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Cultura, Política, Represión

Tenemos los «comisarios culturales y políticos» más brutos del Hemisferio Occidental

La dictadura expande el embrutecimiento masivo con ayuda de sus “comisarios culturales y políticos”

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El problema de hablar y escribir a media lengua, con lenguaje farragoso, impreciso, críptico, un español que no es la lengua materna que conocemos, impregna la narrativa oficial desde el Buró político del PCC, pasando por los “juristas funcionarios” que hacen leyes incomprensibles, plenas de sobreentendidos no explícitos, y con largas ausencias de predicados, su prensa oficial que es un dechado de media lengua, hasta sus comisarios políticos y culturales. Es evidente que debe hacerse una nueva campaña de alfabetización en el país, porque los voceros del gobierno y el gobierno mismo carecen de conocimiento mínimo de su lengua materna para expresarse y comunicarse de forma entendible, racional, expresa y universal. El valor del lenguaje radica en que nos dice el nivel de desarrollo cerebral y cognitivo de quien lo utiliza. Al revisar el discurso oficial cubano en su prensa escrita y en lo que publican de los discursos o intervenciones de los funcionarios públicos, y sus comisarios políticos y culturales, nos encontramos con una retórica del disparate que se manifiesta en balbuceos, órdenes y palabras vacuas, reflejo del embrutecimiento durante seis décadas de la dictadura estalinista cubana.

Para producir el embrutecimiento sistemático y masivo, la “vanguardia de bayoneta y mordaza” cubana utilizó el monopolio estatal de la prensa y eliminó la posibilidad de una prensa libre, cambió el contenido semántico universal de cada palabra: la paz es la guerra, el odio es amor, y la honestidad es la doble moral, la dignidad y la libertad es la esclavitud, como de manera excelente escribió George Orwell en su novela 1984, eliminó carreras imprescindibles para generar el funcionariado público del país como las Ciencias políticas, la administración pública, la contaduría, y amordazó y mantiene amordazada a las Ciencias Sociales con reiteradas purgas en Universidades y Centros de investigación. Esto es copia exacta del estalinismo soviético con la máxima de: “mientras más brutos más gobernables”. La cultura cívica en Cuba es desconocida, porque la dictadura estalinista no permite ciudadanos, sino súbditos.

Tengo que comenzar por explicar este tipo de funcionario público que no existe en el resto del mundo occidental. Los comisarios culturales y políticos son tropas de asalto contra los derechos a la información libre y a la creación intelectual y cultural libre, seleccionados por su lealtad al Führer o al partido único en el poder. Como la lealtad política es su instrumento de cooptación, desaparece el conocimiento y las habilidades especialistas como criterio de selección. Así, las nomenclaturas de estos sistemas estalinistas están formadas por individuos de muy bajo nivel o ignorantes, para aplastar y controlar, compulsar y desinformar a sus subordinados y a la opinión pública nacional. Son “los policías del pensamiento”, funcionarios que no existen en otra latitud occidental. Con este criterio de selección, los “expertos” dejan de serlo cuando integran cargos en el sistema de dirección público, y se convierten en los cómplices de los disparates gubernamentales, sean economistas, juristas, u otros cientistas sociales y a lo máximo que se puede aspirar es que unos funcionarios se expliquen un poquito mejor que otros, pero la mediocridad y el analfabetismo funcional no se diluyen bajo las órdenes del PCC porque es el propio partido, su dirigencia, los que son analfabetos funcionales y represores. Como botón de muestra la Escuela Superior del Partido, Ñico López y los institutos de la Fuerzas Armadas han graduado a nuestra nomenclatura actual: los incompetentes y analfabetos de la gestión pública cubana que hoy, con su filosofía de matones de barrio, siguen hundiendo al país en la más general de sus crisis económicas, políticas y sociales.

¿Quienes son?

Las direcciones Nacionales Provinciales y Municipales de Cultura, los gobiernos Nacional, Provinciales y Municipales del país, toda la prensa oficial que es la única permitida, los medios masivos de difusión, y los órganos represivos del Estado: MININT y PNR. En otras palabras, no tenemos funcionarios públicos con equipos de expertos, como funcionan en el resto de los países occidentales, tenemos una policía política y cultural, que se une a los métodos delincuenciales (matones de barrio) y al margen de la ley, de los órganos represivos del estado. Por esta política de cooptación, por “lealtad perruna” al PCC y al gobierno ante las medidas cada vez más disparatadas de turno, tenemos un gobierno que destruye y no construye alternativas de desarrollo y de bienestar social.

Desde su investidura, el nuevo presidente designado no ha detenido esta aberración nacional, sino que la profundiza. En su primera intervención declaró que no haría promesas, un disparate lógico por todas las promesas incumplidas de sus antecesores, pero realmente escalofriante para cualquier político con las riendas del poder en un país desvencijado, que tiene todos los rasgos de haber salido de una guerra. Luego habló de rescatar “la esencia de la cultura cubana” y de permitir sólo “una cultura auténtica”. Todavía un año y cuatro meses después estamos esperando qué es “la esencia de la cultura cubana” y qué significa una “cultura auténtica”: la media lengua empieza por el presidente designado de la República. Luego Miguel Barnet comisario cultural, definió en un “poema” que la política no se podía discutir en las redes sociales, sino que era tarea de su “cuartel general”, pero no dejó la dirección para ir allí como ciudadanos a hablar de política: El derecho a hablar y discutir de política nacional no es un derecho ciudadano en Cuba. Luego el comisario cultural Abel Prieto definió la “cubanía tovarich” que mantiene el pensamiento estalinista y fascista de definir una “cubanía plena sentida, consciente y deseada” sólo para los que adoran al führer o al partido en el poder, como él mismo, y nosotros los restantes ciudadanos que tenemos según él una “cubanía castrada” porque nos oponemos a la dictadura. Los disparates se suceden, el comisario cultural Fernando Rojas dijo que el decreto ley 349 no ataca la libertad de creación cultural: según este comisario y otros, los cubanos no sabemos interpretar el español. El embrutecimiento masivo incluye a los comisarios culturales y políticos cubanos que bajan órdenes, niegan la realidad, hacen leyes a media lengua y siempre con multas, represión y decomiso, dicen que no restringen la libertad política y cultural de los ciudadanos. Otro comisario cultural, Luis Toledo Sande “especialista” en José Martí escribe en Cubadebate sobre los precios, enalteciendo las medidas de congelamiento de precios sin mencionar el problema central de aumentar la oferta. Todos los que criticamos esta ausencia, somos tildados de “enemigos”. Cualquier ignorante publica en la prensa oficial sin nadie que le detenga el disparate. Esa es la dictadura estalinista cubana: el embrutecimiento es masivo, y se multiplica sin ninguna contención.

El discurso oficial insiste en que todos los héroes y mártires desde el siglo XIX hasta 1959 hubieran comulgado y defendido la dictadura estalinista cubana, cuando el pensamiento de todos estos héroes fue demócrata republicano empezando por José Martí. Nuestro héroe nacional y todos esos héroes y mártires, estarían hoy militando en las filas de la oposición, creando nuevos partidos y nuevas alternativas democráticas.

Nuestros intelectuales de vocación y valores universales, nuestros “renacentistas” están en el insilio en Cuba y reprimidos, o nacieron antes de la década de los años cincuentas en Cuba y ya murieron, o salieron en una emigración masiva y sucesivas oleadas para huir de la “Isla de los rehenes”: un pueblo cautivo en manos de incompetentes, ignorantes y represores.

Los disparates continuarán, porque el sistema no cambia y las señales públicas del gobierno van hacia el empeoramiento de la brutalidad reinante, en el discurso y en la realidad.

Marlene Azor Hernández es Consultora del Observatorio cubano de Derechos Humanos, sede en Madrid, y doctora en Ciencias Sociales y Humanidades por la UAM, México.