«Muchos se masturban con la imagen del Che»
El cineasta canadiense Bruce Labruce fue enjuiciado por exhibir la famosa foto de Korda en una película gay. Vea el tráiler
Nos enjuiciaron por 700.000 euros, argumentando no sólo que violamos el derecho de copyright, sino que, por haberle dado contenido sexual, degradamos y devaluamos la imagen. No mencionaron explícitamente el contexto homosexual, sino que era un contexto sexual.
Mandé un SOS a mis amigos y contactaron a uno de los abogados más importantes en asuntos de derecho de autor en Francia. Fuimos dos veces a la corte, y tuvimos la multa reducida a 5.000 euros. Todavía podemos exhibir la película, pero debemos pagar derechos de autor cada vez que se venda una copia. Aun cuando perdimos el caso, la cantidad a pagar fue mucho menor.
Una de las cosas que el abogado argumentó es que esa imagen está por todos lados: en camisetas, en cigarrillos, en fosforeras, calcetines. Cuando una imagen es tan ubicua, uno puedo decir que es de dominio público.
Esta película está llena de ironías. La primera es si querría el Che Guevara que su imagen fuera poseída por un individuo que sacara de beneficio millones de dólares. ¿Eso no contradecía su ethos? La otra ironía es que habiendo sido él tan homófobo apareciera en un porno gay.
Para Jean Baudrillard, toda propaganda es pornografía, porque no hay intenciones ocultas…
Sí, porque no hay lugar para la ambivalencia, todo se muestra. Hay un solo significado. A veces digo que la pornografía, y sobre todo la pornografía de tipo gay, es eso también, propaganda. Está únicamente enfocada hacia el acto sexual, no hay lugar para la ambivalencia…
¿Se considera un pornógrafo?
Bueno, no tengo nada en contra de la pornografía, en términos morales. Pienso que el 90% de la pornografía es sumamente aburrida y estéticamente muy pobre. Ni siquiera la encuentro atractiva desde el punto de vista del sexo. Para mí, es alineadora, no me emociona en ningún sentido.
La única pornografía que disfruto hoy día es la pornografía amateur por internet. La gente ni siquiera se considera a sí misma como pornógrafos, pero toman fotos de su cuerpo, desnudos, y la cuelgan en internet en busca de sexo.
La pornografía de los años sesenta y setenta era infinitamente más interesante que la que se hace hoy en día. Era realizada en cine, por cineastas. El porno gay se filmaba en 16 milímetros, el heterosexual en 35 milímetros. Tenía que ser hecha por gente que supiera cómo filmar en cine, que es algo más técnico, conlleva mayor compromiso hacerlo así. El uso del vídeo en los ochenta la hizo más accesible a cualquiera que pudiera tener una cámara. Se piensa que se democratizó el porno, pero lo que pasó fue que se invitó a hacerlo de la manera más barata posible.
Me considero a mí mismo un artista trabajando en el porno. Cuando trabajo para productoras de porno gay, asumo sus convenciones y dentro de las limitaciones, intento hacer algo radical y político.
Me resulta muy difícil clasificar sus películas, sobre todo porque son, en parte, pornográficas y, al mismo tiempo, usted contradice los propios supuestos del porno…
La ortodoxia gay se molesta con mis filmes, no les gustan, porque no represento el estilo de vida gay, ni promuevo la idea de que la homosexualidad es positiva. Muy a menudo mis filmes son sobre personajes que tienen sexo homosexual, pero que no se identifican como gays: skinheads, prostitutos, o extremistas revolucionarios de izquierda. Las pelis gay son como propaganda, tienen que dar una imagen positiva del homosexual, muestran el supuesto ideal del homosexual. Por otro lado, se dice que la homosexualidad es aceptada por el mainstream, pero lo es de una manera como decorativa.
Mis filmes son extremadamente sexuales y representan la identidad del no-conformismo, lo cual creo que se ha perdido en el movimiento gay. Tengo una idea muy romántica de la homosexualidad: es una oportunidad de expresar diferentes formas de ser dentro de la contracultura y de explorar ciertas alternativas a la configuración social y política. Porque hemos sido apartados, he tratado de sacar ventaja de ello.
Me considero un cineasta underground, pero por la forma en que los medios de comunicación operan actualmente, no existe más el underground. Mis DVD se venden en Amazon y por otros sitios de internet en todo el mundo.
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