Nuevas noticias sobre temas viejos

El advenimiento de septiembre nos acerca noticias nuevas sobre temas viejos, y más que viejos, agotados. Por ejemplo, este año los uniformes escolares de una gran cantidad de niños en la Isla traen la marca comercial Jordache. Es que fueron comprados por sus parientes en Miami, donde ciertos comerciantes listos, con los pies sobre el suelo y el olfato fino, parecen resueltos a suplir la histórica escasez de esta prenda entre nosotros.

La novedad, si lo fuera, nos pone de narices ante el colmo de la ineficiencia gubernamental, al tiempo que revela otra arista, una más, tragicómica, como todas, de ese globo cada vez más desinflado al que llaman embargo, alias 'bloqueo'.

Los extremos opuestos convergen, se tocan. Y, claro, se tocan por el trasero.

La mentira, convertida no ya en verdad oficial, sino en una especie de estado de conciencia, en perfil folklórico, nos trae también noticias nuevas sobre temas viejos. Hace unos días, otra rancia cuchufletera del rancio sistema propagandístico del régimen se gastaba más de seis mil caracteres en el intento de convencer a los españoles (a través de las páginas de El Mundo, nada menos) de que los cubanos somos amantes de la tiranía y que "no tiene ningún atractivo para nosotros la famosa noción del pluripartidismo".

Al parecer, la susodicha nos ve (si es que las orejeras le permiten vernos) como si todos aquí perteneciéramos al género de las golfas envilecidas: "pégame, papi, que me gusta". De otro modo no se entendería la invitación que cursa en Madrid para que vengan a observarnos en el hábitat natural, aunque —queda supuesto— desde el otro lado de la reja, como suelen admirar nuestro martirilogio muchos españoles, intelectuales sobre todo, "amigos de Cuba".

También dijo lo suyo acerca de la "tranquilidad" que reina aquí. Y en eso no le faltaba razón. Donde se impone la tranca no hay espacio para los intranquilos. Y es así que otra noticia nueva sobre tema viejo está contenida en la actitud que comienza a exteriorizar nuestra gente ante aquella cosa: la sucesión, el traspaso.

Tal vez algunos se sorprendan al saber que los cubanos de "isla adentro" (a los que indudablemente no conoce ni frecuenta la cuchufletera de marras) no sólo están asumiendo ya la jefatura del sucesor, sino que se muestran aún más temerosos ante éste que ante el mismísimo patriarca. Es común ya escuchar, como en sordina por las calles, comentarios del tipo: "Hay que andar quieto en base, porque Raúl viene pasando el machete arrente al suelo".

Así, pues, quietos en base, aunque con un ojo cerrado y otro abierto, continuamos pastando (es un decir) secretas esperanzas en nuestro hábitat natural. De momento, ya tenemos una preocupación menos. Gracias a ciertos comerciantes listos de Miami, en este nuevo curso escolar nuestros queridos pioneritos van a estar empacados a todo trapo, en Jordache de estreno (pañoleta roja incluida), cuando los lleven a jurar que serán como el Che.

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