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Trump, Medidas, Restricciones

La batalla de los soldaditos de plomo

Pedro Freyre, abogado en Miami: “Creo que esto es emblemático de la poca importante de algunas de estas entidades restringidas, que abarca incluso una tienda de soldaditos de plomo”

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¿Comprar soldaditos de plomo en La Habana? ¿Qué refresco elegir mientras se está en Cuba? ¿Hay que tener cuidado con la marca de ron que se bebe, para no provocar la furia del Gobierno de Trump? Preguntas como estas han surgido tras la divulgación de las nuevas regulaciones que enfrentan los estadounidenses a la hora de viajar a la Isla.

No se trata simplemente de un asunto de bromas. Los comentarios y dudas han llegado al Departamento del Tesoro, que ha tenido que aclarar que las nuevas normas se aplican solamente a transacciones financieras directas con las 180 empresas incluidas en la lista que emitió, informa el Nuevo Herald.

“Los estadounidenses pueden seguir consumiendo esos rones y refrescos”, mientras no los compren directamente a compañías en la lista, informó el Departamento del Tesoro. Pueden comprar una Tropicola a un vendedor callejero, por ejemplo, y no tendrán que decirle al cantinero de un bar: “Por favor, no me ponga ron Varadero o Caney”, especifica el diario de Miami.

Pese a esta aclaración, las dudas persisten y el mismo gobierno que impuso la reglas no ha hecho mucho, hasta el momento, por aclararlas por completo. En algunos casos la posible violación de las medidas podría ocurrir por desconocimiento, pero en otros porque el listado es tan complejo que en ocasiones cabe preguntarse si algunas inclusiones —o exclusiones— no resultan un poco arbitrarias.

Por ejemplo, pueden comprar legalmente tragos de ron con refresco en muchos hoteles cubanos, pero si el hotel es uno de los 83 operado por Gaviota o Habaguanex, dos empresas de turismo controladas por los militares, no pueden ni comprar tragos allí, ni tampoco alojarse.

Dos marcas de ron, Varadero y Caney, que se producen en la antigua fábrica de ron Bacardí en Santiago de Cuba, nacionalizada después de 1959, están en la lista. Pero el ron Santiago de Cuba y varios licores se producen en la misma fábrica no están incluidos en ella. El ron cubano más famoso, el Havana Club, tampoco está en la lista.

Desde que Washington eliminó el límite de la cantidad de alcohol que los estadounidenses pueden traer de vuelta para consumo personal, la industria del ron cubano está en auge y algunas botellas cuestan hasta $1.000. Las nuevas disposiciones del Gobierno de Donald Trump no han hecho nada para cambiar esta situación.

“Los viajeros deben consultar la lista de empresas restringidas para asegurar que cumplen las normas al hacer sus planes y durante los viajes”, indicó el Departamento del Tesoro en la información aparecida en el Nuevo Herald.

Esto implica una situación poco usual para el viajero estadounidense, que teóricamente tendría que, antes de viajar a la Isla, revisar documentos como si fuera a permanecer por unos días en una zona de guerra.

Una de las cuestiones es que en la lista hay tiendas que por lo general los viajeros no asocian con los militares cubanos.

Entre ellas están las joyerías Coral Negro; las florerías Jardín Wagner; la Casa de Abanico, que vende abanicos decorados a mano; El Navegante, que vende mapas y cartas náuticas viejas, y el Soldadito de Plomo, una tienda en La Habana Vieja que vende soldaditos de juguete. También vende figuras en miniatura de Hemingway, José Martí y el Che Guevara, que son recuerdos populares, de acuerdo a la información del Nuevo Herald.

Muchas de las tiendas de La Habana Vieja en la lista fueron establecidas por la Oficina del Historiador de la Ciudad de La Habana, que ha supervisado la renovación de muchos edificios coloniales y quería una experiencia que reflejara la historia de la capital cubana.

Varios hoteles, restaurantes y tiendas en La Habana Vieja eran operadas antes por la marca Habaguanex de la Oficina del Historiador, que usaba los ingresos para financiar proyectos en el casco histórico de la ciudad. Pero Habaguanex fue transferida el año pasado a GAESA, empresa tenedora controlada por los militares cubanos.

“Creo que esto es emblemático de la poca importante de algunas de estas entidades restringidas, que abarca incluso una tienda de soldaditos de plomo”, dijo al diario de Miami el abogado Pedro Freyre, entre cuyos clientes hay compañías que hacen negocios con Cuba.


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