Islas Canarias, Escritores, Literatura Cubana
“La literatura cubana es mucho más seria que una moda”
Entrevista al narrador cubano Juan Francisco González-Díaz, residente en Las Palmas de Gran Canaria, Islas Canarias
Juan Francisco González-Díaz. Cubano, residente en Las Palmas de Gran Canaria, Islas Canarias, España. Poeta, narrador, promotor cultural, comisario y curador de exposiciones. Psicoanalista y antropólogo. Ha impartido cursos de grado y de postgrados en varios centros universitarios de Cuba y España. Tiene publicado: Una mujer es… (poesía, edita NACE, Las Palmas de Gran Canaria, 2012). El Cabildo Congo de Nueva Paz (investigación antropológica, Editorial UNICORNIO, San Antonio de los Baños, La Habana, 2002). De Cuba te cuento, (cuentos, Editorial Plaza Mayor, Puerto Rico, 2002). Poesía y psicoanálisis, (ensayo, Ediciones Luminaria, Sancti Spíritus, Cuba, 2001). Hacer el silencio (poesía, Edita Ayuntamiento de Palos de la Frontera, Huelva, España, 1996). Nosotros los de entonces (cuentos, Colección Pinos Nuevos, Ediciones UNION, 1994). La misma noche, (cuentos, Cuadernos de la Puerta de Papel, Centro Provincial del Libro y la Literatura, La Habana, 1993). Tocar en la aldaba (poesía, Ediciones Ateneo, La Habana, 1992). Caer del agua (poesía, Ediciones Ateneo, La Habana, 1991). Antologado en trece selecciones de poesía, en tres de narrativa y tiene poemas o cuentos en más de veinte periódicos o revistas. Creador independiente, pertenece a la Asociación Canaria de Escritores. Preside el Centro Canario de Estudios Caribeños —El Atlántico. Coordina el Taller Literario “Espejo de Paciencia”, el Taller de Poesía “Dulce María Loynaz” y el Festival Atlántico de Poesía “De Canarias al Mundo”.
CUBAENCUENTRO conversó con González-Díaz sobre los libros que han cambiado su vida, el regreso y la nostalgia, entre otros temas.
¿En qué momento decidiste que querías escribir?
Juan Francisco González-Díaz (JFGD): Desde la enseñanza primaria me gustaba leer y leía bastante. Empecé con los comics y después con todo lo que era posible de leerse. Lo primero que intenté escribir fueron unos versos, en la cuerda de Nicolás Guillen, al empezar el séptimo grado en la Escuela Secundaria Básica Joe Westbrook, del municipio de Nueva Paz, en la entonces provincia La Habana, actual provincia de Mayabeque.
¿Qué te aporta la escritura y la literatura, piensas que vale todo en la literatura? JFGD: La literatura vista en sentido general, global, me ha hecho mejor ser humano. Y la escritura me ha permitido hacer catarsis con mis sentimientos, explicármelos, darles, y darme, otras connotaciones, resonancias y amplitudes. El escribir me ha hecho, sin lugar a dudas, más pleno. En la literatura, ya de manera particular, como arte, es imposible que valga todo, porque cada uno de sus respectivos géneros tiene sus maneras de hacer y de ser.
¿Qué es necesario para que una novela interese a los lectores?
JFGD: ¡Ay!, amigo mío. Me viene a la memoria un viejo poema, de no recuerdo cuál autor español, donde una muchacha analfabeta va con un letrado, creo que un cura, para que por ella escriba una carta al novio. El sacerdote le corrige los sentimientos y la muchacha se duele, diciendo, ¡Ay, quien supiera escribir!
¿Cuáles son tus géneros favoritos en la lectura, sus autores y quiénes le han influido más?
JFGD: ¿Géneros? Leo —intento leer—, de todo. Antes de empezar en el primer grado de enseñanza primaria, ya leía. No de corrido, pero leía y era producto de los comics. Bueno, si fuera a darle un orden —no por más, ni por menos, sino un orden actual—, poesía, mucha poesía, siempre la poesía. Narrativa, alternando cuentos y novelas, menos relatos, pero también. Ensayos, historia de vidas, biografías. Siempre estoy leyendo dos o tres libros a la vez. Hubo un tiempo que leía por autor, intentando —y en muchas ocasiones llegué a lograrlo—, leer el universo de lo que él escritor había publicado, sobre todo los autores cubanos y latinoamericanos y lo más relevantes de España y Europa. ¿Quiénes me han influido más? En cuento, Ernest Hemingway y Juan Rulfo, dos maestros sin lugar a dudas, y toda la tradición cuentística cubana, que es mucha y buena. Por citar solo dos ejemplos, Eduardo Heras León y Leonardo Padura. En novela. Bueno, admiro mucho a Hemingway. Pero primero, Alejo Carpentier, Lezama Lima, Dulce María Loynaz, Leonardo Padura y Malraux. En poesía me siento influido por todo aquel que ha escrito un verso, desde Martí a uno de los más recientes premios “Julián del Casal”, Larry J. González. Tanto por servirme como incentivo, o para intentarlo de otra manera.
¿A qué te dedicas cuando no escribes?
JFGD: Leo, estudio psicoanálisis, antropología, politología, que es también una manera de leer. Preparo y coordino los talleres de poesía Espejo de Paciencia y Dulce María Loynaz en Las Palmas de Gran Canaria. Junto a un grupo de amigos hago promoción cultural, durante buena parte del año, con el Centro Canario de Estudios Caribeños —El Atlántico— que presido. Con los talleres literarios, el Centro Canario de Estudios Caribeños —El Atlántico— y otras instituciones, en las segundas quincenas de septiembre, hacemos posible el Festival Atlántico de Poesía “De Canarias al Mundo”. Dedico algún tiempo al facebook, a los amigos, tanto en Canarias, como en Cuba, y en el mundo.
¿Cuál es tu método de escritura, anotas lo que se le ocurre?
JFGD: Intento tener siempre conmigo un blog, una libretita, unas hojas de papel y un bolígrafo, para apuntar ideas, proyectos, alucinaciones, utopías, versos, musarañas, sospechas, etcétera. Trato, a veces lo logro, durante algunos espacios de tiempos, meses, temporadas, levantarme temprano —digamos seis, seis y treinta, o siete, depende—, e intentar escribir. Según el género a que me esté dedicando, en ese momento.
¿Sí pudiese ser un libro, cuál serías?
JFGD:El filo de la navaja de William Somerset Maugham, o El diario de campaña de José Martí: De Cabo Haitiano a Dos Ríos.
¿En qué proyecto te encuentras sumergido en estos momentos?
JFGD: ¿En cuáles? El Festival Atlántico de Poesía “De Canarias al Mundo”, desde Las Palmas de Gran Canaria, en la segunda quincena de septiembre. La publicación de cuatro libros con el sello editorial Cuadernos La Gueldera, del Centro Canario de Estudios Caribeños —El Atlántico—: 20 poemas a la Tierra: homenaje a César Manrique. De un tiempo en el teatro: 8 poetas y una escultora, libro de arte. Una isla dentro, segunda selección de poemas de los integrantes de los talleres de poesía “Espejo de Paciencia” y “Dulce María Loynaz”. Y el de Poetas cubanos en Canarias.
¿Se escribe por placer o también por dinero y reconocimiento?
JFGD: Primero que todo, porque no puedes hacer otra cosa, por disfrute, por placer, por realización, por el intento de ser un creador, un artista. Y bueno, que le vamos hacer, todo ser humano necesita de reconocimiento, del re-conocimiento y los que escribimos también somos seres humanos. ¿Dinero?, la literatura da muy poco, casi ninguno. Más bien, produce gastos.
¿Dominas los recursos de estilo, las figuras literarias o escribes con estilo propio y sigues experimentando y aprendiendo?
JFGD: De todo un poco. Desde la más temprana adolescencia formé parte de los talleres literarios en Cuba. Soy licenciado en educación en español y literatura. Hice varios postgrados sobre literatura en el Instituto Superior de Pedagogía Enrique J. Varona y en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana. Además de diplomado en etnología, máster en antropología sociocultural. Y sigo experimentando, e intentando aprehender.
Se habla que los escritores deben cuidar y ofrecer obras depuradas utilizando recursos narrativos o ¿encuentras bien que lo que se cuenta, se limite a contar como se cuenta en la sobremesa?
JFGD: Es imposible que quien se entregue, con dedicación y de manera sería, a la literatura, se limite a contar como se hace en la sobremesa. Una cosa es un narrador oral, que también es un arte y otra un escritor. Aunque puedes ser ambas, pero enfrentando cada una con sus respectivas especificidades.
¿Regalas libros en alguna ocasión?
JFGD: Me encanta regalarlos y sobre todo que me los obsequien. Sí, acostumbro darlos.
¿Crees que la literatura cubana está de moda y que el escritor, en tanto figura pública tiene responsabilidad social?
JFGD: La literatura cubana es mucho más seria que una moda, es el “non plus ultra” de nuestra identidad. Es su razón, en las más variadas maneras. En tanto en cuanto, lo particular, en el ser cubano. No obstante, a veces, en ocasiones, acontecimientos extra literarios la hacen aparecer como una moda, como aquello para estar en onda, sobre todo por los snobs. Todas las personas tenemos responsabilidades sociales, las figuras públicas más aún, pero sucede que en muchas ocasiones la obra puede ir por un lado y la figura —hombre, o mujer, al fin—, por otra.
¿Cómo te ha cambiado el mundo de la tecnología y el e-book?
JFGD: Me ha hecho verlo todo de una manera distinta, con otras posibilidades y alcances.
¿Sentías que habías nacido con vocación literaria, cuáles son tus verdaderos orígenes en ese sentido?
JFGD: En ello ha tenido mucho que ver, mi difunto padre, Bienvenido González Mendoza. Un obrero tabaquero, torcedor de tabacos, sindicalista con conciencia de clase y de un hábito de lectura que era casi un vicio. Tuve una buena escuela primaria, laica, progresista, con un marcado matiz de izquierda, muy martiana, liberal y privada: la Academia Cartaya. Y la Dra. Grecia Melo Cartaya, mi maestra de quinto y sexto grado, en esa academia del pueblo de Los Palos, municipio de Nueva Paz. Ella fue mi profesora de literatura en séptimo, octavo y noveno grado, y más tarde compañera de trabajo y colega de claustro.
¿Lamentas que tu vida literaria no se hubiera desarrollado en otro medio más propicio?
JFGD: No, porque no hubiera sido nieto de Juan, mi abuelo paterno, que también era lector y Sargento del Ejército Libertador Cubano. Mambí que luchó, con las armas en la mano, por la independencia de su patria. Ni hijo de mi padre, de quien ya hablé. Ni ahijado de mi tío político, Teodoro, liberal y masón. Ni nieto de mi abuela materna, Mercedes, chamana o curandera, que cortaba los remolinos de agua y vientos, “los rabos de nube”, con una tijera.
¿Crees que la literatura cubana a veces tiene serios altibajos?
JFGD: Sí, claro, desde luego, como toda actividad creativa.
¿Qué libros han cambiado tu vida?
JFGD:El presidio político en Cuba de José Martí. Seis actitudes de la burguesía cubana de Sergio Aguirre. Los heraldos negros de César Vallejo. Veinte poemas de amor y una canción desesperada de Pablo Neruda. El filo de la navaja de William Somerset Maugham. Contribución a la crítica de la economía política de Carlos Marx. En la calzada de Jesús del Monte de Eliseo Diego. Procesos etnoculturales de Cuba de Jesús Guanche. El etnos cubano y su cultura. Anatomía de un “nuevo enfoque” de Desiderio Navarro. Siete conferencias de psicoanálisis en La Habana, Cuba de Miguel Oscar Menassa. La interpretación de los sueños de Sigmund Freud. Y…
¿Qué poetas cubanos te han influenciado más?
JFGD: José Martí, Lezama Lima, Eliseo Diego, Rafael Alcides, Luis Rogelio Nogueras, Lina de Feria y Raúl Hernández Novás, entre otros.
El regreso, la nostalgia, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar. ¿Tienes la obsesión del regreso a tenor de los nuevos cambios?
JFGD: En ocasiones, todos a la vez. “Los gorriones”, en el decir cubano. En otros momentos, de vez en cuando. Aquel que se posa por allí, el que da vueltas, revoloteando. Unos, a veces y otros a ratos. Pero ellos, ahí. Claro, quien que es, no es nostálgico, si se nació en Cuba.
¿Has tenido que esquivar la censura en tus escritos?
JFGD: Sí, la censura y la propia autocensura. Algunos todavía, en ocasiones, miramos hacia atrás, a la espalda, por encima del hombro, al referirnos a ciertos temas.
¿Hay algún género más eficaz para trascribir la realidad cubana?
JFGD: Todos me parecen válidos. Hay quienes tocan mejor el violín y otros la tumbadora. Unos somos de ballet y los hay de guaguancó.
¿Crees que la cultura cubana tiene déficit de monografías, memorias históricas que den profundidad a esta cultura? ¿Cómo se puede suplir este vacío?
JFGD: Sí, pienso que sí, y creo que tiene que ver con lo de la censura y la autocensura, de la que hablábamos. Todos no estamos en condiciones de dar, o no podemos pagar, ciertos precios.
¿Sin memoria histórica no hay imaginación?
JFGD: Creo que entre ambas existe una relación biunívoca, dialéctica. Y cuando digo dialéctica no estoy en la vulgarización positivista de ciertos enfoques soviéticos del marxismo, que hablaba de una base económica coronada por una superestructura, marcada y dependiente de su base.
¿Qué significado tiene para ti la ciudad dónde has vivido la mayor parte de tu vida?
JFGD: Yo no soy el resultado de una ciudad. Viví una buena porción de años en la ciudad de La Habana. Trabajé en la biblioteca de la Casa de las Américas. En el Instituto Cubano del Libro y el Ministerio de Cultura, como funcionario, promotor, o editor. Fui profesor universitario de antropología, pero soy de un pueblo de campo. Los Palos, en el municipio de Nueva Paz, actual provincia de Mayabeque. Un guajirito color cartucho de las feraces tierras rojas del sureste habanero, las que me dan connotación definitoria en la vida, en mi quehacer, en mi psiquis, en mi comportamiento. La patria es la esquina donde se jugó a las escondidas. La patria es la primera vez que te rompiste, o te rompieron, la cabeza. La primera vez que apareció el miedo y el valor. Donde fueron las primeras muestras de compañerismos y de miserias humanas. La primera vez que la muerte anduvo por la familia o por las amistades. El primer beso que diste y te dieron. Eso es la patria. Fui el historiador del municipio de Nueva Paz, el director y uno de los organizadores de su museo. Fundé el Centro de Información, Documentación, e Información Literaria Ramón Rubiera, que llevaba todo el quehacer literario de la antigua provincia La Habana, con colecciones de gran valor editorial, histórico —sobre todo bibliográfico—-, con colecciones de textos y revistas del siglo XIX y XX. Por citar solo un ejemplo, la colección completa de la revista Orígenes. Aparezcan los nombres que ahora se muestren, como escritores de la historia del municipio de Nueva Paz y de la extinta provincia La Habana. En ellas, mi quehacer y mi impronta, también la hicieron posible, incluso para otros. En la mayoría de sus fondos, de sus muestras, de sus valores, estuvo mi voluntad y su posibilitación.
¿Qué objetivo persiguen tus libros?
JFGD: Para contestar esa pregunta tendría que hacer unas sinopsis de cada uno de ellos. Pero todos, con sus respectivas especificidades, pienso que intentan dar, una vez más, visiones de las cuatro consabidas preguntas que los humanos nos seguimos haciendo, constantemente. De dónde venimos, quiénes somos, dónde estamos y hacía dónde vamos.
¿Qué mensaje deseas trasmitirle a los cubanos y a tus lectores?
JFGD: Existen muy pocas cuestiones nuevas bajo el sol, pero debemos seguir intentando verlas con patinas distintas, en el propósito de cambiarlas y hacernos más humanos en sus posibles transformaciones.
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