Actualizado: 18/04/2024 23:36
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Posada, Terrorismo

Salvadoreño señala participación de Posada Carriles en ataques a Cuba

El terrorista, que cumple condena en Cuba, reconoció que con su cooperación espera obtener algún beneficio personal

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Un salvadoreño encarcelado en Cuba por colocar una bomba en un hotel en los 90 aseguró haber revelado a un fiscal estadounidense que recibió explosivos y dinero del anticastrista y antiguo agente de la CIA, Luis Posada Carriles, ahora procesado en Estados Unidos por perjurio.

El salvadoreño Otto René Rodríguez Llerena explicó durante una entrevista exclusiva con la Associated Press que estaba dispuesto a testificar ante la corte estadounidense si se lo pedían e identificar a Posada Carriles.

“Él (Posada Carriles) mirándome a los ojos no me puede decir ‘yo no te conozco’. Sí me conoce”, dijo Rodríguez.

Rodríguez fue capturado en el aeropuerto capitalino en 1998 cuando arribaba a la Isla con 1,5 kilogramos de explosivo C-4 escondido en su equipaje y durante el juicio que se llevó a cabo reconoció haber colocado una bomba que explotó en el Hotel Meliá Cohiba en 1997, en un primer viaje a Cuba.

Según el salvadoreño, fue precisamente Posada Carriles quien le dio el material para las bombas, le enseñó algunas partes de su ensamblaje y finalmente le pagó 2.000 dólares cuando tuvo éxito en el ataque —que no dejó muertos—, mientras lo convenció de regresar a Cuba aunque en esta última ocasión sería solo para “entregar” el explosivo a un tercero.

Posada no enfrenta un juicio en Estados Unidos por los ataques con una decena de bombas que causaron terror en Cuba, sino por mentir a las autoridades federales sobre la forma en que ingresó a Estados Unidos en 2005.

Además de Rodríguez, la AP pudo hablar también a Ernesto Cruz León, de 39 años, otro salvadoreño preso en la Isla involucrado en los ataques con bombas.

Para la entrevista, ambos fueron conducidos hasta una espaciosa vivienda del Gobierno en un barrio residencial en La Habana y hubo funcionarios presentes, pero los hombres no estaban esposados y vestían sobriamente de civil.

Ambos dijeron que sus declaraciones eran voluntarias. Rodríguez reconoció que con su cooperación espera obtener algún beneficio personal, mientras que Cruz León expresó que decidió hablar ante las autoridades y ante la prensa como una forma de mostrar su arrepentimiento y aliviar su conciencia.

La decisión de permitirles una entrevista con la AP es parte de una estrategia de las autoridades cubanas de colaborar con el proceso que se le sigue en El Paso a Posada Carriles, considerado enemigo público número uno en la nación caribeña.

“Aquí (en Cuba) estuvo un fiscal norteamericano que habló conmigo y yo me comprometí a que si tenía que testificar contra ‘Ignacio Medina’, lo hacía. A mí nadie me presiona para hacer eso, yo mismo ofrecí colaborar”, dijo Rodríguez, quien conoció a Posada Carriles bajo este alias.

Durante el juicio en El Paso, Texas, se ventiló que uno de los alias que el anticastrista usaba era el de “Medina”.

La historia de Rodríguez podría ser una importante pieza en el proceso contra Posada Carriles. Sin embargo, el salvadoreño dice que no ha sido llamado a testificar formalmente. Tampoco recuerda el nombre de un fiscal estadounidense que lo visitó junto con cuatro agentes del FBI a finales de 2009 o principios de 2010.

Los fiscales en El Paso no estuvieron disponibles para comentar lo aseverado por los salvadoreños y suelen declinar formular declaraciones sobre los casos; mientras la vocera de la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, Gloria Berbena, rehusó hablar del tema.

Los salvadoreños fueron condenados en Cuba a pena de muerte en 1999 bajo cargos de terrorismo, pero en diciembre pasado se les conmutó la sentencia por 30 años de prisión.

Posada Carriles admitió tener la responsabilidad de los ataques en una entrevista en 1998 con la entonces reportera del New York Times, Ann Louise Bardach. Posteriormente la periodista fue llamada a testificar y él se retractó.

Posada Carriles se vinculó a la CIA entre los 60 y los 70 y posteriormente trabajó para la inteligencia de Venezuela. También fue vinculado a la voladura de un avión civil cubano en 1976 que costó la vida a 73 personas. Luego se escapó de una cárcel venezolana.

Posteriormente, fue acusado de participar en acciones contra la guerrilla en Centroamérica y a comienzos de la década pasada fue acusado un intento de magnicidio contra Fidel Castro.

Cuba se ha quejado amargamente de que Posada Carriles nunca ha enfrentado cargos por terrorismo en Estados Unidos. Ahora la sanción más alta que enfrentaría sería menor a los 10 años de prisión por mentir a los funcionarios de inmigración.

La corte trata de determinar si Posada Carriles también mintió sobre su participación en los atentados en Cuba y que costaron la vida a un turista italiano e hirieron a una docena de personas.

De 52 años, regordete, de pequeño bigote y una coleta de cabello cano amarrado a la nuca, Rodríguez indicó que había conocido a Posada Carriles bajo el nombre de Ignacio Medina cuando trabajaba en una agencia de autos en 1997.

Explicó que se presentó como un cubano exiliado que luchaba por la libertad de su país y se interesó por el servicio que podría ofrecer el salvadoreño, un militar retirado que había combatido a los insurgentes en El Salvador.

En la entrevista con la AP, Cruz León, quien admitió haber puesto la bomba que mató al turista italiano Fabio di Celmo, dijo que no conoció personalmente a Posada Carriles, pero no duda de las pruebas que lo involucran en la autoría intelectual de los bombazos.

El salvadoreño aseguró que había recibido los explosivos, entrenamiento para colocarlos y el dinero de pago de otro compatriota, Francisco Chávez Abarca, arrestado a mitad de 2010 en Venezuela bajo una falsa identidad e inmediatamente extraditado a Cuba a pedido de la Interpol.

En declaraciones hechas públicas por la televisión cubana Chávez Abarca reconoció a su vez trabajar para Posada Carriles y haber reclutado a Cruz León.

“Yo simplemente soy un soldado al que mandaron una guerra a la que no pertenecía y a la que nunca debí haberme metido”, dijo Cruz León al relatar su historia personal en El Salvador de los 80.

Durante la entrevista, Cruz León y Rodríguez narraron interesantes detalles de su estancia en la prisión cubana, incluyendo cómo pasaban el tiempo en el “pabellón de la muerte”.

Ambos contaron que estaban junto a otras tres personas de origen guatemalteco convictos por la misma causa, pero separados del resto de los reos en un área especial a la que Cruz León describió como “una cárcel adentro de otra cárcel” en la prisión de máxima seguridad de Guanajay, en las afueras de La Habana.

Según sus comentarios fueron tratados en estos años con respeto y con el tiempo consiguieron mejorar su situación obteniendo algunos beneficios como trabajar en una pequeña huerta, plantando vegetales, cocinar su alimento, tener un televisor y hasta una línea de teléfono que les permite recibir llamadas, aunque no hacerlas.

Cruz León indicó que se le permitió tener un perico que cuida a diario y una gata, que murió hace algunos meses tras vivir 10 años con él.

De trato afable, vestido con una camiseta tipo polo y zapatos negros, Cruz León se definió como un católico devoto que lleva en su conciencia un profundo remordimiento por sus actos, pero sobre todo por la muerte que causó.

“Pienso que voy al infierno, porque ya segué una vida y eso no tiene perdón”, dijo.


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