Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Música

«Nada garantiza que la Cuba post-Castro no sea autoritaria»

Música, mercado, democracia y futuro. Al habla con el cantautor Julio Fowler.

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¿Cree posible una democracia en Cuba con los hermanos Castro en el poder?

Tu pregunta provoca de súbito un cortocircuito, una tensión de aparente incompatibilidad, propone una discordancia entre categorías políticas que formalmente se oponen, es decir, democracia versus dictadura (o totalitarismo), sobre la que me gustaría reflexionar.

Digo que son aparentemente opuestos, porque al menos en los hechos —y ahí está la historia política de Cuba para corroborarlo— percibimos cómo la cultura democrática es problemática en sí misma, pues ha sido fecunda en parir gobiernos corruptos y dictadores.

Si examinamos la breve historia de la cultura democrática insular, vemos cómo cada período despótico y dictatorial emerge del seno mismo de la democracia (una democracia corrupta, ineficiente en la gestión del bien común). A veces, incluso, la dictadura irrumpe inicialmente como una solución salvadora, se postula como la salida emancipadora a la quiebra moral o legal de aquella, con lo cual los límites o fronteras que en teoría delimitan esta oposición son frágiles, difusos, pues ambos regímenes se reemplazan cíclicamente, se retroalimentan y alternan en una dialéctica de poder que oscila de uno a otro con pasmoso sentido de la metamorfosis.

El hecho de que ambas se complementen, se integren en el ámbito de una misma lógica, como caras de una misma moneda: el poder, y de un mismo orden: la política, nos hace cuestionarnos esa supuesta oposición y nos sugiere el siguiente razonamiento.

Si es posible que una democracia engendre una dictadura, ¿por qué no ha de ser posible lo contrario, o sea, que la dictadura se desplace hacia la democracia, ya que, al menos en la cultura política insular, no existe otro horizonte al que mirar?

Si en 1940 nada hacía presagiar que 12 años más tarde, quien fuera presidente de la República (Batista) se convertiría en dictador, ¿por qué no suponer entonces que quien ha sido un carismático dictador durante casi 50 años lidere una transición hacia la democracia? Al fin y al cabo, no hay otro destino político posible a la vista.

No es ocioso recordar que en 1959 nada hacía presagiar que Fidel Castro, por entonces un rebelde educado en la pluralidad y en la lucha por restaurar el gobierno bajo la Constitución de 1940, se convertiría en el dictador que conocemos hoy. Y llegado a este punto, y siguiendo la lógica hipotética de tu propia pregunta, voy a echar más leña al fuego: si los Castro (siguiendo tal vez el modelo chino) ya están protagonizando una lenta transición económica hacia una economía de mercado, ¿por qué no suponer que, de repente, estos aventajados discípulos de Maquiavelo protagonizan también un viraje en su política hacia las libertades públicas, los derechos políticos y civiles?

Si en la reciente película I love Miami imaginan un Fidel Castro balsero, ¿por qué no imaginarlo reconvirtiéndose en demócrata?

Ficciones aparte, desde luego que esto lo veo probable pero no posible. No obstante, lo verdaderamente turbador de esta sospecha o (in)certidumbre es que nada nos asegura o garantiza que la democracia que muchos anhelan para una Cuba post-Castro no sea más que otra coartada del autoritarismo y, por tanto, siga siendo el caldo de cultivo de nuevas corrupciones y tiranos, de nuevos temores y desencantos públicos, la reedición de una nueva tentativa condenada al descrédito y al fracaso.

Por eso, en este sentido, lo que realmente me preocupa es la subsistencia de las ideologías autoritarias, patriarcales y excluyentes que participan de la dinámica del poder y que además se encuentran sedimentadas en la sociedad civil. Es decir, la permanencia en la cultura humana (no sólo en la sociedad cubana) de la violencia, la intolerancia, el dogma, el sectarismo, la demagogia y la arrogancia, típicos rasgos de las ideologías que, en sus relaciones de poder, desertan de sus propias reglas de juego, desacreditando su propio ámbito de pertenencia o la democracia postulada.

Esta preocupación no es ni mucho menos política, es estrictamente antropológica, trasciende el comportamiento político de las ideologías para cuestionarse la naturaleza misma del pensamiento político, su lógica, sus formas y sus métodos.

Le voy a mencionar cinco nombres, a ver qué rememora.

- Carlos Gutiérrez (Carlos Trova): "Mis primeras agitaciones trovadorescas y conciertos en Santa Clara, la fundación de un núcleo que junto a Amaury Gutiérrez, revitalizó el movimiento de canción allí en el centro de la Isla".

- María Elena Cruz Varela. "Muchas veces, después que se terminaba la peña en el Museo de Artes Decorativas, Adrián Morales y yo solíamos continuar las descargas en su casa. Allí la conocí a finales de los ochenta y allí me cautivaron sus versos. Si ya la admiro por su estatura poética, esta admiración se multiplica por su valentía y su desafío del régimen".

- Amaury Gutiérrez: "Te cuento una anécdota que marcó para siempre nuestra amistad. Cuando los burócratas del movimiento de la Nueva Trova en Santa Clara tuvieron la desfachatez y el ridículo de presionarlo para que me retirara su afecto, por el hecho de haber sido detenido por 'delitos de contrarrevolución', 'revisionismo ideológico', 'conspiración contra la seguridad del Estado' (jajaja, no puedo evitar la carcajada); Amaury, al contrario me dio mucho más apoyo y confianza, nunca traicionó nuestro aprecio mutuo. Les dio una lección de dignidad. Le debo, además, asumir con todo rigor la música que por entonces no era más que una forma de terapia. Para mí es uno de los grandes trovadores que ha parido esa isla y una de las voces más privilegiadas y perfectas".

- Adrián Morales: "En mi opinión, el cantautor más visionario e irreverente de nuestra generación. Un provocador por naturaleza, un artista prolífico, subversivo y polémico donde los haya. En ese sentido tiene la virtud de ser coherente dentro y fuera de la Isla, de crear un arte siempre comprometido con la libertad y eso es admirable. Recuerdo las tertulias en el Museo de Artes Decorativas con José Raúl y Leonardo Eiriz, recuerdo aquella 'invasión de jóvenes creadores' en la que paseó por casi media isla su obra plástica elaborada sobre cartón de bodega. Si los chicos de Porno para Ricardo le hubiesen conocido, no me cabe duda de que sería su ídolo.

- Reina María Rodríguez: "Posiblemente estemos rememorando a la versión de la Madre Teresa de Calcuta de la literatura cubana. Su casa en la azotea de la calle Ánimas era al mismo tiempo una ONG al rescate de cuanto amigo errante pasara por La Habana, un espacio de tertulias y encuentros literarios, y una suerte de refugio de los espíritus desobedientes e inquietos. Una mujer extraordinaria para quien la poesía lo ha sido casi todo y tal vez le ha dado la fuerza vital para sobreponerse a todos los naufragios. Hay dos recuerdos muy intensos y entrañables en mí que la asocian de inmediato, uno es Paideia, y el otro, todos los ladrillos y tablas que cargué mientras ella y Jorge Miralles (Topo) construían su casa en la azotea. Ha sido la única vez en mi vida que me he pringado en una obra.

- Vídeoclip del tema 'Pasándolo mal'


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