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Teatro, Exilio

Pedro R. Monge Rafuls, Nueva York

“Hoy considero que Nueva York es mi ciudad. ¡¿Cómico, verdad?! ¡Del Central Zaza, Placetas, a Nueva York! Y eso sin pensarlo”

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Pedro R. Monge Rafuls nació en el Central Zaza, Placetas, Villa Clara. Se escapó de Cuba en un bote, en 1961. Después de vivir en Tegucigalpa, Honduras, y en Medellín, Colombia, se radicó en Estados Unidos. En Chicago, cofundó el Círculo Teatral de Chicago, el primer grupo de teatro en español del Medio Oeste norteamericano. En 1977 fundó OLLANTAY Center for the Arts, en Nueva York, y en 1993, OLLANTAY Theater Magazine, revista bilingüe dedicada al estudio y difusión del teatro latino en los Estados Unidos. En 1991 se convirtió en la primera persona (y hasta el momento, el único latino) en obtener el Very Special Arts Award, en la categoría “Artist of New York”, otorgado por el Kennedy Arts Center de Washington, en colaboración con el entonces alcalde de Nueva York, Premio que recibió por su comedia Noche de ronda, que fue presentada Off-Broadway en tres producciones distintas en menos de un año y repuesta en 2003. Monge Rafuls ha creado importantes seminarios de teatro, ciclos de conferencias, exposiciones, recitales, etc. Como dramaturgo, ha incursionado en varios estilos que van desde la comedia, la comedia de humor negro y el drama. Uno de sus temas es la situación que genera la inmigración de los latinoamericanos y la de los marginales en una urbe fastuosa como Nueva York. Su teatro busca la relación directa entre las técnicas tradicionales y las nuevas prácticas que incluyen la imagen y los efectos visuales, tanto como una experimentación de escritura cinematográfica-teatral. En 1994, su obra Nadie se va del todo (1991) inauguró el programa “El autor y su obra” en el prestigioso festival de Cádiz, España; fue estrenada en París, el 27 de junio de 2009. Varias de las obras de Monge Rafuls han sido producidas Off-Broadway o en teatros regionales de los Estados Unidos. Su monólogo Trash, escrito originalmente en inglés, se encuentra en el repertorio del acreditado grupo londinense Escape Artists, Cambridge, Inglaterra. Su teatro ha sido traducido y presentado en varios idiomas y se estudia en cuatro universidades de los Estados Unidos, en la Universidad Central de Caracas y en la de Valencia, España. Además, en la Escuela Superior de Estudios Teatrales de Envigado, Colombia. Sus textos han aparecido en varias antologías latinoamericanas, en dos antologías alemanas y en la segunda antología de teatro latino de los Estados Unidos, por TCG, la editorial teatral más importante de la Unión Americana.

¿Por qué decidió vivir fuera de su país?

Pedro R. Monge Rafuls (PMR): Mi familia fue antibatistiana furibunda; mi padre, mi abuelo y mis tíos tuvieron muchas esperanzas en la lucha armada de Fidel Castro, que se pensaba que era un proceso revolucionario humanista-cubano, y ellos dos trabajaron para ello. En 1959, yo tenía dieciséis años y había vivido la beligerancia contra Batista plenamente, pues vivía en Placetas, al pie de la Sierra del Escambray. Dos años después, a los dieciochos años, lo que me incluye en los “no-me-engañé” de mi generación, yo me daba perfecta cuenta de que “aquello” era una dictadura peor que la anterior: nos estaban limitando las libertades y vivíamos con miedo porque nos dividían y nos convertían en enemigos. Realmente, me agobiaba todo lo que veía y experimentaba. Quizás no estaba muy consciente de lo que significaba dejar Cuba, pero no podía vivir en aquel sistema agobiador. Había leído y oído del comunismo; sabía que ningún país que estaba bajo las garras de ese sistema se había liberado. Pronto decidí salir de Cuba.

¿De qué manera salió de Cuba?

PMR: Me escapé en un bote. Por casualidad conocí a alguien que preparaba una fuga por Caibarién; y le pedí ir. Claro, en mi casa se preocuparon, pues un acto como aquel en 1961 significaba muchos problemas para los que se iban y para los que se quedaban, pero no obstante mi padre me dio los 300 pesos (pesos cubanos, que entonces aún guardaban paridad con el dólar), que pedían para, entre todos los que partíamos, comprar el bote. Varias veces falló el intento de fuga; pero al final nos escapamos diez. Yo era el más joven. Nos demoramos diez días en la travesía, pues nos perdimos y llegamos a Cayo Anguila, que alguien del grupo dijo que era posesión inglesa. Nunca he sabido si es cierto o no. Allí nos encontraron unos exiliados que llevaban armas para los rebeldes anticastristas que estaban en el Escambray; hecho tan poco conocido y muy desprestigiado en nuestra historia. Ellos nos dejaron comida y agua. Luego nos rescató un guardacostas estadounidense y nos llevaron a Cayo Hueso.

¿Le ha resultado muy difícil adaptarse al sitio en donde reside hoy?

PMR: Desde mi salida me ha tocado vivir en varias ciudades y países. Llegué a Miami; de allí me fui a estudiar a Honduras y de Tegucigalpa pasé a Medellín, Colombia, permanencia que considero importante en mi vida, pues llegué casi un muchacho y salí como un adulto joven hacia Chicago, ya que mi padre había logrado salir de Cuba —mi madre murió sin conseguirlo— y en la década de 1970 me mudé para Nueva York. Debido a toda esa trayectoria no fue difícil adaptarme a vivir en la capital del mundo. Hoy considero que Nueva York es mi ciudad. ¡¿Cómico, verdad?! ¡Del Central Zaza, Placetas, a Nueva York! Y eso sin pensarlo.

¿Cuál ha sido su trayectoria artística en su actual lugar de residencia?, ¿qué resultados ha obtenido?

PMR: Yo comencé a presentar mi trabajo en Nueva York, cuando ya había cumplido cuarenta años. En mi pubertad y juventud había leído novelas y cuentos, y a partir de los veinticinco comencé a leer incontable teatro, y a ver magníficas puestas en escenas estadounidenses. Escribí un par de comedias, que nunca enseñé a nadie, hasta que en una ocasión, bastante cohibido se las mostré al dramaturgo mexicano Hugo Argüelles, el maestro del teatro de humor negro, quien quedó entusiasmado con mi manejo de los temas y el diálogo. Argüelles fue quien me guió en la técnica de la escritura teatral. Desde entonces he escrito más de veinte obras, entre breves, de dos actos y algunos monólogos, uno de ellos en inglés, Trash, que ha tenido reconocimiento y lleva años en el repertorio del acreditado grupo londinense Escape Artists, en Cambridge. He tenido la suerte de que mucho de mi teatro se ha estrenado y ha sido traducido. Todas mis obras han sido publicadas en libros y revistas especializadas, incluyendo importantes antologías. Varias de mis obras se enseñan en distintas universidades de los Estados Unidos y de América Latina, e incluso en un par de España.

Por otro lado, en Nueva York fundé el OLLANTAY Center for the Arts y la revista teatral bilingüe del mismo nombre. El centro ya lleva 34 años en esa ciudad ofreciendo arte y literatura, en los distintos géneros. La revista, en forma de libro, está cumpliendo su 20 aniversario en este 2012, aniversario que celebraremos con un monográfico del teatro cubano del siglo XX y lo que va del XXI, una mirada abarcadora de teatristas cubanos isleños y del exilio.

¿Qué opina de la sociedad de la que ahora forma parte?

PMR: Es una sociedad con muchos problemas morales, sociales y económicos, consecuencias de la cada día más fuerte imposición del individualismo: aplicar nuestra forma de pensar y nuestros intereses. No creo que sea un mundo mejor que el de los años correspondientes a mi niñez y juventud. Políticamente vivimos en un mundo de dos corrientes; el comunismo, que nunca fue una respuesta, probó ser un gran timo, dirigido por unos cuantos vivos que se aprovechan de unos idealistas y de otros que “no vieron” a tiempo, que, por lo general, luego, llegan a darse cuenta de su equivocación, pero mientras tanto han retozado con los resentidos que son los que sostienen esos gobiernos. En el caso de Cuba, no creo que haya comunismo y menos socialismo, sino castrismo, mantenido por esos jugadores y vivos. Por el otro lado, el capitalismo, en todos los países que lo tienen, igual que el socialismo europeo, se ha ido convirtiendo en un sistema imposible de resolverle una existencia digna a la mayoría de la población. Actualmente, existe un pequeño porcentaje de privilegiados que cada día abusa más de los desventajados. No sé cuál será el futuro de la existencia, si las cosas continúan como van.

¿Alguna otra observación para los lectores de Cubaencuentro?

PMR: Ya lo dijo José Martí: “un pueblo culto es un pueblo libre”, y estamos viendo las consecuencias. Qué bueno si todos, al menos los cubanos y los latinoamericanos, tratáramos de no ser parte del grupo de los no cultos y/o de los que no cuidan al planeta. Quizás, ¡no sé!, si fuéramos menos individualistas no tendríamos los males de que hablaba en tu pregunta anterior. Pero, ¿quién le pone el cascabel al tigre?


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