Actualizado: 17/04/2024 23:20
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Sociedad

Cuba encara en 2011 una apertura con interrogantes

Aunque apoyan las reformas, muchos cubanos no están optimistas sino preocupados por los despidos, los impuestos y la eliminación de subsidios, especialmente los relacionados con la libreta de abastecimientos

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Entre el ajetreo para asegurar la cena de Año Nuevo, los cubanos piensan en lo que deparará un 2011 que el presidente Raúl Castro les anunció duro pero decisivo para reformar el agotado modelo económico socialista, bajo una advertencia lapidaria: “o rectificamos o nos hundimos”.

“No estamos hablando de ‘el año que viene’, sino de ‘el país que viene’”, advirtió el diario oficial Granma, al ilustrar la magnitud de los cambios del plan que debe aprobar el VI Congreso del Partido Comunista en abril.

Buscando el puerco, la yuca, el arroz y los frijoles del congrí en un bullicioso sector comercial de La Habana, Miriam Hernández, maestra de 51 años, dice que espera que Cuba salga adelante con la apertura en el sector privado “porque al cubano le gusta trabajar pero se sentía frenado y ahora tiene más libertad”.

En los cambios de mayor calado desde que relevó a su hermano Fidel Castro en 2006, Raúl echó a andar un plan que busca eficiencia económica, e incluye el recorte de más de un millón de empleos estatales —500.000 antes de abril— y la ampliación del minúsculo sector privado para que absorba a buena parte de los desempleados.

Una “revolución dentro de la revolución” —dicen las autoridades, parafraseando el título del libro del francés Regis Debray sobre Cuba— un país donde el Gobierno controla el 90% de la economía y emplea a 4,2 de los 5 millones de trabajadores en la fuerza laboral de esta Isla de 11,2 millones de habitantes.

“Cambios era lo que esperábamos. Pero aunque hay que arreglar los problemas, no quiero una Cuba capitalista”, expresa Lázaro Martínez, un músico de 44 años que toca la trompeta para los turistas en el malecón habanero.

Aunque apoyan las reformas, unos no están optimistas sino preocupados por los despidos, los impuestos y la eliminación de subsidios del plan, sobre todo la libreta de abastecimientos, habituados por cinco décadas al paternalismo estatal.

Ramona López, jubilada, de 67 años, dice que no ve “la cosa más mala” porque no puede: “muchas restricciones y pocas posibilidades. Si quitan la libreta y no aumentan los salarios (equivalentes a $20 como promedio) vamos a pasar necesidad”, comenta.

“A partir de enero la situación será diferente. La gente está erizada, habrá más control contra lo ilegal. Veré cómo sobrevivir a eso porque pienso seguir trabajando ilegal, sin pagar impuestos”, dijo un joven entrenador de deportes.

Unos 830.000 cubanos laboran en pequeños negocios privados y cooperativas y el Gobierno estima que se sumarán 1,8 millones a ese sector no estatal y en el 2105 un 50% de los trabajadores no tendrá como patrón al Estado, lo que implica todo “un cambio de mentalidad”, según las autoridades.

“Las carreras están perdidas. Ahora con las nuevas licencias hay más competencia”, comenta Carlos González, de 55 años, pedaleando su bicitaxi por la avenida del Prado.

Algunos escépticos recuerdan que en el 2004 dieron marcha atrás reformas que implicaban una apertura, aprobadas en los años 90, en la crisis provocada por la caída del bloque soviético.

Pero ante el Parlamento el 18 de diciembre, Raúl Castro, de 79 años, afirmó que los cambios son “irreversibles” para garantizar la continuidad del socialismo una vez desaparezcan los líderes históricos de la revolución, que bordean los 80.

“El tiempo que nos queda es corto, la tarea gigantesca. Los errores que hemos criticado no pueden volver a suceder, se está jugando la vida de la revolución. O rectificamos o ya se acabó el tiempo para seguir bordeando el precipicio, nos hundimos, y hundiremos el esfuerzo de generaciones enteras”, alertó.

Reto enorme en un país que importa el 80% de los alimentos, donde un 50% de la tierra está sin cultivar, impera el desorden y derroche de recursos y está entronizado el mercado ilegal.

En septiembre Fidel Castro pronunció su sonada frase: “el modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”.

Aunque afirmó luego que no se refería al sistema socialista, su hermano Raúl salió al paso de suspicacias, incluso de los comunistas más ortodoxos que se resisten a las reformas: “Nadie debe llamarse a engaño”, el rumbo es “hacia el futuro socialista”, “no al pasado capitalista”, sentenció.


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