Actualizado: 25/04/2024 19:17
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Béisbol: 46ª Serie Nacional

Charangón y batazos

Santiago de Cuba se coronó campeón de la pelota nacional por la calidad de sus figuras y el apoyo de su público.

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TEMA: Play-Offs. 46ª Serie de Béisbol

Con similar ritmo y empuje al que ofrece el Charangón de Raulito empezó y terminó Santiago de Cuba la contienda de 2007, para llevarse el primer lugar de la 46ª Serie Nacional de Béisbol.

Para los que no les conozcan, Raúl López es el director de la Conga de San Agustín y del Charangón, este último un grupo de 24 incansables músicos carnavaleros que cuando arrancan a tocar no tienen para cuando acabar. Por varios años se han presentado en los play-offs en los estadios donde compite el elenco santiaguero.

Y así fue. Las avispas comenzaron la temporada con victoria sobre el Habana en el choque inaugural, terminaron la ronda clasificatoria doblegando a Holguín y cerraron a todo tren la postemporada con éxitos sobre Camaguey al que derrotaron 3 veces en 5 encuentros. El resto fue como sigue: frente a Villa Clara (4-3) y con Industriales (4-2), para llevarse el banderín.

El Charangón cuenta con la tradicional y fascinante corneta china, con tumbadoras, bocúes, campanas, cencerros, quintos y bombos —secundados por una "comisión de embullo"—, que se vuelven incansables en manos de expertos tocadores. Estos, impulsados por varios "planazos" de cualquier ron santiaguero, se convierten en una máquina de buen sonar y, sin parar, suenan y suenan por tiempo indefinido, mientras en el graderío el público repite y repite a coro diferentes e ingeniosas tonadas.

Con la misma intensidad y fuerza de los músicos orientales se mantuvo el conjunto dirigido por Antonio Pacheco, uno de los más queridos peloteros de las últimas décadas y que, después de 22 años como estrella, la mayoría de ellos con los equipos Cuba, ahora sigue impregnando su chispa y agresividad al resto del equipo.

Los mejores en su patio

Históricamente cuesta mucho trabajo vencer al avispero en su estadio Guillermón Moncada, donde miles de exigentes espectadores le hacen la "vida imposible" a la mayoría de sus contrarios, sazonado todo ello por los concertistas ya mencionados, que convierten la instalación en un verdadero manicomio, asequible exclusivamente a sus moradores habituales.

Los visitantes, peloteros y aficionados, tienen que hablarse a gritos si es que quieren escucharse y, con ese panorama de por medio, no resulta fácil quitarse de encima una buena ración de aguijonazos de las avispas orientales.

Los ahora titulares de 2007 fueron los mejores en la etapa clasificatoria con 57 triunfos, la cifra mayor de esta contienda. Vencieron en 11 de los 17 programas en toda la ronda de play-offs, pero quizás lo más importante fue que allí, en su cuartel general, Santiago de Cuba ganó 7 de los 9 juegos celebrados, cifras con las que superó a todos sus oponentes.

Industriales aventajó en el Latino en 5 de 7 ocasiones, Villa Clara consiguió 4 victorias y 2 reveses en el estadio Augusto César Sandino, Las Tunas 1 y 1 en el Julio Antonio Mella, Pinar del Río 1 y 2 en su casa del Capitán San Luis, La Habana ganó 1 vez y cayó 3 en el Nelson Fernández y Sancti Spíritus tuvo la peor marca al perder sus 3 salidas en el José Antonio Huelga, ante sus estupefactos seguidores, que no podían aceptar semejante desliz.

Obviamente, estos datos muestran que el que mejores resultados obtenga en sus terrenos resulta —generalmente— ganador del trofeo mayor en las Series Nacionales.

Calidad y fugas

La estelaridad y bravura de los peloteros santiagueros nadie las puede poner en duda. Su clase indiscutible en torneos nacionales tuvo de abanderados a Manuel Alarcón y Ramón Echavarría a partir de 1962, y años posteriores les siguieron Braudilio Vinent y Elpidio Mancebo en las décadas de los setenta y ochenta. Continuaron con Orestes Kindelán, Antonio Pacheco y Norge Luis Vera, a lo largo de los noventa, y por lo visto se prolonga con esta formidable actuación. Sin embargo, sus grandes rivales Industriales, Villa Clara y Pinar del Río, han visto frenado su desarrollo y nivel por un factor coyuntural que arrastran como un lastre de gran peso, sin poderlo evitar: las evasiones hacia el exterior para alcanzar mejores condiciones económicas.

En los últimos diez años, peloteros de los seleccionados antes citados han marchado a Estados Unidos, en su intento de jugar en Grandes Ligas, la meca beisbolera, único lugar donde se consiguen contratos millonarios como los han tenido sus compañeros de equipos. Esto les ha restado fuerzas en grado superlativo, ya que los escapados casi siempre son peloteros de clase.

A los azules se le han esfumado unos 15 jugadores, entre ellos Kendry Morales, Dukesito Hernández, Maique Quintero, Roberto Colina, Amaury Sanit, Ever Bastida, Yunier Escobar y varios más. Tienen suerte porque los ojos y oídos vendados de los dirigentes beisboleros les permiten contar con Metropolitanos, su sucursal en la misma Liga, que le abastece de sangren joven; pero no así al seleccionado vueltabajero que no tiene como encontrar sustitutos para cubrir las escapadas de Danny Báez, José Ariel Contreras, Alaín Soler, Juslán Herrera, Yobal Dueñas, Serguei Linares y Juan Miguel Miranda.

Víctor Mesa, rutilante estrella en cualquier terreno, convertido ahora en un supermago como director, quisiera encontrar la fórmula que le permita reemplazar a los atletas que ya no tiene por los mismos motivos: Rolando Arrojo, Ángel López, Jorge Luis Toca, Jorge Díaz, Osmany García, Zaidel Beltrán, Vladimir Hernández y más recientemente el neoacaudalado Yunieski Betancourt, que acaba de firmar un contrato por 24 millones de dólares con los Marineros de Seattle.

La ventaja de no haber padecido ningún éxodo importante de jugadores, más la estelaridad de sus peloteros, permitieron a Santiago de Cuba ganar la corona de 2007. Sobre el terreno de juego triunfaron limpiamente y arriba de las gradas también, porque contaron con el mejor apoyo musical del país: Raulito y su contagiante Charangón de San Agustín, a quien —por cierto— nadie se le ha fugado, ni siquiera para Holguín, una de las provincias cercanas, territorio donde le han hecho jugosas proposiciones a más de uno de sus integrantes.