Plan de recorte de empleos mantiene en incertidumbre a los trabajadores de las provincias
En la ciudad de Camagüey, las principales calles ya están llenas de vendedores privados que ofrecen desde aperitivos hasta reparación de calzado
El programa para recortar 500.000 empleos públicos en Cuba apenas ha empezado en las provincias de la Isla, lo que ha generado una gran incertidumbre entre los trabajadores, mientras los funcionarios se apresuran en ofrecer alternativas y enfrentan la inevitable preocupación y molestias que causan los despidos.
La confusión acerca de cómo implementar los recortes, la falta de puestos de trabajo alternativos y la resistencia de los trabajadores llevaron al presidente cubano, Raúl Castro, a retrasar el plan, que inicialmente estaba previsto para finales de marzo.
Los despidos —destinados a reducir los gastos de un Estado agobiado por las deudas y a incrementar la productividad— son una parte clave de las reformas económicas emprendidas por Castro para mantener la supervivencia del socialismo en Cuba.
Unos 3.000 puestos de trabajo se han reducido desde el pasado octubre en la provincia de Granma (este), una cifra similar en la vecina provincia de Santiago de Cuba y mil en la central provincia de Camagüey, informaron la semana pasada a Reuters funcionarios locales.
Pero eso es solo el 10% de los 70.000 puestos que estaba previsto recortar en esas tres provincias en marzo. La experiencia ha demostrado ser dolorosa en una sociedad donde el trabajo ha sido garantizado por décadas.
“Nunca sabemos ahora si mañana amaneceremos con trabajo o vamos a estar disponibles. Antes nunca teníamos esta preocupación”, ha dicho una en Santiago de Cuba que requirió el anonimato.
Hasta el pasado 31 de enero unas 113.000 personas habían solicitado licencias para trabajar en el pequeño sector privado, incluyendo 15.000 en las tres provincias, en virtud de las nuevas regulaciones para la expansión del pequeño sector privado.
El incremento de los permisos de trabajo por cuenta propia fue originalmente diseñado para absorber a los trabajadores que queden desempleados.
En la ciudad de Camagüey, las principales calles ya están llenas de vendedores privados que ofrecen de todo, desde aperitivos hasta servicios para reparar teléfonos móviles y calzado.
La directora de Trabajo y Seguridad Social en Camagüey, Marta Adán Hernández, ha dicho que hay espacio para muchas más personas que aspiren a sacar sus permisos por cuenta propia. “No hay límite (…) las personas van buscando su ocupación, pero realmente hay muchas actividades que se pueden hacer que hoy son servicios que necesita la población”, ha afirmado.
Las reformas de Castro buscan una mayor iniciativa privada en los sectores minoristas y agrícolas, y mayor eficiencia en las empresas estatales. Todos estos cambios se espera que sean aprobados formalmente en un congreso del Partido Comunista que se celebrará entre los próximos 16 y 19 de abril.
Los despidos masivos han sido objeto de críticas en decenas de miles de reuniones celebradas en toda la Isla como parte de los temas que se discuten antes del Congreso.
El plan es descrito como el “reordenamiento” de la fuerza laboral porque en teoría los trabajadores desempleados serán declarados “disponibles” —un eufemismo para referirse a los parados— y les ofrecerán otras opciones donde hay déficit de mano de obra como en la agricultura, la construcción o la educación.
“Es un proceso prolongado en dependencia de cómo vamos marchando. Esto no es un proceso rápido (…) que se haga bien, que se haga como está establecido”, ha explicado Hernández.
La semana pasada, a 29 enfermeras en uno de los nueve centros de salud de Camagüey le ofrecieron otros puestos de trabajo en hospitales locales, al ser declaradas “disponibles”.
“Algunos están aceptando la oferta y las demás se van a casa, porque en la clínica se trabaja ocho horas al día, mientras que en los hospitales se labora un turno de 12 horas por día o de noche, y muchas veces se trabajan hasta 24 horas porque las enfermeras, a veces, no llegan a su trabajo”, ha comentado Anaida, una supervisora de enfermería.
Este no fue el caso de un grupo de contadores pertenecientes a 20 restaurantes de la empresa “Palmares”, de Santiago de Cuba, adscrita al Ministerio de Turismo. Sus puestos fueron eliminados a principios de enero y reemplazados por cuatro supervisores que se encargan de esas funciones.
“Me declararon disponible el 4 de enero y me enviaron a la casa a la espera de otra oferta de trabajo, pero ya hace más de un mes y no me han llamado (…). Tengo más de 10 años de trabajo y me pagan un mes al 100% y el otro mes al 70%”, ha revelado María Eugenia, de 40 años de edad.
“Claro, no es justo porque te pasas cinco años estudiando en la universidad, trabajé 16 años en el restaurante y nunca tenía ningún problema”, ha dicho con disgusto.
Los funcionarios de las tres provincias dijeron que no había más remedio que recortar los puestos de trabajo para que la economía pudiera seguir adelante, pero ahora el proceso no tiene límite de tiempo.
El vicepresidente de asuntos económicos de la provincia de Granma, Raúl López Rodríguez, ha insistido en que la reorganización seguirá adelante, pero ha admitido que sólo el 10% de los despidos podrán ser absorbidos por el sector estatal. El resto de los desempleados no tendría más remedio que volver a trabajar la tierra o en la pequeña empresa privada.
“Va a haber un reordenamiento dentro del sector laboral para buscar eficiencia y a los que se quedan se les debe pagar mucho más para estar estimulados”, ha indicado Rodríguez.
El funcionario ha estimado que el salario promedio mensual de los trabajadores estatales —ahora alrededor de 440 pesos (unos 12 euros)— necesitaría ser duplicado para motivar a los empleados.
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