Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Iglesia católica, José Conrado, Derechos Humanos

José Conrado: “Tengo miedo pero a la vez no puedo dejarme paralizar…”

“La situación de Cuba es tan seria, de tanto temor, es un sistema de represión policial y armada tan fuerte que la gente no quiere comprometerse con el dolor y la violación de los derechos humanos”

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El padre José Conrado ha declarado que su traslado de la iglesia de Santa Teresita del Niño Jesús en Santiago de Cuba hacia la parroquia rural de El Cristo —comunicado la semana pasada— es un procedimiento normal y que si bien algunos cubanos lo perciben como una manera de intentar callarlo, él no lo hará.

En entrevista realizada el domingo y publicada hoy miércoles en el diario Ámbito Financiero, el presbítero cubano, una de las voces eclesiásticas más críticas del Gobierno cubano, declaró que su traslado “Es una práctica normal. La lectura que hacen los cubanos del exilio y disidentes en la Isla es que me impusieron una manera de callarme. Yo no lo veo así; esto no significa que me hayan neutralizado” (…) “aunque mi voz será un murmullo, no me voy a callar ni mi voz va a faltar”, agregó.

Sobre la relación de la Iglesia católica cubana con las autoridades del régimen, el sacerdote manifestó que la única postura justificable de la Iglesia en su relación con las estructuras políticas es la del respeto a los derechos humanos.

En la entrevista, Conrado explicó que la intervención de la Iglesia en el proceso de mediación para la liberación de los presos políticos se produjo para intentar detener los actos de repudio contra las Damas de Blanco, tratar de “componer una situación de conflicto”.

Al respecto, el sacerdote declaró: “Eso justificó la intervención de la Iglesia: el arzobispo de Santiago de Cuba, Dionisio García, y el cardenal Jaime Ortega (arzobispo de La Habana) buscaron colaborar frente a la represión. Pero la tarea de la Iglesia es que el Gobierno sea consecuente con sus medidas y promesas de reconciliación y respeto.”

“No hay un diferendo entre el Gobierno y la Iglesia”, continuó. “El problema es que hay un Gobierno, un poder, que irrespeta los derechos fundamentales. Aunque en un primer momento el Gobierno reaccionó positivamente y cesó el ataque sobre las Damas de Blanco, y se logró la deportación de presos de conciencia, ese buen propósito llegó a una solución deficiente: no basta con la deportación de disidentes, hay que respetar las diferencias mediante el diálogo. El Gobierno quiere arreglarse con la Iglesia, pero sin que eso signifique respetar el problema de base”, añadió Conrado.

Según el sacerdote cubano, el problema de base está en que no se respetan las libertades, no se ha logrado un estatus de derechos humanos en el país. “Ese es el reto”, dijo. La Iglesia católica en Cuba no ha logrado lo esencial: “Respetar las libertades, lograr un status de derechos humanos. Ese es el reto. Estamos en una situación de limbo.”

La Iglesia no puede renunciar a luchar por conseguir “el respeto a los seres humanos como hijos de Dios”, pues los gestos de disposición al diálogo por parte del Gobierno no son suficientes”, señaló.

“El problema no es que la Iglesia se entienda con el Gobierno, sino que se respeten los derechos humanos. Para nosotros no hay otro camino que la concertación de voluntades, pero también existe el de la denuncia. La Iglesia no puede callarse, cruzarse de brazos.”

Al preguntársele sobre qué calla la Iglesia, el sacerdote respondió: “En un país con un autoritarismo desde el Estado, la gente teme hablar y el que lo hace se compromete de manera peligrosa.” Actualmente, recalcó, “la única institución que no teme es la Iglesia. Por eso, callarnos no podemos, la Iglesia no puede callarse.”

Conrado manifestó que si bien los obispos habían actuado luego de los actos de repudio a las Damas de Blanco, las autoridades eclesiásticas de la Isla podrían hacer más, pero añadió que “allí también está el talante, la manera de ser de cada cual (…) Los obispos también son gente, son ciudadanos, son seres humanos.”

Insistió en que hay que hacer más, pues “La situación de Cuba es tan seria, de tanto temor, es un sistema de represión policial y armada tan fuerte que la gente no quiere comprometerse con el dolor y la violación de los derechos humanos.”

Si la Iglesia separa su propio bien del bien del pueblo, dijo, “tendríamos privilegios y no derechos”.

Finalmente, al preguntársele si tenía miedo, el destacado sacerdote confesó: “Tengo miedo pero a la vez no puedo dejarme paralizar: sería la muerte del espíritu. Un sistema como el de Cuba es amenazador, con un poder muy grande y presente, omnipresente.”

“Con mi traslado a la parroquia rural, psicológicamente es como si me hubieran desterrado, pero estoy cerca y seguiré estándolo de los que me necesitan y de los que necesitan que hable por ellos”, concluyó.


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