Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Sociedad

Luces del 'período especial'

Por obra del dinero y de la iniciativa privada comenzó el cambio antitotalitario en Cuba.

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Lo curioso del caso cubano es que, de hecho, el antiguo régimen aún no ha finalizado: el "período especial" es una especie de interregno donde comienza a manifestarse, ciertamente, la herencia nefasta de cuatro décadas de comunismo: falta de compromiso cívico de la juventud, chusmería generalizada, crecimiento de la delincuencia…

Comprender estos fenómenos como la simple consecuencia de las medidas capitalistas sería, empero, tan ingenuo como pretender que la lamentable situación de Rumanía refleja los males del capitalismo más que el legado del nacionalcomunismo. Considerarlos al margen de su necesidad —esto es, de que manifiestan el necesario fin de un régimen donde la moral comunista no se disociaba de la represión policíaca—, sería equivalente a lamentar, como los periodistas de Juventud Rebelde, las desigualdades que el dólar introduce en la sociedad socialista, escamoteando la existencia en ella de la "nueva clase" de que hablaba el escritor yugoslavo Milovan Djilas.

Hambre contra retórica

Con la subversión, por obra del dinero y de la iniciativa privada, de la estructura estamentaria de aquella sociedad pretendidamente igualitaria, ha comenzado de algún modo la "revolución antitotalitaria" en nuestro país. No, desde luego, en el nivel político, pero sí en el orden de la vida cotidiana, donde la emancipación de la ideología ha quedado simbolizada en el acto, nada infrecuente a comienzos de la década de los noventa, de tirar a la basura las obras completas de Marx y Engels, o usarlas como papel higiénico o material para cucuruchos de maní.

El sentido revolucionario de la necesidad, que trastoca la función de las cosas y resquebraja el mundo estable y reglamentado de la década anterior, se aprecia asimismo en otras estampas clásicas del período especial como aquella de las ventanas y las puertas de las casas arrancadas para hacer balsas.

Más allá de lo meramente pintoresco, he aquí una transformación de tal magnitud que sólo resulta comparable a la que se produjo en Cuba en los años sesenta. Pero entonces todo fue espectacular y simbólico, como es de rigor en un proceso movido por la ilusión revolucionaria. Ahora, en cambio, el hambre determina todo en sentido contrario a la retórica y la ideología.

Si en los sesenta el sueño de la absoluta libertad condujo a la dictadura, ahora la necesidad nos devuelve algo de aquella libertad perdida. Si la revolución de entonces culminó en oscurantismo, ésta del "período especial" viene a ser, a pesar de los apagones, una saludable Ilustración.


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