Valladolid, Escritores, Literatura Cubana
“Me habría gustado conocer a Esquilo”
Entrevista al poeta y ensayista cubano Jorge Tamargo, residente en Valladolid, España
Jorge Tamargo nace en La Habana en 1962. Es poeta, ensayista, arquitecto y diseñador. Desde 1992 reside en Valladolid, España, donde ha publicado seis poemarios, entre ellos Avistándome (Betania, 2004), Radiografía de la inocencia (Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria, 2007) y Penúltima espira (Difácil, 2007). Escribe regularmente sobre literatura, arte y pensamiento en su cuaderno digital Encomio de la imagen.
CUBAENCUENTRO conversó con Jorge Tamargo sobre la literatura cubana, la inteligencia artificial y otros temas.
¿En qué momento decidiste que quería escribir?
Jorge Tamargo (JT): No lo recuerdo. ¿Decidir escribir?
¿Qué te aportan la escritura y la literatura, piensas que vale todo en literatura?
JT: Lo que más me aporta es la lectura… Nunca pienso en eso. Sencillamente leo aquello que no merma mis ganas de leer.
¿Qué es necesario para que una novela interese a los lectores?
JT: No lo sé. Para que me interese a mí debe ser muy buena, y entonces seguramente interesará a lectores con mis apetencias en los próximos siglos, milenios.
¿Cuáles son tus géneros favoritos en la lectura, tus autores; y quiénes te han influido más?
JT: Leo solo lo que me parece bueno. Sobre todo releo. Soy cada vez más selectivo en esto porque el tiempo encarece progresivamente. A todos nos han influido más los griegos, sepámoslo o no. También, y en segundo lugar, el relato monoteísta oriental que nos vino con la primera globalización alejandrina. Entre los comentaristas los hay muy buenos. Me vienen a la mente ahora Dante y Lezama.
¿A qué te dedicas cuando no escribes?
JT: Ahora mismo a sobrevivir…
¿Cuál es tu método de escritura, anotas lo que se te ocurre?
JT: ¿Mi método? Leer a los mejores. No los imito, pero los tengo en cuenta. Soy poco ocurrente, más retengo en papel, cuando puedo hacerlo, una imagen si es buena.
¿Si pudieses ser un poema, cuál serías?
JT: Eso de ser un poema sí que es una ocurrencia. De Gil de Biedma, un poeta que me interesa poco.
¿En qué proyecto te encuentras sumergido en estos momentos?
JT: Aprendo a escribir. Y estudio en vano cómo retener a mis hijos en casa.
¿Se escribe por placer o también por dinero y reconocimiento?
JT: No lo sé bien, ni siquiera en mi propio caso. Pero lo que no place no interesa.
¿Dominas los recursos de estilo, las figuras literarias o escribes con estilo propio y sigues experimentando y aprendiendo?
JT: Habría que preguntar a mis lectores. Si escuchas algo al respecto, por favor, dímelo. Sería divertido saber cómo lo ven.
Se dice que los escritores deben cuidar y ofrecer obras depuradas utilizando recursos narrativos. ¿Lo ves así, o encuentras bien que se limiten a contar como lo harían en una sobremesa?
JT: Que lo hagan bien. Solo importa eso.
¿Regalas libros en alguna ocasión?
JT: Sí, quiero a mis amigos. Y soy soberbio, pues todavía me atrevo a regalar los míos.
¿Crees que la literatura cubana está de moda y que el escritor, en tanto figura pública tiene responsabilidad social?
JT: Ninguna literatura está de moda. Ni siquiera la clásica. Muy pocos escritores son “figura pública”. Todos tenemos responsabilidad social… también los poetas. Y justo por ello, deberíamos huir de la llamada poesía social, ese ajiaco patológico cargado de lugares comunes, sentencias, consignas y contraconsignas.
¿Cómo te ha cambiado el mundo de la tecnología y el e-book?
JT: En nada me ha cambiado, espero. Todavía soy capaz de imaginar a partir de mi pobre soporte biológico. Permíteme, ahora sí, una consigna: No a la inteligencia artificial.
¿Sentías que habías nacido con vocación literaria, cuáles son tus verdaderos orígenes en ese sentido?
JT: Recuerdo que me impactaron primero Verne y Salgari. Después La Odisea, Edipo Rey, Medea. Más tarde… poco puedo añadir. También recuerdo aquellos poemas de Hernández y Machado que musicalizó Serrat. Tenía yo, me parece, 11 o 12 años.
¿Lamentas que tu vida literaria no se hubiera desarrollado en otro medio más propicio?
JT: Bueno, me habría gustado conocer a Esquilo, incluso haber descrito el vuelo de la tortuga homicida.
¿Crees que la poesía cubana a veces tiene serios altibajos?
JT: Toda la poesía en castellano lleva cuatrocientos años encogiéndose. Hay obras que resisten. También en Cuba.
¿Qué libros o poemas han cambiado tu vida?
JT: Ninguno cambió mi vida. Todos los buenos que leí me regalaron ganas de seguir adelante.
¿Qué escritores cubanos te han influenciado más?
JT: Créeme, no lo sé bien. Y tiene muy poca importancia dilucidarlo. Sí sé a quienes prefiero: Casal, Lezama y Kozer, por ejemplo.
El regreso, la nostalgia, el sufrimiento causado por el deseo incumplido de regresar. ¿Tienes la obsesión del regreso a tenor de los nuevos cambios?
JT: Intuyo que preguntas por Cuba. Nunca me fui de mí. Y es una pena. Vaya cárcel. Trato de ensanchar a diario el espacio entre sus barrotes.
¿Has tenido que esquivar la censura en tus escritos?
JT: Todos los días. Me convertí en un censor implacable.
¿Hay algún género más eficaz para trascribir la realidad cubana?
JT: La realidad no es genérica.
¿Qué significa la arquitectura en tu obra?
JT: Es parte de ella. Mi alma es obrante y no distingue cánones disciplinarios.
¿Sin memoria histórica no hay imaginación?
JT: Cada vez hay menos de ambas. La inteligencia artificial no las necesita.
¿Escritor, poeta o compositor musical?
JT: Hombre, no estaría mal ser alguna de esas tres cosas; aceptando, solo para responder a tu pregunta, que escritor y poeta no sean la misma.
¿Qué significado tiene para ti la ciudad donde has vivido la mayor parte de tu vida?
JT: Resulta mi ciudad.
¿Qué objetivo persiguen tus poemas?
JT: Agradarme, ayudarme a vivir, testar memoria a mis hijos…
¿Qué mensaje deseas trasmitirle a los cubanos y a tus lectores en el próximo año 2015?
JT: A cubanos y no cubanos, más que un mensaje, un deseo: que tengan buenas lecturas.
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