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Fotografía

Cirenaica Moreira: un momento de silencio

Sobre la exposición Black + White in Color en la galería Couturier de Los Ángeles

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Una fotografía ilustra desde hace días un texto de Slavenka Drakulik. Pensé que era un comentario a su exposición, pero no. “Abajo estoy despierta”, de Cirenaica Moreira, es parte de una muestra de la Galería Couturier de Los Angeles de la artista y de René Peña. Black + White in Color reúne 27 obras que según reza el catálogo “intentan definir por sí mismos la pregunta de la identidad a través del juego entre la autoproyección y la percepción”. René Peña se graduó de Lengua Inglesa y se hizo fotógrafo de forma autodidacta. Cirenaica, egresada de actuación de la Facultad de Artes Escénicas del Instituto Superior de Artes, alumna de Filander Funes, incursiona desde hace años en la fotografía que encierra una historia, un gesto corporal, una puesta en escena personal.

La idea de reunirlos —me dice Cirenaica— es de Darrel Couturier, director de la galería del mismo nombre en La Brea, Los Ángeles, donde se exponen hasta el 15 de octubre. Un feliz encuentro, convocar dos creadores aparentemente tan diferentes y al mismo tiempo con tantos puntos de contacto. Mientras el comentario racial y agresivo surge de los desnudos de Peña (el cuerpo contra un fondo también oscuro como su piel y objetos cotidianos, el gorro frigio o el cubo de agua crean una asociación atrevida con la historia con mayúsculas), las de Cirenaica, en apariencia más suaves, evocan desde el cuerpo danzario —empeines o zapatillas de ballet— hasta el femenino lazo, la perla o el crochet desde el dolor, la ausencia o la reivención.

En lugar de hacer teatro en el escenario, Cirenaica —nacida en 1969— representa para la cámara, cambia los lugares de la acción, crea personajes, o se asume como personaje, crea su atrezzo, compone su vestuario y hace un recorrido personal y poético que sugiere múltiples presencias literarias, plásticas y humanas. Según Mabel Llevat Soy, en las notas al catálogo de su exposición Cartas desde el inxilio, esas imágenes “nos pueden recordar las piezas de Virgilio Piñera, donde la esencia dramática, el conflicto que mueve a la acción es precisamente la nada en su devenir diario, la negación de un ciclo vital donde se perpetúan lo infructuoso, lo estéril, lo patológico”. Entre esas fotografías del 2002 y éstas de Black and White… las imágenes han madurado, son más precisas técnicamente y tal vez menos angustiosas por cromatismo pastel, aunque persiste en su idea de mezclar lo remoto —anclado en una bucólica pastoral— con el presente que en forma agresión, alfileres o espinas, trastornan la percepción de lo plácido, lo femenino, lo aceptado, y a través de las cuales, como dice el catálogo, “juega con la idea de que aparece neutral y no amenazante, mientras su trabajo desafía esa percepción”.

Peña —nacido en 1957 y con intensa presencia en exposiciones cubanas e internacionales— ha sido un asiduo de Queloides, la comentada exposición sobre arte y racismo presentada en La Habana y en Pittsburgh. Su pieza Samurai (2009), que fue la fotografía del catálogo, se muestra también aquí, basada en el contraste entre el blanco y el negro, la belleza escultórica del cuerpo y la universalidad de la idea. Donde pareciera que va a surgir la espada de Shangó, emerge el afilado cuchillo de otra tradición porque Peña, que trata los temas de la cultura afro-cubana y se retrata a sí mismo con un tutú en la cabeza, detrás de un brocado, o en el baño de Marat confunde al espectador que busca etiquetas, fabricaciones y estereotipos sobre los consabidos temas de la raza, la etnicidad y el género.

También a Cirenaica le gusta derribar estereotipos y según cuentan su “fiesta de quince” fue una performance en grande titulada “Sueños húmedos”, reseñada en este portal en 2005.

¿Qué tienen que ver Peña y Moreira? Me hubiese gustado haberle preguntado a Peña pero hoy es que viaja hacia Los Ángeles y ya tendré oportunidad.

Cirenaica Moreira (CM): Somos amigos.

¿Sientes que tienes algo en común con las fotografías de René Peña?

CM: Bueno, si fuera hombre y negro, probablemente mis fotos fueran las de René Peña. Couturier ha sabido mirar muy bien ahí dentro.

¿Te consideras una actriz que hace fotografías o una fotógrafa que actúa o ninguna de las dos cosas?

CM: A estas alturas, tal vez ninguna de las dos, demasiado lejos del teatro, en el tiempo, como para seguirme considerando una actriz, el teatro es cosa de todos los días y me separan de él veinte años, de regresar tendría que comenzar de cero, aunque estoy consciente de que mis fotos existen de la manera que existen porque antes existió el teatro (eso ya se lo dije a alguien una vez) y durante también, pero solo a mi manera. Por otra parte, fotógrafa no he sido nunca, trabajé con fotógrafos por mucho tiempo que se dedicaban a accionar el obturador y a romperse la cabeza por mí para lograr la imagen que yo necesitaba, mientras, yo era la imagen, el cuerpo dentro de la imagen, un actor que se ha conformado su escena a fuerza de trabajar en solitario. Otro modo de romperse la cabeza. Comenzar a trabajar con modelos y colocarme del otro lado de la cámara no me hace fotógrafa. La fotografía ha sido solo un medio, el soporte que he utilizado. No sé cómo se le llama a eso.

¿En qué momento estás en tu obra como artista?

CM: Fotográficamente, en un momento de silencio…, todo es demasiado apacible a mi alrededor; domésticamente, quiero decir, pero es que por ahí, pasa todo… Por otro lado intento descubrir cosas con mis manos, es un proceso lento en el que no sé a dónde llegar, construyo y deconstruyo objetos, los abandono, me enamoro, hago labores…

¿Cómo llegan los títulos, antes que la imagen o después o al mismo tiempo?

CM: Cuando llegan, llegan de la misma manera que llegan ellas, por puro misterio. Si llegan son parte indivisible, prolongación una de la otra, si no, es entonces porque esa ausencia es el complemento. No suelo buscar títulos para imágenes.

¿Cómo titularías esta conversación?

CM: Una fotografía ilustra desde hace días un texto de Slavenka Drakulik. Me parece perfecto, aunque sé que sonará unilateral y ésta es una exposición de dos. Igual no sé quién es Slavenka Drakulik…, pero suena perfecto.

Slavenka Drakulic es una escritora croata nacida en 1949 que vive actualmente en Suecia. Entre sus libros figuran How We Survived Communism and Even Laughed, Hutchinson, London (1991); Balkan Express: Fragments from the Other Side of the War, W.W. Norton, New York (1993); y Cafe Europa: Life After Communism. Abacus, London (1996).


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