Norberto Fuentes: Raúl Castro «quería ser un gallero, comerciar y jugar gallos»
“Yo me voy a retirar, pero claro, siempre con un pie en el estribo”, afirma el escritor que le dijo Raúl Castro
Hace poco más de 28 años Fidel Castro fusiló a dos de sus “hermanos del alma”. Desde entonces lo del escritor cubano Norberto Fuentes es una eterna misión de desentrañar las interioridades, razones, odios y miserias que llevaron a la muerte al general Arnaldo Ochoa, al coronel Antonio de la Guardia y otros dos oficiales de las Fuerzas Armadas y el Ministerio del Interior.
Fue un proceso que fragmentó los cimientos del castrismo. Para Fuentes fue el momento en que perdió la Revolución. La vida no volvió a ser la misma en la empobrecida isla caribeña que, una vez, puso a Estados Unidos en jaque en medio de su juego de ajedrez con la desaparecida Unión Soviética, con el envío de tropas al continente africano y la creación de focos guerrilleros en Latinoamérica. Llegado al exilio a finales de los 80, Fuentes se puso a trabajar en un libro que desvelara lo que realmente sucedió durante la llamada Causa 1, la que condujo al fusilamiento de sus amigos.
En 1999 salió a la luz Dulces Guerreros Cubanos. La primera edición se agotó de inmediato, pero no fue nunca más reeditado. Hasta ahora. Una editorial novel decidió apostar por este autor, uno de los que mejor conoce las interioridades del castrismo y por una obra que, pese al silencio editorial, es ya un clásico del reportaje cubano. Norberto Fuentes vive en Miami, escribe arropado por Jerry Lee, un perro raza cocker muy especial, y rodeado de los recuerdos de sus hermanos muertos. Apagada la grabadora, confiesa: “Nos estamos muriendo todos, pero no se puede borrar la memoria”.
Dulces Guerreros Cubanos es, quizá, uno de los más importantes libros suyos. Fue el primero que habló claramente del Caso Ochoa. Sin embargo, estuvo apartado de las librerías por más de 18 años. ¿Por qué?
Por la mano de Cuba. Y en el caso de Dulces Guerreros… antes de que saliera, por la mano de Miami. Estuvieron llamando desde aquí a Planeta, a Destino, Seix Barral… y Cuba metió la mano porque no hay que olvidar que la orden de Fidel Castro conmigo era de silenciarme, que no pudiera ganarme la vida como escritor.
¿Entonces este libro sale ahora porque Fidel ha muerto?
No, el libro sale ahora porque un editor me lo pidió. Una editorial que está publicando a través de Internet. El libro físico lo venden a través de Amazon. Comenzaron con otro libro mío, una serie de ensayos sobre los últimos años de Fidel, El último disidente. Tuvo éxito y se decidieron a publicar Dulces Guerreros… Me lo estaban pidiendo muchos, los ejemplares de uso que hay en Internet tienen un precio abusivo, como 40 dólares. Con esto tenemos un precio accesible. (En la primera edición) Se imprimieron 40.000 ejemplares y estuvo 13 meses en el listado de los más vendidos según reportes de prensa. Los tengo aquí. Fue número uno de ventas en Miami. Es increíble y, aunque él diga que no, le costó el puesto a Basilio Baltasar (el primer editor del libro en Seix Barral). Y después, cuando Destino me publicó otro libro pasó lo mismo, sacaron a un editor y al director… Es un libro importante en la historiografía de la Revolución Cubana, un libro muy desenfadado, que cuenta los preámbulos de la Causa 1 desde dentro. Y da una visión de la vida de ese grupo desde mi punto de vista. Un amigo me dijo un día que es una mezcla de John Reed con Henry Miller. Creo que esa es una descripción exacta.
¿Le van a enterrar en Moscú, en la Muralla del Kremlin como a Reed?
No, no… ni en Moscú ni en ningún lado. Que hagan un batido con mis cenizas.
En estos 18 años ha surgido dos generaciones. Se supone que al momento de los hechos eran niños…
Fíjate que cosa más interesante. El libro fue colocado en Amazon el domingo por la tarde y por la noche era ya primero en ventas en la zona de las Américas.
O sea, qué hay un interés aún vivo por Fidel Castro y la Causa 1.
Es que ese fue el momento más importante, el momento en que la Revolución Cubana se dividió en dos hemisferios. Un momento traumático para el país. Recuerdo que en esos días, en que, teóricamente, estaba arrestado en prisión domiciliaria, (el ex jefe ideológico, Carlos) Aldana me fue a ver dos veces. Y en la segunda me dijo: “Tú estás consciente que a partir de ahora comienza una nueva etapa”. Esa era la visión que ellos tenían desde el poder. A partir de ahí las cosas cambiaron para mucha gente. Es vox populi el dicho de que “si Fidel Castro es capaz de matar a sus mejores hombres, es capaz de cualquier cosa”… Hubo procesos que marcaron hitos pero ninguno tan traumático como la Causa 1.
El caso anterior a este fue el de Marquitos (una pelea con los viejos comunistas) pero en ese momento Castro hizo una llamada a la unidad. El Caso Ochoa, no. Todo lo contrario. Lo que fue un caso marcado por la perestroika, para no cometer lo que, a ojos de Fidel, fueron los errores de la URSS.
¿Si no hubiera habido perestroika, hubiera existido el Caso Ochoa de todas formas?
No lo creo. Porque él y Cuba estaban en una posición mucho más fuerte. El problema es que todo eso se tambaleaba. El campo socialista se tambaleaba y Fidel vio eso. Y además, tu tenías el Ministerio del Interior en Cuba, que se convirtió de pronto en un enemigo potencial y, de hecho, lo era. Que los americanos en Miami crean que eso fue un proceso de narcotráfico es un error. Fue un proceso de represión interna.
¿Qué habían hecho ellos para sufrir esa represión?
¿Ellos? Nada. Fue un proceso de represión que podía hacer Fidel Castro, que se anticipó por lo que pudiera pasar. Fidel puede pensar que comete un error o no, pero de por sí ya resuelve el problema. Tienes el caso de los intelectuales. El caso (del escritor Heberto) Padilla. ¿Qué hizo Padilla? ¿Qué hicieron los intelectuales? Podían hacer, podían hacer. Invocas la soledad, vulnerabilidad lo que sea, pero ese es el viejo axioma leninista de que “la Revolución vale lo que sabe defenderse”. Y eso Fidel lo aplica sin contemplaciones. Fidel Castro fusiló a su general más valiente. Para Fidel, Ochoa era el símbolo de la valentía. Cuando el viaje a Chile, él regresa por Perú y Ecuador, hace una escala en Ecuador y hubo un momento en que la situación se puso muy tensa, y Fidel dijo que se da cuenta de la tensión porque Ochoa metió mano por la pistola bajo la chaqueta. Y si Ochoa metía la mano por la pistola era que estaba caliente la cosa. Era un hombre muy valiente. Y lo demostró. Yo soy quien le digo a Ochoa lo que está pasando.
¿Qué le dijo?
Le dije: “Arnaldo, te lo voy a decir todo”. Y le conté que había 200.000 dólares de los nicaragüenses que estaban perdidos y que estaban detrás de él. Y mira, yo estoy convencido de que si hubo un hombre en el mundo que vio temblar a Arnaldo Ochoa, ese fui yo. Se quedó tieso. Apenas me dijo: “Estoy perdido”. Se recompuso, yo le dije: “Arnaldo, no digas a nadie quién te lo dijo, pero esto lo supe por Alcibíades Hidalgo (entonces jefe del despacho civil de Raúl Castro)…”. Y no habló, no dijo nada a nadie. Si no, me hubiera perjudicado a mi. No habló. Se llevó eso. Pero no habló Ochoa ni habló nadie. Escucha esto: cuando despertaron a Ochoa para decirle que el Consejo de Estado había rechazado la clemencia y que lo iban a fusilar. Él dijo: “¡¿Qué?! ¿Me han despertado para esta mierda?”. Devolvió el papel y dijo: “Bueno, ya que me han despertado, ¿ustedes no creen que puedan hablar con el cocinero para que me haga unos huevos bien blanditos?” (se ríe). O la mejor de todas. El día que lo iban a fusilar les dijo: “Es hoy, pero quiero que me traigan a la nicaragüense”. Se la llevaron, lo estaban filmando, lo estaban grabando. ¿Te imaginas que te van a fusilar ahorita, son las 12 de la noche y tu pides una mujer, te acuestas con ella? ¿De qué está hecho ese hombre?
Han pasado 28 años y se habla de que Raúl Castro se va en febrero.
(Raúl) Me dijo que él se retiraba. Recuerdo una conversación en casa de García Márquez. Dijo: “El gran problema de los países socialistas son estos jefes de despacho. Porque nos dicen que sigamos, que vamos muy bien, pero el jefe se va descojonando y mientras siguen ellos”. Y comentó que después ellos son los que lo sustituyen. Eso dijo Raúl Castro y agregó: “Yo me voy a retirar, pero claro, siempre con un pie en el estribo”. Eso es lo que va a pasar. Va a ser el tipo que controla porque, además, lo ha hecho siempre. Siempre dijo que “a mí no me gusta eso del figurado de Fidel. A mí lo que me gusta es controlar los hilos”. Y él va a controlar los hilos. Hasta que se muera.
¿En términos prácticos qué puede mejorar o cambiar?
Pero es que ya ha cambiado y mejorado muchísimo. Ahora, ¿quiere la contrarrevolución la victoria? Eso no va a pasar… Es que ese Gobierno es más seguro que el de Trump, que es una panacea de Gobierno. Cada día la gente pide más y le van a dar más porque ese es el desarrollo. Lo que no va a suceder es ir para atrás, como muchos querían. A ver, lo único que el país quiere es que haya trabajo y dinero. El tiempo de la contrarrevolución ha pasado. Los primeros que están de acuerdo son los americanos, quieren tranquilidad en Cuba…
¿Esta alteración político social en Venezuela es del agrado de Raúl Castro?
No tengo la menor idea de lo que va a pasar en Venezuela, no lo puedo prever. Creo que los cubanos tienen tomadas todas las medidas para afrontar un descalabro. Siempre pueden apretar el cinturón, es lo que han hecho siempre en crisis y lo saben hacer bien. Es la educación más legitima que han tenido en los más de 50 años de este proceso. Ahora, al contrario de Fidel Castro que le gustaban las situaciones violentas, Raúl las prefiere más calmadas. Fidel hacía la Revolución en el caos, incitaba al caos. Raúl es todo lo contrario. Así siempre ha sido en Cuba y siempre se reflejó en las relaciones internacionales y más aún en el caso venezolano. Es que Raúl es la reforma. De alguna manera es la contrarrevolución perfecta. Él no cree en líos, quiere negociar, cree en la república y en los sistemas. El otro era un maestro en el caos social. Y en eso mantuvo el país todo el tiempo. Cuando el país alcanzaba una tranquilidad Fidel agitaba el gallinero. Pero Raúl tiene la experiencia del hermano, sabe cómo lidiar con los americanos. Por algo secuestró a los infantes de marina en la Sierra Maestra. Es así como a Nicolás Maduro lo veo a medio camino entre la herencia de Fidel y el pragmatismo de Raúl. Si Obama era la negación del drama, a Raúl Castro aún menos le interesa estar ahí. Pero eso no quita que sea un gran conspirador. No creo que un próximo Gobierno venezolano vaya a eliminarlos del todo. Ahí están los médicos. La gran presencia cubana es el aparato de seguridad. Un equipo altamente profesional y el único aparato de inteligencia del continente que tuvo un enfrentamiento victorioso con los americanos. Ganaron siempre, ¡siempre! Y esa es la gente que sostiene a Maduro. Están en las limusinas, lo rodean. Todo eso fue la gran creación de Fidel, que Raúl ha mantenido.
¿Y si se acaba todo esto?
Bueno, si los venezolanos entrenados alrededor de los cubanos aprendieron bien la lección eso es eterno. No importa un referendo o una constituyente, ni nada. Pero creo que Raúl siempre busca la negociación, él es un gran negociador. Con su Gobierno logró reunir al papa Francisco y al Kiril Ortodoxo, por primera vez en la historia, en una reunión en La Habana. Es un artista de la diplomacia. Raúl no está en otra guerra que no sea la no guerra, no el conflicto sino la negociación. Muchas veces me lo dijo: “A mí lo que me gusta es conspirar, mover los hilos”. Y es lo que ha estado haciendo en Venezuela, negociando siempre. Sea el petróleo o la tranquilidad.
¿Ha cambiado Raúl con la muerte de Fidel?
Dicen que está cansado. Siempre he pensado que está cansado hace muchos años. Esto no es lo que él quería ser, él quería ser un gallero, comerciar y jugar gallos. Una vez, cuando fui a París por el libro sobre Hemingway, me pidió que le trajera “una botella de vino como la que toman los franceses”. Y me agregó: “Mira Norberto, los días más felices de mi vida los pasé en París”. Eso es lo que Raúl quiso hacer siempre. Fiestear, la juerga, hacer apuestas. Pero lo convirtieron en un ministro de Defensa, un hombre despiadado y cruel.
¿Para usted qué fue lo que cambió para siempre con el destino de los “Dulces guerreros cubanos”?
Que perdí la Revolución.
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Esta entrevista también aparece en el diario español El Mundo.
© cubaencuentro.com
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