000 dólares marchó a Las Vegas y, cuando los perdió, se metió en la cabeza un tiro que todavía resuena en su casa.

El amigo del tío rico, tío abuelo del suicida, sigue sin perdonarse esa boda. Piensa que esa tragedia ocurrió por contrariar los planes del Señor. "Si Él lo tenía sin un centavo, por algo sería", dice. En cambio, la abuela, la anciana propietaria, no está de acuerdo con su hermano de Miami. Todavía esta mañana, mientras su joven esposo le daba a chorritos el jugo del desayuno, le comentaba al relator de la cola: "Eso estaba escrito".