Actualizado: 27/03/2024 22:30
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Omni Zona Franca

Omni Zona Franca: rebeldes de la compasión y la poesía

Entrevista con Amaury Pacheco, integrante de Omni Zona Franca

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El viernes 23 de marzo tuvo lugar en Baruch College, New York, la presentación del colectivo artístico de Alamar (Habana del Este) Omni Zona Franca, integrado por Amaury Pacheco, Luis Eligio Pérez y David Escalona. El punto de partida de su gira por Estados Unidos es una invitación del Links Hall de Chicago a participar en “Arte no es fácil”, proyecto colaborativo entre artistas de cubanos y norteamericanos. El viaje a New York responde al interés de los propios artistas y a los esfuerzos de Zoya Kocur, quien en la actualidad escribe su tesis de doctorado sobre el grupo. Ted Henken hizo posible junto a Kocur la presentación en Baruch. Le siguen más presentaciones en New York, Rhode Island, Washington, New Orleans y Miami.

En La Habana, Omni es responsable por la organización del festival anual “Poesía sin fin” que ha venido realizándose desde hace trece años; primero, con el apoyo institucional; autónomamente, a partir del 2009.

El programa presentado en Baruch, explican los propios artistas, fue una miniatura de lo que el festival es: actos multimedia entre los que se incluyen la recitación de poemas con proyección de imágenes que se multiplican en una pantalla; utilización de máquinas de escribir para producir sonidos musicales; temas de Hip Hop con letras de alto contenido místico y a la vez social.

Omni Zona Franca, más que un grupo con una propuesta estética, es una experiencia de vida, una incisión en el tiempo, una reflexión desde la orilla insertada en el centro. De Cuba y del mundo. Sus preocupaciones van más allá de la historia nacional porque Cuba es mucho más que Cuba. “El mundo está metido en egoísmos personales/ acabando con la tierra y eso no le importa a nadie”, rapea David. Hay un “luchar por insertarse, (un) preparar el cuerpo para la inserción” que parece ser parte de un proceso de adormecimiento global (del cual Cuba no escapa) y que muy bien describe Eligio en un monólogo.

Cuba emana de esta exhuberancia de imágenes y sonidos como una calle-animal, en versos de Amaury. Es charco, imagen congelada en el tiempo, síncopa en el teclado de la máquina de escribir, extensión de un mundo enfermo por quien pedir salud. “Peregrinando todos los 17 para pedir salud/ por mi pueblo, por la poesía, ahora dime tú”, dice David.

“¿Qué si ese mar de las imposibilidades penetra en los cuartos y nos ahoga lo íntimo, ese poder decirnos la verdad? Sólo fango y moscas y nuestros huesos como espinas quedan.” La pregunta de Eligio bordea el desespero.

Pero la cura no viene en forma de odio. Es la poesía, la palabra, el diálogo y el perdón. “Esto es una llamada pa’ que sean de verdad / pa’ que vivan en la paz y no se intriguen con na’. Pa’ que anden transparentes sin odios en la mente.” “No sientas odio, perdona y camina” (David).

Discurso amoroso, poético, de reconciliación y de compasión. Rebeldía desde el perdón. Qué gran lección para los que tanto en la Isla como en su diáspora y/o exilio, ven en el revanchismo y el ajuste de cuentas la única solución posible para nuestros dilemas.

CUBAENCUENTRO entrevistó a Amaury Pacheco, integrante de Omni Zona Franca.

¿Crees que el espacio público en Cuba se está ampliando? ¿Cómo se ubican ustedes dentro de él?

Amaury Pacheco (AP): Sí, pienso que el espacio público se está expandiendo, que está ampliando los límites. Hay mucha gente que está navegando en ese discurso maniqueo pero que ha logrado centrarse en su propia verdad. Y eso es muy poderoso porque empiezas a ver las cosas independientemente. No en dirección al poder ni contra el poder sino más bien sustentando una poética. Estamos buscando el diálogo, que es difícil porque tú sabes que todo está muy polarizado. Pero siempre lo estamos intentando, a través del lenguaje, ampliando los límites. Nuestro sentido no es acusador, sino compasivo. Y siempre estamos moviendo la parte más humana del sistema. Somos una generación que no se ha establecido en el odio.

¿Y esos performances han tenido limitaciones, restricciones?

AP: Sí, siempre las ha habido. Pero nosotros incorporamos todo al performance. Incorporamos a cualquiera. Al de la seguridad. Al que esté presente. Nosotros nos insertamos en los mitos, reales y sagrados, del pueblo cubano. Insertamos un garabato por la salud de la poesía. Y por modular el odio, que es muy fuerte.

¿Has sentido ese odio aquí afuera?

AP: Para acá no tanto. Me imagino que para Miami se trate de un odio ancestral muy fuerte.

¿Cómo enfocar el problema de Cuba en el problema global? ¿Qué crees de los diálogos, las reformas? ¿Te parece que estas son algo positivo?

El capitalismo que se está insertando en Cuba es feroz. A la vez, las reformas quizás no van a la velocidad que los cubanos quieren; son cuidadosas pero a veces sus puestas en marcha dejan a su paso muchas injusticias. Por ejemplo, un pueblo que de pronto está en el paternalismo total; les vas quitando la libreta, los que no tienen casa. Ahora las casas se compran. ¿Cómo queda toda esa gente? Al que le dicen que abra un negocio….

El diálogo y la reconciliación debe ser un proceso de la nación. No es solo con la Iglesia. Creo que en general el diálogo con la Iglesia es positivo. Pero siempre nos queda el mal gusto de que las cosas se están resolviendo entre los poderes, y no con el pueblo. Siempre de todas formas creo que nos podemos beneficiar a largo plazo. No tengo la dimensión de cómo debería ser. Pero he sentido el escalofrío en Cuba también de esa polaridad. Siento que solamente con la instrucción ciudadana, que el cubano conozca sus leyes, etc., puede propiciar un cambio. Los cambios desde abajo, deben comenzar a pasar, en términos de civilidad, de instrucción, que la gente conozca las leyes y haga uso de ellas. Si no, se queda todo en un problema entre las cúspides.

¿Cómo se ubican ustedes en relación con otros grupos de disidencia, de oposición política?

AP: Nosotros no estamos anclados en ninguna de esas cosas. Estamos anclados en la poesía como centro irradiador. La presencia de nosotros es como una mano en el odio; o una mesa de posibilidad para el diálogo. ¿Entiendes? No queremos seguir añadiendo dolor. Lo de nosotros es seguir abriendo la posibilidad de reconciliación, independientemente de los gritos, codazos y cabezazos. Esa posibilidad siempre está para nosotros: si existe la posibilidad de la guerra, entonces la posibilidad de la paz, de la poesía, tiene que ser ampliada. Pero uno tiene que creer en ello para que eso exista. Y nosotros estamos ahí para que exista.

¿Pudieras elaborar en este sentido, en cuanto al uso de la poesía como instrumento de cambio, y no de la política?

AP: Para mí la vanguardia artística, lo que nosotros hacemos, comienza con la experiencia de Gandhi. Esa atmósfera poética marca mi experiencia civil. La poesía se ancla en ese misterio. Empezamos recolectando todos los versos posibles. Y a vivir la experiencia de la poesía, a la manera de Lezama. Quisimos plantearnos estas cosas en la vida real. Esa ha sido nuestra utopía. Unido a esto, el performance. Y empezamos a tomar las calles. Estamos hablando de hacer esto desde la atmósfera de los 90s.

El país está sembrado en la experiencia poética. Martí, Lezama, Milanés, Heredia. Esos son focos místicos. Varela, los fundadores de la nación. Ahí ha habido una espiritualidad en que nosotros hemos ido hurgando. Ahí es desde donde uno puede despertar. De otra manera uno se inserta en el dolor de la nación y se queda ahí por siempre. No hacemos un festival sin que éste deje de tener un exergo de un poeta. No como un lema sino como una presencia. Somos unos espiritualistas prácticos; que practicamos la poesía en toda su extensión. De ahí, esperamos que se produzca una transformación.

¿Cómo visualizan su estadía en Miami?

AP: Creo que debemos ir a Miami porque una idea se prueba en el lugar más difícil. No debemos rehuir eso. El mensaje de nosotros es sencillo, no tiene complejidad ninguna, a mí me gusta teorizar pero prefiero ser franciscano, más humilde. Gandhi me ha dado mucha referencia. Recogía a los enfermos de los indios y de los ingleses. San Francisco se vio en una situación similar. Esa gente fueron acusadas de traición. Si no existe esa posibilidad, si no la hacemos visible, nadie la puede ver.

Nosotros nos hemos centrado en nuestro país, porque hemos recibido las energías necesarias para estar ahí. Lezama se dio cuenta de esa presencia cuando inspira a otros a hablar de “la Cuba secreta”. Esto puede parecer ilusorio pero es muy real. Por ejemplo, la gente de la Seguridad que viene a hablar con nosotros, yo puedo decirles que no quiero hablar más con ellos, que para hablar, si quiere que me metan preso. Yo se lo puedo decir. Pero la posibilidad de abrir y de conversar, eso es lo que aprovechamos. La posibilidad está en el uno a uno. No es nada, pero es como la teoría del caos. Un aleteo de mariposas puede desatar una tormenta. Eso es el poder de no tener poder. Pero eso hay que vivirlo.

Yo siento que este proceso de revolución deja a Cuba en un estadio de visualización. Este proceso de la diáspora, nos hace comunicarnos con el allá afuera, e Internet nos ayuda. Si allí es difícil, aquí también es difícil, pero uno puede lograrlo. Hay condiciones allí, yo no sé de qué manera extraña, que uno puede establecer un discurso sin que todavía la violencia caiga sobre nosotros. Ha caído la desidia, la división, la vigilancia, pero no ha sido un proceso de violencia. Creo que porque el sistema al mismo tiempo no quiere ser odiado.

¿Crees que el asedio desde EEUU ha contribuido a la paranoia institucional en Cuba?

AP: Estoy de acuerdo, pero la solución está en darnos a nosotros mayor civilidad; está en el fortalecimiento de la sociedad civil. Es verdad que existe ese asedio, sin embargo, allí estamos sin la posibilidad de ejercer, de crear una nación madura, más próspera a partir de las creatividades nuestras. Sin esa prosperidad del individuo, no se puede dar esta madurez nacional. Porque entonces, o te anulas, o creas un espacio independiente, o te vas; como ha hecho mucha gente. No solo es que el sistema te da medicina, educación y salud, pues eso se convierte en un cacareo y pierde sentido. Los latinoamericanos nos dicen que nuestro espacio es auténtico, en este sentido. Pero ellos miran desde sus perspectivas. Sí, es un foco de resistencia, pero hay otras cosas importantes también. Y creemos que para esa Latinoamérica es importante también el referente de los focos de alternatividad en Cuba, que pienso que están arriba. Porque de un proceso tan de cambio, como la revolución, sustentado en sus valores más humanos, —porque además, yo he alcanzado humanidad en este proceso—, mira todo lo que ha salido. Mi humanidad yo la alcancé ahí. Yo no tengo ningún tipo de problema en expresar eso. Pero esa autenticidad en que el sistema se sustentaba es la que no ha sobrevivido. Hay personas como yo, que recibimos esos valores, en ausencia de otras cosas, pero los recibimos. Yo aprendí la solidaridad, por ejemplo, en este proceso, pero ahora veo como se va depauperando.

Yo no te puedo decir que conozco toda la política, cubana o americana. Nuestro discurso es muy simple, aunque sabemos que hay muchas cosas por debajo. Pero no ser parte de eso nos mantiene cándidos. Inmediatamente que te metes ahí no puedes estar impoluto, no puedes estar como el loto. Entonces, sostener eso, y estar avisados al mismo tiempo, tiene una alta complejidad.

Queremos ser esa presencia. En el medio del caos, del desbarajuste. Y no somos solo nosotros. Son mucha gente. Esa red puede ser, como Lezama dice, fragmentos a su imán. Estamos entre espejos. Un espejo que han creado entre esas dos partes, unas redes extrañas que… es difícil. 50 años entre esa red de odio… ¿Nos odiamos tanto los cubanos? A mí me ha dejado estupefacto tanto odio. Nosotros, creo que como Gandhi, podemos irradiar un respeto anclado en la compasión. Eso se tiene que empezar a irradiar, y curarnos.


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