Chucho Valdés rinde tributo a Irakere
Chucho Valdés: “Ni nosotros mismos sabíamos lo que estábamos haciendo. Cuando nos presentamos en Nueva York en 1979 aquello fue una locura, ganamos un Premio Grammy”
Chucho Valdés, fundador en 1973 de Irakere: la banda que revolucionó el latin jazz y la música bailable cubana de manera concluyente, se presentó con su ensamble Afro Cuban Messengers en el Festival de Jazz de Marciac, Francia, en 2015, y de ese concierto nació Chucho Valdés. Tributo a Irakere [Live in Marciac] (Comanche Music, 2015), que alcanzó Premio Grammy Latino en la categoría Mejor Álbum de Jazz Latino 2017.
CUBAENCUENTRO conversó, vía telefónica desde Buenos Aires, con el pianista, compositor, arreglista y director de orquesta —ganador de nueve Premio Grammy—, a raíz de la aparición en México de esta nueva producción discográfica: “Me da gusto que ya esté en México Tributo a Irakere: un disco grabado en vivo en Francia donde cuatro generaciones de jazzistas cubanos rinden homenaje a la banda que fundamos Paquito D’Rivera, Arturo Sandoval, Carlos Emilio, Jorge Varona, Carlos Averhoff, Oscar Valdés, Jorge El Niño Alfonso, Carlos del Puerto y otros, y que fue determinante en los escenarios del jazz afrocubano”, comenzó diciendo el hijo del gran Bebo Valdés.
¿En qué sentido este disco es un tributo a Irakere?
Ya me han hecho esa pregunta. La inquietud proviene porque sólo ejecutamos una pieza del repertorio de Irakere, “Juana 1600”, además con un nuevo arreglo orquestal. El resto son números nuevos en los cuales aparece el espíritu de la sonoridad de Irakere, tanto en la modulación armónica-rítmica como en las improvisaciones. Yo diría que es un “homenaje instrumental” que retoma la fonética de Irakere después de 40 años.
¿Cuatro generaciones de músicos de la Isla?
Así es. Mi grupo actual, Afro Cuban Messengers, recibe a otros instrumentistas cubanos que radican fuera de Cuba: se conforma un “piquete” en que músicos de diferentes edades, algunos no nacidos cuando se fundó Irakere, se apropian, hacen suya con irrebatible oficio, la prosodia de la legendaria banda. El más viejo soy yo.
Se advierten una fuerte presencia de las percusiones afrocubanas y una sección de metales agresiva…
Los tambores batá de la religión yoruba y las percusiones afrocubanas juegan un papel clave en las compensaciones rítmicas, me atrevo a decir que es el mayor atractivo del disco. Yaroldy Abreu Robles y Dreiser Durruthy Bombalé en las percusiones, tambores batá y vocalizaciones son los protagonistas de esas incitantes conjunciones yorubas. Y la sección de metales está integrada por virtuosos trompetistas: Carlos Sarduy, Reinaldo Melian y Manuel Machado; y saxofonistas: Rafael Águila y Ariel Bringuez. Todos son herederos de la acometividad que mostraba la sección brass de Irakere. No recuerdo quién le puso el mote de “los metales del terror”. Presentaban riff muy complejos y me pedían más. Creo que nunca una agrupación tuvo en su nómina a instrumentistas de la talla de Sandoval, Paquito, Averhoff o Varona juntos. Fue una coincidencia irrepetible.
Viaje por el danzón, chachachá, afro funk, conga, danza y hasta el tango…
Sí, articulamos coincidencias rítmicas entre la danza cubana y la conga, entre el tango y la habanera, entre el funk y el groove de las cadencias africanas. “Lorena’s Tango” es un provocativo danzón que se mueve por diferentes vertientes: tango, chachachá y ciertas referencias de habanera. Amalgamas rítmicas en “Congadanza” y “Afro-Funk”. Es una placa muy abierta, que retoma los años de oro de Irakere para que las nuevas generaciones los conozcan.
¿Qué significa Irakere en la música afroamericana?
Ni nosotros mismos sabíamos lo que estábamos haciendo. Cuando nos presentamos en Nueva York en 1979 aquello fue una locura, ganamos un Premio Grammy. El trabajo que hicimos con los elementos folclóricos, y esos empalmes en que recurrimos a la utilización de armonías modernas con asomo de pop/rock y cubop en el legado de Bauzá y O’Farrill fue fundamental para muchos músicos cultivadores de latin jazz. Montamos algunas piezas clásicas a nuestro repertorio. Arreglos a composiciones de Lecuona. Pero, también le dimos un viraje a la música bailable: no olvidar que la “timba” empezó en Irakere y que uno de sus cultivadores pioneros, José Luis Cortes, “El Tosco”, pasó por la agrupación como flautista.
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