Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Ballet

“A un bailarín cubano se le puede reconocer por su especial formación”

Entrevista a Alihaydée Carreño

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Alihaydée Carreño, una de las más populares y carismáticas estrellas del Ballet Nacional de Cuba, vive desde hace varios años en República Dominicana, con sus dos pequeñas hijas y su esposo, quien desempeña un alto cargo en una compañía de inversiones internacionales. Además de ser primera figura de la más importante compañía de danza de ese país, Alihaydée baila como artista invitada en festivales y galas en Estados Unidos y otros países. En 2007 Pedro Pablo Peña la invitó para interpretar Giselle con Cuban Classical Ballet of Miami, y fue muy aplaudida por el público y la crítica, que la calificó como la mejor intérprete de Giselle vista en Miami. En el 2001, el crítico de música y ballet de México, Kurt Hermann Wilhelm, comentó lo siguiente sobre el arte de Alihaydée Carreño.

“Hay que presenciar su Cisne negro, para comprender que la danza no tiene secretos para ella. Hay que admirar su trabajo interior, tan bien exteriorizado en el papel de la frágil Giselle. O divertirse con su Swanilda en Coppélia. Su difícil concepto de Carmen es muy válido, y le saca a la coreografía el máximo partido posible. Don Quijote es otro despliegue técnico irreprochable, complementado con una verdadera creación del papel de Kitri. Esta joven bailarina es simplemente una fuera de serie”.

Sabemos que sus padres Álvaro y Haydée, (una de las mujeres más bellas que ha formado parte del BNC —según su padre: “la más bella”—) eran bailarines. ¿Fueron ellos los que la indujeron a tomar clases de ballet o la idea fue suya?

Alihaydée Carreño (AC): Creo que la vocación me llegó por la sangre. Yo nací en una familia de bailarines. Recuerdo que desde niña me gustaba bailar. Oía cualquier música, clásica o popular, y empezaba a cantar, a actuar y a bailar. Y no podía ver las zapatillas de mi mamá, sin ponérmelas, aunque no me sirvieran.

Siempre he asociado a las ballerinas con las mariposas, por el arduo proceso de su formación y desarrollo, por la fragilidad de sus cuerpos, por lo efímero de sus carreras. Y si todo eso se compensa con el éxito, la admiración del público y los aplausos, valió la pena; pero si después de la disciplina y los sacrificios que requiere esa profesión no llegan a ser primeras figuras y pasan toda su vida (su cortas vidas) en el anonimato del corps de ballet, qué triste, qué pobre recompensa para tanto esfuerzo. Considerando todo esto, ¿alentaría a una hija suya a escoger esa carrera?

AC: Es una carrera bellísima, y por eso mis dos niñas quieren ser bailarinas. Y aunque es una profesión muy sacrificada, yo las apoyaría. No hay duda de que es una decisión bien difícil, pues hace falta mucha fuerza de voluntad y dedicación. Pero son ellas las que deben escoger lo que más les guste.

Galina Ulanova y Margot Fonteyn, por citar solo dos famosas bailarinas, no tuvieron hijos, Alicia Alonso nunca antepuso la maternidad a su carrera. En su caso, ¿tuvo dudas al decidirse a formar una familia, o cree que es posible compartir la vida doméstica con los rigores y obligaciones que implica ser una bailarina de ballet?

AC: Nunca pensé dejar de ser madre por mi carrera. Para mí, la maternidad es el estado más sublime a que puede aspirar una mujer, sin que por ello tenga que abandonar su profesión. Si no fuera madre, yo no tendría el deseo ni el estímulo de seguir adelante y superarme cada día más como artista y como ser humano. Es lo único que me fortifica ante cualquier problema o contrariedad que pueda tener. La emoción de ser madre es una experiencia que no se puede explicar con palabras.

De las llamadas “cuatro joyas” del Ballet Nacional de Cuba: Josefina, Aurora, Loipa y Mirta ¿cuál era su preferida?

AC: Las cuatro son merecedoras de mi admiración y respeto, por lo que lograron y por el ejemplo que nos dieron. Yo tuve la oportunidad de trabajar con todas. Y les agradezco sus valiosas enseñanzas y sus maravillosos ensayos, de los que tanto aprendí. Ellas fueron el patrón para mi carrera, y les debo lo que soy ahora. Josefina fue una excelente influencia y nunca podré olvidarla. Me enseñó detalles valiosísimos; por eso, la última Giselle que bailé en Miami se la dediqué a ella.

¿Qué otra bailarina admira y cree que haya influido en usted?

AC: De todas aprendí muchísimo, pero dos que siempre admiré fueron Ofelia González, por su interpretación de los personajes, y Rosario Suárez, por su gran técnica.

Se habla mucho de la Escuela Cubana de Ballet y de su estilo, ¿cree que, sin conocerlos, con solo verlos bailar se puede identificar a un bailarín o a una bailarina entrenados en esa escuela? Al menos, ¿podría alguien con su experiencia diferenciarlos?

AC: Creo que sí, que a un bailarín cubano se le puede reconocer por su especial formación. Es un sello que no se pierde nunca, gracias a Fernando, a Alicia y a los magníficos maestros de la Escuela Cubana de Ballet.

¿Qué ciudad o país, de los muchos que ha visitado, le impresionó por la forma en que la recibía el público?

AC: Es difícil decir en cual país he tenido el mayor éxito, pues en verdad en todas partes el público siempre me ha mostrado gran aprecio. Claro, hay lugares donde ya te conocen y tienes admiradores que después de la función van al camerino o te esperan a la salida y te saludan y felicitan con mucho cariño. Pero en general, guardo en mi corazón muy lindos recuerdos de todas y cada una de las ciudades donde he bailado.

¿Qué prefiere: una función por la tarde o por la noche? ¿Y cuál es la diferencia?

AC: Siempre me ha gustado bailar de noche, así descanso durante el día y puedo tomar clase y ensayar con comodidad.

¿Cuántos papeles protagónicos puede hacer una bailarina en días consecutivos? Y ¿cuál es su récord?

AC: Eso depende de si es un rol fuerte o no tan fuerte. Si no es muy fuerte puedes bailarlo hasta 5 o 6 días seguidos, si es un rol que requiere demasiada técnica y mucho esfuerzo, después de dos funciones, el cuerpo no te responde igual. Mi récord fue en un festival de ballet, cuando tuve que bailar como tres funciones seguidas muy fuertes, dos Lago de los Cisnes y un pas de deux. Ah, y cuando bailé en el Kennedy Center de Washington, en el 2001, donde una noche bailé Giselle y al día siguiente Coppélia.

Algo que siempre me ha asombrado: ¿Cómo es posible mantenerse en línea, sufrir esas dietas tan rigurosas, casi inhumanas, y al mismo tiempo tener energía para las largas horas de clases, ensayos y actuaciones?

AC: Eso es algo que yo he sufrido toda mi vida; hay personas que tienen un metabolismo tan bueno que pueden comer de todo y no engordan, pero ese no es mi caso. Uno tiene que amar mucho esta carrera para sacrificarse por ella. La dieta es el gran problema de las bailarinas. Luego de tanto esfuerzo físico, hay que alimentarse bien, descansar y comer cosas saludables que no engorden, y que a la vez den fuerza para tantas horas de entrenamiento.

¿Toma algún estimulante: café, refresco de cola o alguna de esas bebidas energéticas de moda inmediatamente antes de bailar?

AC: Antes de salir a escena, mientras me estoy maquillando, me gusta comer un chocolate y tomar una Coca-Cola. Esa cafeína me da energía y me hace sentirme fuerte físicamente.

¿Qué es lo que más teme cuando sale a escena?

AC: Pienso que todos nos preocupamos cuando salimos a enfrentarnos a esa realidad tan linda que es el escenario, pero en mi caso solo pienso en disfrutarlo al máximo y entregarme totalmente al personaje que voy a interpretar en ese momento.

¿Recuerda algún momento desagradable o accidente en su carrera?

AC: Durante un Festival Internacional, por un defecto técnico, la música dejó de sonar mientras bailaba el pas de deux de El Corsario, con Leonardo Reale, del Ballet del Teatro Colón de Buenos Aires; y tuvimos que seguir bailando sin música. Fueron momentos de mucha tensión y nerviosismo, pero el público nos premió con unos aplausos y bravos que aún me parece oírlos.

Y como contraste a la pregunta anterior, ¿puede mencionar una función que considere favorita o un momento especial de sus múltiples interpretaciones?

AC: He tenido muchos momentos emocionantes en mi carrera que son difíciles de olvidar. Cuando bailé por primera vez la mazurca del ballet Coppélia, y tuve el orgullo de bailarla con mi padre de partenaire. Cuando me estrené en Giselle junto a mi tío Lázaro Carreño, en su despedida: su última función antes de su retiro como bailarín. Cuando bailé el pas de deux de Diana Acteón con mi primo, José Manuel Carreño, en un festival de ballet. Y cuando acompañé a mi otro primo, Joel Carreño, en su estreno del Lago de los cisnes. Y todas las veces que tuve la gran suerte de compartir el escenario con mis padres. También, cuando bailé Giselle en Miami con Cuban Classical Ballet, y tuve la oportunidad de bailar para cubanos que nunca me habían visto, y que me acogieron con mucho cariño.

¿Qué ballet o personaje le falta por interpretar?

AC: Me encantaría bailar Manón y repetir la versión de Romeo y Julieta que bailé en la capital de Estados Unidos con mi primo Joel, invitados por el Ballet de Washington.

¿Le interesa la docencia, la coreografía?

AC: Me encanta impartir clases y tomar ensayos, para transmitirles a las nuevas generaciones mis experiencias y todo lo que he aprendido en esta carrera.

En cuanto a coreografía, todavía no he pensado en eso.

Como ha sucedido en la literatura y otras artes en Cuba, ¿sabe si en los anales de la Compañía suprimen los nombres de los bailarines que se exiliaron? Por citar solo un caso: ¿Se habla de Charín o está tácitamente prohibido mencionarla? ¿Se conservan y exhiben vídeos de sus actuaciones?

AC: Mientras yo estuve en Cuba (ya tengo 6 años viviendo en República Dominicana), nunca oí que en la Compañía se mencionara a Charín, ni a ninguno de los bailarines que se fueron del país. Ni mucho menos que se mostraran vídeos de sus actuaciones. Lo mismo sucede ahora conmigo. Y me parece muy injusto porque todos hemos dejado nuestro aporte, nuestra huella y parte de la plenitud de nuestras carreras. Pero tengo que reconocer que el público y algunos periodistas y críticos nos recuerdan con mucho respeto y admiración, y se exhiben vídeos y se mencionan nuestros nombres en programas de radio y televisión.

Su Giselle del 10 de febrero del 2007 en Miami fue memorable: “Alihaydée Carreño, la mejor intérprete de Giselle vista en Miami”, la calificó la prensa. ¿Cuándo será su próxima presentación en Miami? ¿Ha sido invitada a bailar en otras ciudades?

AC: Me encantaría seguir bailando por el mundo entero, pero desde que soy madre no me gusta separarme de mis dos hijas durante mucho tiempo. Sin embargo, sí he seguido bailando como artista invitada en Los Ángeles, Miami, México, etc.

Y para terminar con la pregunta tonta que hacen todos los entrevistadores: ¿De no haber sido bailarina, qué hubiera querido ser?

AC: Me encanta la actuación. Actriz, creo que esa hubiera sido mi otra profesión.


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