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EEUU, Deshielo, Comercio

Conversan en Miami sobre negocios en Cuba

Al parecer el Gobierno de Obama trabaja en un nuevo grupo de medidas que resuelvan asuntos bancarios pendientes y autorice la importación y exportación libre de productos a Cuba

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Al cabo de casi dos años del anuncio del “deshielo”, la oportunidad de hacer negocios en Cuba sigue atrayendo el interés y el entusiasmo de las compañías estadounidenses, como lo demuestra la conferencia “Preparándose para el comercio con Cuba”, organizada por las firmas Datamyne y Nexco, y celebrada el jueves en Miami, informa El Nuevo Herald.

“Las oportunidades son enormes”, dijo Simons Chase, fundador de Cuba Journal, al destacar el nivel educativo de los cubanos y la necesidad de inversión que tiene la economía de la Isla.

Pero como ilustra su propio título, mucho de lo que se discutió tiene que ver más con posibilidades en el futuro que con resultados en el presente. El panorama legal que deben navegar las compañías se ha complicado, pues a pesar de las nuevas regulaciones aprobadas por la Administración de Barack Obama, el embargo sigue en pie, como recordaron varios de los ponentes. Las inversiones directas en el turismo, por ejemplo, aún siguen prohibidas.

No obstante, consultores como Judy Kruger, que ha viajado a la Isla para estudiar oportunidades de negocios, alentó a los representantes de compañías estadounidenses a hacer lo mismo. “Vayan al terreno, vean las oportunidades y entonces apliquen a las licencias que más se adecuen a su negocio. Miren a Cuba, en términos de los que pueden hacer ahora, en cinco y en diez años”.

John Kavulich, presidente del US-Cuba Trade and Economic Council envió un mensaje más sobrio acerca de los negocios en la Isla. “Unos 3.000 representantes de compañías de EEUU han viajado a Cuba desde diciembre de 2014... y en todo ese tiempo solo se ha concretado una venta de equipos para la agricultura, que aún no se ha entregado”, comentó a El Nuevo Herald. Solo los proyectos relacionados con el turismo y los viajes, que deja grandes ganancias al gobierno cubano, han sido autorizados, agregó.

“Así que los cubanos están diciendo que sí al interés de las compañías estadounidenses, pero no a las relaciones comerciales... Ellos están dispuestos a sacrificar ganancias por mantener el control”, opinó.

“No quiero ser negativo, solo quiero distinguir la realidad y la aspiración”, comentó.

“Sin prisa, pero sin pausa”, comentó Saul Berenthal, fundador de la compañía Cleber LLC, que obtuvo una licencia del Departamento del Tesoro para ensamblar tractores en una fábrica que debe construirse en la zona de desarrollo del Puerto del Mariel.

El proyecto, que sería el primero de una subsidiaria 100 % con capital estadounidense, no es aún un acuerdo finalizado. El permiso de la parte estadounidense (una licencia general para construir equipos ligeros para la construcción y la agricultura) demoró ocho meses y medio, y sigue pendiente el permiso del gobierno cubano, explicó Berenthal a El Nuevo Herald. La fábrica en Mariel donde se ensamblarán los tractores nombrados Oggun —un modelo diseñado para la agricultura de pequeña escala con componentes fáciles de reemplazar— aún no se ha construido.

El empresario, que nació en La Habana y llegó a Estados Unidos en 1960, no parece impaciente y no cree que las autoridades cubanas otorgarán el permiso (solicitado a finales de junio) antes de saber a ciencia cierta quién ocupará la Casa Blanca. “¿Por qué lo harían, si las regulaciones podrían cambiar después de noviembre?”, señaló.

Berenthal dijo a El Nuevo Herald que había obtenido una licencia general del Gobierno de Estados Unidos que le permitiría además vender directamente a entidades del Estado cubano productos para la agricultura y la construcción, lo que podría ser la oportunidad más lucrativa para su compañía.

El empresario explicó que la licencia detalla qué empresas y qué productos puede vender. Aunque la premisa de la licencia es “el beneficio del pueblo cubano”, no hay modo de controlar cómo el Gobierno haría llegar a cuentapropistas o a los consumidores esos productos, señaló.

Cleber ya está produciendo los componentes de los tractores en Alabama. En una primera fase, el ensamblaje ocurriría en Cuba, pero el objetivo final es que la producción también se mueva al Mariel.

Berenthal aconsejó a los interesados en hacer negocios en Cuba a tener paciencia, construir confianza e ir por los canales oficiales. Su objetivo, dijo, es “hacer algo que una a los dos pueblos, no estoy interesado en los gobiernos”.

Un mensaje similar envió el presidente de Stonegate Bank, Dave Seleski, el primer banco que obtuvo autorización para tener relaciones bancarias con Cuba. Seleski insistió en la paciencia y aconsejó evitar los intermediarios, en las relaciones con el Gobierno cubano.

El banco actualmente maneja cuentas de 60 compañías que están haciendo negocios en Cuba o intentan hacerlo. También ha expedido tarjetas de débito y crédito que pueden ser usadas en la isla y a las que no se les aplica el impuesto del 10% al dólar estadounidense.

El anuncio sobre la utilización de tarjetas de crédito generó alguna controversia entre quienes cuestionaron que podrían ser empleadas en propiedades confiscadas a estadounidenses por el Gobierno cubano, lo que violaría las leyes del embargo.

“No puedes hacer negocios en Cuba sin lidiar con el Gobierno cubano”, replicó Seleski, quien dijo sentirse “cómodo” con la presencia de Stonegate en la Isla y destacó que el futuro de los bancos estadounidenses en Cuba podría ser muy grande, teniendo en cuenta la población de origen cubano que vive en Estados Unidos.

En sus palabras finales, Kavulich llamó a la Administración de Obama emplear sus últimos días para aprobar nuevas regulaciones que resuelvan asuntos bancarios pendientes, autorice la importación y exportación libre de productos a Cuba y las transacciones con entidades del Gobierno cubano, aunque éste no actúe de manera recíproca.

Según varios de los ponentes en la conferencia, la Administración ya está trabajando en ello y un anuncio al respecto podría llegar muy pronto.


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