Vidas en el limbo
Mientras se espera que se reactive el programa de reunificación familiar para los cubanos, la emisión de visas de turista parece improbable
Ya habían vendido hasta su casa y tenían previsto viajar a Estados Unidos hace un mes. Leoany, de 26 años, y su esposo Ramón, de 46 años, tienen su vida en pausa desde que el Gobierno estadounidense decidió congelar la entrega de visas y trámites consulares en su legación de La Habana, informa la agencia Efe.
Como miles de cubanos, se encontraban en la fase final del proceso de reunificación familiar, “reclamados” por el hermano de Ramón que vive en Miami y solo les quedaba que les sellaran la visa en el pasaporte para poder viajar, de acuerdo a un reportaje de Sara Gómez Armas, de Efe.
Hoy respiran con alivio después de que el Departamento de Estado anunciara esta semana que mantendrá el programa de reunificación familiar, que permite a los residentes permanentes en EEUU reclamar a sus familiares en Cuba para que se instalen allá, aunque no se sabe aun cuándo ni cómo se aplicará.
“Ya lo vendimos todo, por eso estamos tan asustados. Vendimos hasta la casa y estamos viviendo con mi mamá a la espera”, contó Leoany, que por suerte aún no había renunciado a su trabajo en una guardería.
Residentes en Pinar de Río, a unos 150 kilómetros de La Habana, han acudido a la embajada estadounidense a informarse sobre su caso, aunque la respuesta que estos días reciben todos en esa situación es que deben esperar a que se pongan en contacto con ellos.
Con la vida en vilo también están Yanelis y su hijo Pablo, de 14 años y con una enfermedad degenerativa en los músculos, que tenían cita el jueves para hacer la entrevista previa a la concesión del permiso para viajar, pero no podrán realizarla “hasta nuevo aviso”.
Reclamados por su padre que vive en Texas desde hace seis años, Pablo lamenta desde su silla de ruedas la “decisión inhumana del presidente Donald Trump” y espera poder mudarse pronto a Estados Unidos, donde cree podrá recibir un tratamiento médico y rehabilitación para sus piernas inmovilizadas por la enfermedad.
“Esperamos que todo se reanude pronto porque no sabemos qué va a ser de nosotros. Nos hemos gastado ya mucho dinero en todo el papeleo”, contó Pablo, que no ve a su padre desde hace tres años.
Desde el pasado 29 de septiembre, cuando EEUU anunció la retirada del 60 % de su personal diplomático de La Habana como respuesta a la extraña trama de los “ataques acústicos”, la legación solo atiende trámites de emergencia y congeló la concesión de nuevas visas.
Desde entonces, miles de cubanos —106.351 según datos publicados por el diario el Nuevo Herald— se encuentran en un limbo burocrático, con trámites a medias mientras esperan una solución a su situación en una embajada escasa de personal, reducida a mínimos.
EEUU no culpa de momento a Cuba de esos ataques, que afectaron a la salud de una veintena de sus diplomáticos, pero no considera la Isla un lugar seguro para sus ciudadanos y ordenó la salida de la mayoría de su personal.
Para la próxima semana, Patricia, una estudiante de medicina de 21 años, esperaba viajar a Miami para reencontrarse con su esposo que vive allá desde hace tres años. Su viaje está postergado indefinidamente pero ya está más tranquila.
“Cuando me enteré de la noticia, lo viví con mucho susto, con temor a que se retirara mi caso y no pudiera irme”, contó a las puertas de la embajada, donde se acercó para obtener información.
Danay, de 19 años, terminó en junio sus estudios de bachillerato y no se matriculó en la universidad porque para estas fechas ya esperaba estar instalada en EEUU con su padre, que la reclamó hace ya dos años.
“Estoy viviendo esta situación bastante estresada y angustiada porque vi en un momento cómo todas mis opciones se cerraban. Pero siempre hay una puerta que se abre y esperamos que en estos días se reabra el programa de reunificación familiar”, relataba Danay, ya más calmada después de semanas de mucha tensión.
En EEUU quiere estudiar arte dramático para cumplir su sueño de ser actriz y reencontrarse también con sus dos hermanos y numerosos tíos y primos que viven al otro lado del Estrecho de la Florida.
Mientras se espera que se reactive el programa de reunificación familiar, la emisión de visas de turista parece improbable, aunque era el mecanismo que servía a muchos cubanos para poder visitar a sus familiares.
Después de haber pagado los 160 dólares por cada solicitud, Ana y su marido querían viajar a Miami como turistas para pasar un mes con sus dos hijos, que dejaron Cuba hace 17 años.
“Teníamos ayer la entrevista, pero nos dijeron que están suspendidas y no hay nuevas citas”, contaba Ana, que viajó a La Habana desde su natal Camagüey, a 520 kilómetros.
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