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Música

Zenaida Manfugás, manos de luz sobre el teclado

Esta es quizá la última entrevista que concedió la destacada intérprete cubana, que acaba de fallecer

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Zenaida Manfugás, una de las pianistas más respetadas y admiradas por los cubanos y en el mundo, nació en Guantánamo, ciudad pródiga en talentos aunque no tan reconocida por ello como Matanzas o Guanabacoa. Gracias al apoyo y visión de su madre, gran pianista y una adelantada de la pedagogía moderna, pudo descubrir desde temprano su vocación por el piano, pues su progenitora se empeñó en enseñar a todas sus hijas a tocarlo a partir del mismo día en que cumplían los 5 años, y ya a los siete, Zenaida tocaba dos conciertos: el de la Coronación y el Primero de Beethoven.

En un medio hostil, indiferente, clasista, y por ende, racista, transcurrieron nueve años de lucha y batallas, y al fin, ya adolescente y gracias al tesón obsesivo del Maestro Gonzalo Roig —que la apoyó sin reservas, al igual que Ernesto Lecuona—, debutó en 1949 como pianista en el Anfiteatro de la Avenida del Puerto, con la Banda Municipal de La Habana tocando el Concierto en La Menor de Grieg, con un arreglo del propio maestro Roig.

El maestro Gonzalo Roig afirmaba que Zenaida era la mejor intérprete de la música cubana y una de las mejores pianistas que había dado Cuba, y el propio Lecuona la consideraba también como la mejor intérprete de su música, por el especial talento con que ejecutaba sus composiciones.

Gastón Baquero escribió en las páginas del Diario de la Marina: “Zenaida Manfugás interpreta ya a los grandes maestros con tanta alma, con tanta elegancia, que no se necesita ser un técnico de la apreciación musical para comprender que se tiene delante a una promesa genuina”. Y añadía: “Conmovía verla ante el piano, desarrollando la difícil y austera estructura de un Hayden, o la tremenda espiritualidad de Federico Chopin”.

Cursó luego estudios en el Conservatorio Municipal, y obtuvo una beca del Ministerio de Educación para estudiar en España, pero pasaron más de 3 años antes de que pudiera viajar.

En 1952 matriculó al fin en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, donde tuvo como profesor, entre otros, al reconocido Tomás Andrade de Silva. En la Madre Patria tuvo en 1955 a su único hijo, Andrés Montes, que con los años se convertiría en uno de los periodistas deportivos más populares de la radio y la televisión en España, fallecido en el 2009, a los 53 años.

En España, Zenaida logró realizar todo lo que no pudo hacer en su país natal, donde, a pesar de contar con el apoyo de músicos del prestigio de Gonzalo Roig y Ernesto Lecuona, encontró muchas trabas por su condición de mujer, negra y pobre.

En 1958 regresó a Cuba, donde desarrolló una significativa actividad como pianista, y en ocasiones acompañó a las mejores orquestas clásicas como la Orquesta Sinfónica Nacional y la Orquesta de Cámara Nacional. Fue muy aplaudida también en todos los países en que se presentó, tanto en Europa como en Asia.

Radicó su residencia en 1974 en Estados Unidos, donde se ha presentado en plazas tan selectas como el Carnegie Hall de Nueva York, y también trabajó como solista con la Orquesta Sinfónica del Nuevo Mundo, radicada en Miami Beach.

Fue además profesora del Kean College, de Nueva Jersey, donde impartió clases de Historia de la Música y grabó varios discos en vivo, sin el apoyo de ningún sello disquero, donde están recogidas algunas de sus magníficas interpretaciones de los compositores cubanos cuya obra tanto ha contribuido a divulgar.

Hace ya más de cincuenta años el destacado intelectual cubano Jorge Mañach escribió en el Diario de la Marina: “Antier, en la Casa Cultural de las Católicas, Zenaida Manfugás tocó ‘como los ángeles’ en más de un sentido. Quiero decir que se hizo ella misma incorpórea, mera presencia musical. Ni siquiera se deslizaron en sus modos de interpretación aquellos acentos que una crítica sobreaguda suele asociar a su raza —la exuberancia, la voluptuosidad en el regodeo melódico, cierto íntimo patetismo superpuesto. Fue (hasta donde se le alcanza a quien sabe poco de estas cosas) música de una gran sobriedad, castidad, pureza interpretativa; esa música que no cae en los engreimientos a medias y que, por consiguiente, sólo se escucha en la etapa reveladora o en la etapa ya muy gloriosa de los grandes talentos”.

En los últimos años de vida de Manfugás, todos esos atributos de la pianista refrendados por Mañach continuaron intactos; después de escucharla, si la música es la voz de Dios, no quedaban dudas de que las manos prodigiosas de Zenaida sobre el teclado eran las cuerdas vocales de su garganta.

Zenaida, desgraciadamente el racismo que tanto la afectó al inicio de su carrera todavía no ha desaparecido de la mente de muchos cubanos ni de la sociedad actual, ¿cuál fue su recurso para lograr imponerse en aquella época tan clasista y prejuiciosa, y que los jóvenes talentos negros de hoy pudieran tomar como ejemplo a seguir?

Zenaida Manfugás (ZM): Mi madre siempre nos decía: “Los pies en la tierra y la cabeza en las alturas”, a lo intermedio no hay que hacerle mucho caso, para que nada te distraiga en el logro de tus metas, y creo que así fue como logré imponerme.

¿Quiénes son sus héroes de la vida real?

ZM: Admiro a Martin Luther King, que con su filosofía de la “no violencia” —a diferencia de Malcolm X—, fue el que consiguió la victoria en la lucha por los derechos civiles de los negros norteamericanos.

¿Cuál considera que es su mejor cualidad?

ZM: La sencillez, creo que esa es mi mejor cualidad.

¿Hay algo que se reprocha en la vida?

ZM: No haber podido grabar discos profesionalmente para que quedara registrada así mi música para la posteridad, pues las pocas grabaciones que tengo fueron hechas con una grabadorita “miki maus”, no con un sello disquero en un estudio con todas las condiciones adecuadas.

¿Quiénes son sus compositores preferidos?

ZM: “Las tres B”: Johann Sebastian Bach, Beethoven y Johannes Brahms, y Federico Chopin, que fue un innovador del Romanticismo.

¿Quiénes son sus escritores favoritos?

ZM: Mis autores preferidos son José Ortega y Gasset, y Miguel de Unamuno. Prefiero leer a tocar música; entre la lectura y la música, me quedo con la lectura.

¿Cuál considera que ha sido mayor logro personal?

ZM: Quieran o no quieran, yo pertenezco a la cultura cubana.

¿Cómo le gustaría que la recordaran?

ZM: ¿Y usted cree que me van a recordar? Ojalá que de verdad me recuerden, por mis interpretaciones y por mi personalidad, todo el que me trata me quiere.

Esta entrevista salió publicada originalmente en el blog Gaspar, El Lugareño.


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