Fusilamientos, Fidel Castro, Muertes
Las muertes de Castro
Los cientos de fusilamientos durante los primeros años de la revolución, la ejecución de cuatro militares acusados por narcotráfico en 1989 y el de tres secuestradores de una embarcación en 2003
“La Revolución Cubana fue puesta en el dilema de proteger la vida de millones de compatriotas sancionando con la pena capital legalmente establecida”.
Con esas palabras Fidel Castro defendió los tres fusilamientos que se realizaron en la isla en 2003, los últimos registrados en la historia de Cuba, informa BBC Mundo.
“Ni siquiera Cristo, que expulsó a latigazos a los mercaderes del templo, dejaría de optar por la defensa del pueblo”, aseguró aquella vez.
Una de las facetas más controversiales y cuestionadas de Castro son las muertes, detenciones políticas y desapariciones durante su Gobierno.
Algo que le costó a la Revolución Cubana sanciones diplomáticas y económicas, así como la pérdida de aliados valiosos en el mundo intelectual, pero que muchos partidarios de Castro justifican como una “defensa contra los ataques del imperialismo”.
Durante casi seis décadas, numerosas han sido las denuncias dentro y fuera de Cuba sobre muertes, desapariciones y detenciones políticas de aquellos que no estuvieron de acuerdo con el castrismo.
Las cifras varían entre cientos y miles de personas que fueron fusiladas, pero ni los defensores de la Revolución Cubana ni sus detractores pueden dar datos con precisión.
No existe un número certero de las víctimas que han muerto por su disidencia cubana, pero algunas ONG buscan documentar cada caso.
La organización Archivo Cuba, con sede en Miami, señala, por ejemplo, que en el más de medio siglo que lleva la Revolución se fusilaron a 3.116 personas y otras 1.166 fueron ejecutadas extrajudicialmente, aunque reconoce que es “muy difícil” saber los números exactos.
Por su parte, el Instituto de Historia de Cuba, a través de su presidente René González, señala que fueron muchos menos casos y todos “en el marco de la ley, con transparencia y con causas probadas”.
Similar polémica existe por las detenciones por motivos políticos y las denuncias por desapariciones.
Ni siquiera la ONU tiene un registro específico y Cuba no realiza informes anuales al respecto.
Amnistía Internacional, en cambio, realizó numerosos informes y llamados a una apertura política, la libertad de prensa, el respeto a los derechos humanos y la liberación de algunos detenidos.
Es muy posible que una aproximación certera solo sucederá, como en otras experiencias en Latinoamérica y el mundo, con la creación de una comisión de la verdad.
Tres momentos despertaron las mayores críticas por la situación de los derechos humanos en la Isla.
Los cientos de fusilamientos durante los primeros años de la revolución, la ejecución de cuatro militares acusados por narcotráfico en 1989 y el de tres secuestradores de una embarcación en 2003.
Historiadores señalan que la primera etapa la mayoría de los fusilados fueron soldados o personas vinculadas al gobierno de Fulgencio Batista, quien huyó tras el inminente triunfo de la revolución.
Así lo explicó Ernesto “Che” Guevara en 1964, ante la Asamblea General de las Naciones Unidas:
“Es una verdad conocida y la hemos expresado siempre ante el mundo. Fusilamientos, sí. Hemos fusilado, fusilamos y seguiremos fusilando mientras sea necesario. Nuestra lucha es una lucha a muerte (...) En esas condiciones nosotros vivimos por la imposición del imperialismo norteamericano. Pero eso sí, asesinatos no cometemos”.
Décadas después, los fusilamientos del general Amaldo Ochoa, el coronel Antonio de la Guardia, el mayor Amado Padrón y el capitán Jorge Martínez, el 13 de julio de 1989, acusados de tráfico de drogas en la llamada “Causa No. 1”, voltearon los ojos del mundo sobre la Isla.
Ochoa era considerado un auténtico héroe de la Revolución, condecorado en varias oportunidades, entrenado en Checoslovaquia y punta de lanza de numerosas "misiones internacionalistas" cubanas en América Latina y África.
Las tres últimas personas en ser fusiladas en Cuba, el 12 de abril de 2003, fueron jóvenes que secuestraron una embarcación.
“Nos vamos a la yuma (Estados Unidos)”, gritó uno de ellos en el momento de asaltar la lancha.
El grupo no contaba con que la embarcación que secuestraron se quedaría sin combustible rápidamente.
Lorenzo Copello Castillo, Bárbaro Sevilla García y Jorge Luis Martínez Isaad fueron condenados a muerte, otras ocho personas recibieron penas de dos años a prisión perpetua.
Aquel episodio fue parte de la llamada “Primavera Negra”, en la que, además, 75 personas fueron detenidas entre activistas de oposición, periodistas e intelectuales disidentes.
La ola de represión desatada en aquel momento generó la condena de numerosos pensadores del mundo.
Lo sucedido le costó a la Revolución Cubana la pérdida de uno de sus mayores defensores, el Nobel de Literatura José Saramago.
“Hasta aquí he llegado. Desde ahora en adelante Cuba seguirá su camino, yo me quedo. Disentir es un derecho que se encuentra y se encontrará inscrito con tinta invisible en todas las declaraciones de derechos humanos pasadas, presentes y futuras. Disentir es un acto irrenunciable de conciencia”, escribió el fallecido escritor portugués aquella vez.
El proyecto “Verdad y Memoria” de la organización Archivo Cuba, donde participan miembros del exilio cubano en EEUU, busca documentar los casos de víctimas del gobierno de casi seis décadas en el poder.
María Werlau, directora de Archivo Cuba, dijo a BBC Mundo que “es imposible saber cuántas personas han muerto en prisión”.
“Creemos que son cientos al año. Tristemente solo podemos imaginarlo”.
“Pero sospechamos que pueden ser decenas de miles de personas más, porque en casi seis décadas muchas vidas se han perdido y no hay forma de contarlas”.
Hasta el último día de 2015, el grupo tenía documentadas 7.062 muertes y desapariciones “atribuidas al régimen castrista” desde 1959.
Sus registros indican que 3.116 fueron ejecuciones por fusilamiento.
También 1.166 ejecuciones extrajudiciales, 123 desapariciones, 315 muertes por negligencia médica y 146 suicidios por causas políticas.
“Si yo soy Stalin, mis muertos gozan de buena salud”, dijo Fidel Castro en la década de los 80.
Con aquella temeraria frase el líder cubano negaba las constantes denuncias de persecución política en la Isla y tomaba distancia del líder soviético, el Gulag, los confinamientos y la gran purga que el comunista soviético llevó adelante en la URSS contra la disidencia.
“Todas las demás revoluciones, sean burguesas o socialistas, fueron más sangrientas que la Revolución Cubana”, afirma el presidente del Instituto de Historia de Cuba, René González, a BBC Mundo.
“Todos los fusilamientos en la historia de la Revolución fueron públicos, con juicios abiertos al pueblo cubano, a la prensa nacional e internacional. Y los que merecieron aquellas penas tuvieron causas probadas por crímenes graves contra el pueblo cubano”, señala González.
El historiador explica que la denuncia de que en la Isla se realizaban numerosas ejecuciones sumarias fue “una de las grandes falacias de la propaganda imperialista”.
González añade que, para combatir aquella campaña, en los primeros años de la revolución, Fidel Castro puso en marcha la denominada Operación Verdad, “que da transparencia a todos los procesos judiciales contra los esbirros de la dictadura de Fulgencio Batista”.
“Fidel Castro siempre tuvo mucha consideración con los prisioneros de guerra durante la guerrilla. No se fusiló ninguno, se les devolvió su arma y recibieron atención médica”, señala el historiador.
“Dame la lista ahora mismo de los presos políticos para soltarlos. Menciónala ahora, dime el nombre o los nombres, y si hay esos presos políticos, antes de que llegue la noche van a estar sueltos”.
Fueron las palabras del presidente Raúl Castro, durante la visita de Barack Obama a la Isla, en respuesta a una reportera que le preguntó por qué no libera a los presos políticos de la Isla.
La Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional es otra organización que ha trabajado para nombrar cada mes cuántos presos políticos hay en la Isla. No está reconocida por el gobierno cubano.
Elizardo Sánchez, secretario general la Comisión, señala a BBC Mundo que es imposible documentar con exactitud el número de personas que fueron detenidas, encarceladas o sentenciadas por cuestiones políticas durante el Gobierno de Castro.
Pero esa ONG con sede en La Habana se ha dado a la tarea de identificar cada caso desde 2010.
El número ha variado entre 8.889 personas en 2014, 8.616 al siguiente año y 8.505 en los primeros diez meses de 2016.
El Gobierno cubano, a través de Fidel Castro, Raúl Castro, sus cancilleres y vicepresidentes, ha señalado a través de los años que aquellos que fueron detenidos se encontraban en “afanes conspirativos” relacionados con el secuestro de aeronaves, atentados en el interior de la Isla o coludidos por “el imperio”.
Otros casos que se han repetido en estos años fueron las muertes de los prisioneros que se declararon en huelga de hambre durante su encierro.
Las organizaciones defensoras de los derechos humanos han denunciado otras muertes de disidentes cubanos en “extrañas circunstancias”.
Uno de los casos más recientes fue el del connotado líder opositor Oswaldo Payá, quien falleció en 2012 en un supuesto accidente vial del que algunos sospechan fue provocado.
Hay pensadores que ya adelantaron su sentencia como el escritor Mario Vargas Llosa, quien dijo que “la historia no absolverá a Fidel Castro”.
La obvia referencia alude a la frase de Fidel Castro con la que terminó su alegato de defensa en el juicio en su contra por el asalto al cuartel Moncada en 1953: “La historia me absolverá”.
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