Actualizado: 23/04/2024 20:43
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Artes Plásticas

La historia como carambola

«Todas esas contradicciones del discurso oficial sobre la historia, del discurso político sobre Cuba, son las que he utilizado en mi obra». Entrevista inédita con Pedro Álvarez.

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Entonces, de una parte lo estoy usando de una forma muy fuerte. Por supuesto, en el momento en que empiezo a hacerlo, cuando en las escuelas era oficial la lectura de Landaluze como aquel artista gracias al cual se puede saber cómo eran las costumbres del siglo XIX, pero que era un reaccionario, antirrevolucionario, racista. Pero a pesar de ello digo que pintó al negro al óleo, en primer plano, e hizo un cuadro que se llama El Cimarrón.

Entonces hice una obra que es un chiste perteneciente a la serie El fin de la Historia, de 1994, que se llama Al socialismo debemos hoy todo lo que somos, y son tres negritos de Landaluze tocando tumbadora debajo de la estatua de Martí en el Parque Central. Todas esas contradicciones del discurso oficial sobre la historia, del discurso político sobre Cuba, y la historia misma que te niega las cosas, que te dice lo contrario, son las que he utilizado.

¿Cómo funciona para usted, o no, la noción de "tiempo histórico"?

Te respondo con un chiste. Para mí hay tres períodos fundamentales en la historia de Cuba, que son la Colonia, la República neocolonial y la República revolucionaria: eso me lo enseñaron en la escuela.

¿Estudiar en el Instituto Superior Pedagógico marcó en algo sus inquietudes creativas, acercándolo a cuestionamientos extraartísticos que implican la deconstrucción de la historia cubana, más que al juego con la historia del arte?

De hecho, el cambio que doy respecto al tipo de pintura que hacía cuando estaba en San Alejandro, y cuando pasé mi servicio social en Trinidad, ocurrió en el Pedagógico —de 1986 a 1991—, bajo un contacto muy estrecho con los colegas de San Alejandro que estaban en el ISA —Toirac, Ballester…—, y con el arte que se estaba haciendo en esos momentos. La intención, que era fundamentalmente ideológica, en un sentido amplio de la palabra, debía ir incorporando cambios para que funcionara como significante allí, en el contexto artístico de ese momento, donde había que hacer un arte más o menos crítico. Estaba todo el 'follón' de la Perestroika, el carnaval ideológico que supuso el período de 1986 a 1989 ó 1990, cuando había un ajiaco muy interesante.

A mí no me molestaría que la gente viera mis cuadros como ilustrativos de un determinado momento de la historia de Cuba, de este particularmente. ¿Qué función podría tener esto como imagen en un futuro: que estuviera en un libro de historia, de crítica cultural, apoyando los textos? Pues estaría encantado.


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Al socialismo debemos hoy todo lo que somos, de Pedro ÁlvarezFoto

Al socialismo debemos hoy todo lo que somos, de Pedro Álvarez.