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Cuba en la Prensa

Teododo Petkoff: Hugo Chávez no puede calzar las botas de Fidel Castro

Selección diaria de la prensa internacional.

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Izquierdas americanas. Entrevista con Teododo Petkoff

"En Estados Unidos muchos analistas creen que la política exterior de este país hacia Cuba, pasado el periodo fidelista, está por cambiar. ¿Qué consecuencias podría traer esto para la izquierda de América Latina y, en particular, para Chávez?".

"Creo que van a ocurrir cosas muy interesantes en las relaciones cubanonorteamericanas, sea quien sea el próximo presidente de Estados Unidos. Los analistas del Departamento de Estado, aunque miopes, no son ciegos y no pueden dejar de ver los cambios que están ocurriendo en Cuba. Puede resultarnos hasta divertido saber que un cubano ya puede comprar un celular, pero eso significa que Cuba está entrando en el siglo XXI, que está comenzando a salir tímidamente a la modernidad. El fidelismo aisló a Cuba —no en el sentido político, porque Cuba estuvo engranada con muchas corrientes históricas y políticas del resto del mundo— y Raúl, que sabe que tiene que legitimar su gobierno puesto que no fue elegido, ha comenzado a dosificar cambios que son enormes, yo me atrevería a decir que casi copernicanos. Los analistas norteamericanos están tomando nota de esto, aunque también saben que Raúl Castro no va a impulsar grandes cambios en las instituciones. La garra del Partido Comunista seguirá allí, y Raúl no se puede permitir audacias como las chinas o vietnamitas porque Cuba está demasiado cerca de la fuerza gravitacional de Estados Unidos. Pero ciertamente se están produciendo cambios en lo político y cultural".

"Todo esto causará, por supuesto, cambios en la imagen que se tiene de Cuba en América Latina. Sin Fidel, este icono de la izquierda no democrática, de la izquierda anacrónica, dejará de ser lo que fue a lo largo de medio siglo. Y esas botas no las puede calzar Hugo Chávez. Fidel Castro llenaba esas botas con el peso de su personalidad, de su genio político, y no con dólares. Nuestro caudillo es otra cosa: un hombre al que tú le quitas los dólares y lo dejas desnudo. Por otra parte, los cambios que se vayan produciendo en Cuba irán alimentado las tendencias democráticas de izquierda en América Latina…".

"Nunca he creído en esa supuesta influencia desbordante de Hugo Chávez en América Latina. Eso es sobre todo un producto de los medios norteamericanos y de la miopía de su Departamento de Estado. No considero que Chávez haya sido nunca una amenaza para las empresas del imperio, ni que tenga la fuerza que le atribuyen los estadounidenses. Políticamente hablando, Chávez es un fenómeno marginal…".

Por Alberto Barrera Tyszka e Ibsen Martínez. Letras Libres, México
Julio de 2008

Cuba: La Transición o el Desastre

"…Raúl Castro (…) que es una persona inteligente, sabe lo que hay que hacer para comenzar a arreglar el inmenso desaguisado provocado por medio siglo de disparates comunistas sumados a las excentricidades de Fidel, pero, al mismo tiempo, se da cuenta, como se dan cuenta todos los cubanos, que sus objetivos y los de su hermano son contradictorio (…) Fidel Castro, tras su muerte, quiere dejarle a la humanidad el ejemplo de un país revolucionario que venció a todos sus enemigos y le enseñó a la especie humana el rutilante camino de la felicidad. Raúl Castro, tras su muerte, quiere dejar una sociedad razonablemente esperanzada, sin sobresaltos, capaz de transmitir la autoridad pacíficamente dentro de las estructuras partidistas, para que sus familiares y amigos no corran peligros innecesarios…".

"Raúl Castro, naturalmente, posee una correa de transmisión para ejercer el mando y, al menos teóricamente, la columna vertebral de ese mecanismo es el Partido Comunista, de donde supuestamente son o deben ser segregadas y supervisadas todas las estructuras del poder (…) Allí ha mandado Fidel como le ha dado la gana, sin contención ni control…".

"Raúl heredó intacto ese poder, incluso con una variante que le favorece: él mismo controla directamente al gobierno, al partido comunista, a las fuerzas armadas y a los muy extendidos servicios secreto. No obstante, el talón de Aquiles de su régimen está en la sucesión: detrás de él no hay nadie…".

"Por eso Raúl se propone reinstitucionalizar la revolución a toda marcha. Quiere que, tras su desaparición de la escena —calcula que le quedan unos cuatro o cinco años de vida útil para cumplir con esa tarea—, el Partido, como en China o en Vietnam, pueda asumir la dirección de la vida pública. Pero sucede que ese partido está, como todo el país, profundamente desmoralizado, ya no cree en las premisas ideológicas del marxismo (como no cree en ellas el propio Raúl Castro), y la inmensa mayoría de los cuadros y militantes desea cambios profundos que atentan contra la esencia del discurso revolucionario porque no excluyen la apertura política y el pluripartidismo".

"…El país está lleno de expectativas y todas se orientan hacia el deseo de una intensa ampliación del ámbito de las libertades individuales. Sencillamente, el grueso de la militancia comunista está compuesta por reformistas que ansían un cambio profundo y radical, totalmente alejado de la dictadura inmovilista que les quiere dejar Fidel Castro como herencia, y también del exótico modelo chino o vietnamita con que Raúl Castro se entretiene durante sus noches de insomnio".

"Los demócratas de la oposición son (…) factor importante. Son varios millares dentro de Cuba, con unos doscientos cincuenta encarcelados —entre ellos veinticinco periodistas independientes—, empeñados en revitalizar la abatida sociedad civil, esparcidos por las principales ciudades del país, aunque el núcleo más voluminoso está en La Habana. Cualquiera pudiera pensar que son pocos para una población de más de once millones de habitantes, pero, con la excepción de Polonia, Cuba es el país comunista con mayor número de opositores conocidos y organizados…".

"Lo que solicitan estos demócratas, y lo que se les niega mediante diversas formas de represión, incluidas la cárcel y las golpizas, es espacio para intercambiar ideas libremente, la posibilidad de hablar y publicar dentro del país, y la autorización para realizar actividades proselitistas. Aspiran, lógicamente, a participar en la vida política de la nación para poder alentar pacíficamente un proceso de transición hacia la democracia, pero hasta ahora sólo han conseguido una victoria parcial, aunque tremendamente importante: que el gobierno no haya podido aplastarlos ni silenciarlos totalmente, como sucedía en las primeras dos décadas de la dictadura. Esta limitación de la represión, en gran medida, se debe al reconocimiento internacional que han recibido los disidentes, apoyo que ha sido posible por las gestiones de los demócratas de la oposición externa, muy activos y eficaces en Estados Unidos y Europa".

"La estrategia de la dictadura frente a los demócratas de la oposición interna es la misma que el KGB desplegaba en la URSS frente a los opositores: primero, penetrarlos con decenas de agentes de la contrainteligencia, y, segundo, excluirlos de la vida pública mediante el manido expediente de calumniarlos y calificarlos como agentes pagados por los Estados Unidos para que traicionen a su país. En todo caso, no se trata de un argumento serio que realmente preocupa a la población, sino de una coartada para justificar la marginación y las represalias. A partir de esa premisa, los demócratas, siempre al alcance de una paliza o de la cárcel[2], no pueden participar como opositores en ninguna institución —sindicatos, organizaciones de masas, parlamentos, organizaciones estudiantiles o profesionales—, y les está vedada cualquier actividad pública. La consecuencia de esta marginación es obvia: la capacidad real que tienen de impulsar la transición hacia la democracia es muy débil, pero, en su momento, serán muy importantes cuando ese periodo se alcance".

"En cuanto a los demócratas de la oposición externa —que también suelen enfrentar las campañas de calumnias orquestadas por la policía política cubana y sus colaboradores, a veces acompañadas por episodios de estridente vulgaridad y violencia—, están limitados a cinco tareas esenciales que suele realizar con cierta eficacia, pese a los limitados recursos que poseen":

"* Denunciar internacionalmente los atropellos de la dictadura.

"* Ayudar a los demócratas dentro de Cuba proporcionándoles aliento, recursos, análisis e informaciones".

"* Generar apoyo internacional para respaldar el cambio".

"* Impedir que el gobierno cubano pueda normalizar sus relaciones con Estados Unidos o Europa sin antes amnistiar a los presos políticos y respetar los derechos humanos y civiles de los cubanos".

"* Estudiar y explorar las mejores vías para lograr una transición exitosa cuando llegue el momento de los cambios".

Por Carlos Alberto Montaner, El Diario Exterior (Madrid), España
7 de julio de 2008


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